CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

Espectador,

Sasaki terminó de beber el último trago de su cerveza antes de ponerse en pie y caminar hacia Ran, tomando asiento momentos después sobre su regazo.

Después de aquel evento los tres habían decidido escapar juntos a uno de los tantos hoteles que los hermanos tenían, disfrutando de una noche llena de alcohol y un par de drogas que habían conseguido en el camino.
Debía ser obvio que para ese punto ninguno se encontraba lo suficientemente sobrio para siquiera pensar en lo que hacían, simplemente dejándose llevar por el momento y sus alborotadas hormonas.

— Mhm~ estoy desesperado por tenerte, nena. — Ran sonrió, la castaña se inclinó, uniendo sus labios en un lento beso en donde sus lenguas fueron las principales protagonistas.

Rindo les observaba desde el sillón continuo, su entrepierna adolorida observando cómo su mujer movía sus caderas de manera tan descarada sobre su hermano mayor, buscando provocar y despertar lo que bajo sus pantalones se encontraba guardado.
Ren suspiró sintiendo las grandes manos del hermano mayor deslizándose por todo su cuerpo, terminando por detenerse en su trasero el cual apretó con fuerza, amasando su carne a su antojo.

— No se dejen todo para ustedes. — Rindo se puso de pie, tambaleándose un poco en el proceso debido al alcohol en su sistema. — Yo también quiero.

— Quiero hacer algo nuevo. — Susurró Ren, acariciando los anchos hombros del hermano mayor. — Los necesito a ambos para eso.

— ¿Qué idea loca llegó a tu cabeza, preciosa? — El más alto se inclinó a rozar sus labios con los de la mujer. — Estaré dispuesto a hacer lo que quieras.

Rindo elevó una ceja con curiosidad al notar a la castaña inclinarse al oído de su hermano y susurrar algo. Por la reacción de Ran, el hermano menor entendió que era algo nuevo que tendrían con la mujer, y aquello solamente le hizo poner más ansioso.

— ¿Qué demonios murmuran? — Rindo comenzó a desabotonar botón por botón de su camisa hasta retirarla por completo, tirándola a un lado. Sasaki giró su rostro hacia él, sonriendo con inocencia.

— Síganme. — La mujer se puso en pie, caminando a la habitación siendo seguida por ambos hombres.

— ¿Qué planea esta mujer?

— Ya lo verás. — Ran frunció su ceño. — Aunque hay algo que no entendí del todo.

— ¿Qué cos-

Rindo se sorprendió al ser tirado del brazo, cayendo momentos después sobre la cama. Sasaki rio colocándose sobre él.

— Acomódate bien, Rindo. — El hermano menor no tardó en hacer lo que la castaña pidió.

Por supuesto que Rindo no esperó que sus muñecas terminaran siendo atadas al respaldar de la cama con fuerza, impidiendo su escape o el deseo por tocar a la menor.
Sasaki se acercó a unir sus labios en un suave beso antes de tirar del labio ajeno, suspirando al sentir otras manos acercarse desde atrás y deslizarse por sus piernas hasta llegar a sus caderas.

— No sabes lo mucho que quiero follarte. — Sasaki empujó sus caderas hacia atrás, logrando hacer chocar su trasero con la pelvis del mayor, provocando que un gemido escapara de los labios de Ran. — Eres tan cruel conmigo, nena.

— Rindo, no te sueltes. — Ordenó la mujer mientras bajaba de la cama y miraba a Ran, este sonrió con maldad observando una última vez a su hermano antes de bajar también de la cama y tomar asiento en un sofá en la esquina de la habitación.

Sasaki se acercó al hermano mayor, sentándose sobre su regazo de manera que su espalda quedara pegada contra el pecho del más alto. Rindo frunció su ceño al entender por dónde iban las cosas.

— Esperen... No soy yo quien merece este castigo, Ren. — Rindo forcejeó intentando soltarse. — Linda, no fui yo quien te puso el cuerno.

— Shh. Solo disfrútalo, Rin-Rin. — Las mejillas del hermano menor se pintaron de un suave rosa ante el apodo.

Ran acarició la cintura de la mujer antes de acomodar sus rodillas entre las piernas ajenas, abriéndolas un poco para tener mayor acceso a su intimidad. Sasaki cerró sus ojos al sentir la derecha del mayor deslizarse hasta presionar su palma contra su sexo aún cubierto por la ropa.

— Mierda, Ren. — Rindo maldijo al notar los ojos de su hermano mayor sobre él, mirándole con diversión mientras retiraba las prendas inferiores de la castaña y finalmente deslizaba sus dedos índice y corazón entre los pliegues del sexo ajeno, logrando los dos mayores escuchar a la menor gemir ante el frío toque de las yemas contrarias.

— Ran... — Sasaki gimió por lo bajo. — Mételos.

— Como órdenes, preciosa.

Entonces, y después de varios segundos de tortura, los dedos de Ran se abrieron paso entre las paredes internas de la castaña quien no se guardó ningún gemido cuando comenzó a ser embestida por ellos.
Rindo volvió a forcejear en un intento por soltarse y atender la dolorosa erección que bajo sus pantalones habían aparecido, pero no tomó en cuenta la fuerza natural que Sasaki tenía y su gran habilidad para dejar a una persona bien atada.

Varias maldiciones salieron de su boca mientras miraba como la mujer se retorcía bajo el toque de su hermano, sus gemidos resonando entre las cuatro paredes, su espalda arqueándose ante el placer y sus labios entreabiertos dejando escapar aquellos maravillosos sonidos que a ambos hermanos tan locos volvía.
Pronto los jugos de la mujer comenzaron a salpicar como un desastroso y agitado orgasmo producido por el mayor con tan sólo el uso de sus dedos.

Rindo dejó caer su cabeza sobre la almohada, sintiéndose incluso él agitado por tal situación. Las risas de la mujer en vez de hacerle sentir mejor empeoraron su desesperación y molestia, lo único que por su mente pasaba era buscar la manera de soltarse de aquel amarre y tomar a la menor hasta el cansancio.

Ran ayudó a la castaña a ponerse en pie, caminando juntos a la cama en donde Sasaki tomó asiento sobre el regazo de Rindo.

— Rin-Rin ¿Si te desato serás cuidadoso conmigo? — La mujer sonrió. — Ahora mismo necesito alguien que se encargue de limpiar el desastre que Ran provocó en mí.

— Limpiaré hasta la última gota. — Aseguró Rindo, Ren sonrió complacida. — Pero puedes estar segura de que te follaré duro después de hacerlo.

— Me hace feliz escuchar eso.

Rindo sintió la presión en sus muñecas desaparecer.

Fue cuestión de segundos antes de encontrarse la castaña debajo del cuerpo de Rindo, los ojos del hombre mirándole con hambre y deseo, ansioso por comer cada centímetro de la mujer.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora