CAPÍTULO TREINTA Y TRES

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CAPÍTULO TREINTA Y TRES

Sentimientos,

Varios folletos y hojas cayeron al suelo tras ser tiradas por el hombre de ojos violeta mientras era acorralado contra el escritorio por la castaña, una sonrisa se estiró en sus labios mirando como su corbata era retirada cuidadosamente, siendo tirada al suelo momentos después.

— Creí que el desesperado sería yo. — Susurró Rindo antes de morder su labio con fuerza sintiendo la mano ajena deslizándose sobre su erección aún cubierta por la ropa.

— Cierra la boca, Haitani.

— Ah, no, linda. — Sus posiciones cambiaron, Sasaki se sorprendió al encontrarse a sí misma apoyando su pecho contra la mesa, su trasero al aire totalmente a la vista para el mayor. — Quién manda desde ahora soy yo.

Una fuerte nalgada le hizo gemir por lo bajo. Sus prendas comenzaron a desaparecer de sus cuerpos poco a poco entre suaves caricias y desesperados besos, Rindo suspiraba contra su oído a la vez que frotaba su erección contra su sexo cubierto por su ropa interior, Sasaki sentía estarse desesperando, necesitada por algo de atención allí abajo.

— Ven acá. — Su cuerpo fue levantado y girado, siendo momentos después sentada sobre el escritorio. — Me encantaría poder hacer más... Pero estoy realmente desesperado, linda.

— Deja de hablar tanto, idiota. — Con una de sus manos la castaña tomó la nuca del mayor, acercándole a unir sus labios en un deseoso beso mientras el oji-violeta se encargaba de terminar de retirar las bragas de la mujer.

— No tengo preservativ-

Ren le interrumpió al sacar del cajón de su escritorio un preservativo, dejándolo sobre la palma ajena.

— Date prisa.

Rindo rio colocándose el condón.

Sus grandes manos tomaron las caderas de la mujer, acercándole más a él para poder sentir sus sexos hacer fricción por unos momentos.
Sasaki se sostuvo de los hombros del mayor, ahogando un gemido al sentir su longitud adentrarse en su interior con rudeza.

Comenzó con movimientos lentos y duros, que comenzaron a volverse rápidos y descuidados.

Rindo se inclinó pegando sus labios a la piel de la menor, dejando una larga fila de marcas en su clavícula en un intento por ahogar sus gemidos, Ren por su parte solo podía clavar sus largas uñas en aquella firme y ancha espalda, cerrando sus ojos con fuerza, sintiendo lágrimas de placer descender por sus mejillas.

— Rindo... Estoy cerca. — Balbuceó la castaña.

El hombre rodeó el cuerpo delgado de la mujer con sus fuertes brazos, levantándole ligeramente del escritorio, aumentando la fuerza de sus embestidas.
Sasaki enrolló sus piernas en la cintura del oji-violeta, tirando su cabeza hacia atrás antes de dejar escapar un estruendoso gemido acompañado por un explosivo orgasmo.
Rindo se tambaleó por un momento, dejando un corto beso en el cuello de la castaña, siendo apoderado momentos más tarde por la maravillosa sensación de llegar a su clímax.

Ren se abrazó al cuerpo contrario, hundiendo su rostro en el cuello de Rindo sintiendo como era dejaba nuevamente sobre el escritorio.

— Eso fue intenso... — Suspiró el mayor antes de reír. — Podríamos repetirlo en un futuro.

— Sí, supongo. — Sasaki sonrió. — Pero ahora me siento sucia y estoy cansada para conducir hasta mi departamento.

— Te llevaré. — Ofreció Rindo.

Tomando sus prendas de vestir ambos volvieron a colocárselas, ordenando un poco el desastre en la oficina antes de salir de ahí.

— ¿Lo disfrutaron?

Ambos detuvieron su caminar, Rindo elevó una ceja con curiosidad al ver a un hombre rubio saliendo de la oficina de al lado. Un escalofrío recorrió su espalda cuando el desconocido desvió la mirada de los papeles en sus manos y les observó a ellos.

— Debo suponer que tú eres el famoso y misterioso Ahane Choji de Anhell. — El rubio sonrió con burla.

— Sí. Tú debes ser Rindo Haitani, el inútil peón de Sano Manjiro ¿Me equivoco? — Sasaki soltó un suspiro.

— Choji, no es necesario ser tan rudo.

— Viendo que sus manos están tomadas como una pareja de tontos enamorados debo suponer que no tendremos problemas con él o ya le habrías cortado las pelotas. — Ahane asintió. — No causes problemas, Rindo Haitani, o me aseguraré de que no vuelvas a poner un pie en este edificio o un dedo sobre mi jefa.

— No me das miedo, rubio teñido. — Respondió Rindo con su típica expresión desinteresada. — Después de todo también eres un estúpido peón de Ren.

— Si no cierran la boca les cortaré la lengua a ambos. — La castaña tiró de la mano de Rindo, dirigiéndose hacia el elevador. — ¡Termina tu trabajo, Choji!

— Sí, señora.

Rindo sonrió algo confundido ¿Cómo es que Ren mantenía bajo su mando a hombres tan extraños como Ahane Choji?

— Cuando pienso bien y recuerdo lo que eres capaz de hacer... Das miedo.

— Me alegra escuchar eso de un funcionario de Bonten. — Sonrió la mujer con diversión antes de bostezar. — Tengo tanto sueño.

— Duérmete en el auto, me encargaré de llevarte a la habitación.

— ¿Cómo sé que no terminaré en tu habitación drogada y violada? — Sasaki se sorprendió al serle, nuevamente, robado un beso.

— Es aburrido cuando no te haces la difícil o me tratas como basura.

— Qué perro masoquista. — Rindo rio. — Oh, sobre el evento de mañana...

— ¿Irás? — Ren asintió. — Bien. Te iré a recoger a las seis.

— Entendido. — Estirando una de sus manos Sasaki acercó al hombre tomándole por la nuca. — Tengo planeado hacer algo loco durante la fiesta.

— ¿Sí? — Rindo unió sus labios en un lento beso. — Siempre que haces algo loco me pones duro ¿Lo sabías? Así que no te pases.

— Eso solo me motiva a empeorar las cosas. — Ren se alejó. — Espero no causar un desastre.

— ¿Puedo saber lo que harás?

— No. — La castaña sonrió con diversión. — Será una sorpresa para todos.

— Ya veo.

Rindo bajó la mirada al sentir sus dedos entrelazarse, en su pecho se instaló una leve presión ante tal acción. Se sentía cálido. Agradable.

Su mirada subió nuevamente hasta Ren quien miraba a otro lado evitando sus ojos, pero incluso de esa manera Rindo pudo notar un leve tono rojizo aparecer en las mejillas de la mujer mientras apretaba sus labios pareciendo contenerse a algo.

El oji-violeta soltó un largo suspiro.

— Me gustas, Ren.

Todo a su alrededor se detuvo entonces.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora