CAPÍTULO CUATRO

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CAPÍTULO CUATRO

Primera vez,

Un año atrás

Rindo salía de un bar, aún podía sentir el alcohol en su cuerpo, pero no se encontraba del todo ebrio. Sus pies se movían lentamente por aquel largo callejón oscuro notando los carteles pegados en los faroles de luz y paredes pidiendo a los ciudadanos ayudar a la policía a encontrar a ciertos criminales por una recompensa considerable.
Una sonrisa burlona se estiró en su rostro, no podía decir ser invencible, pero definitivamente era difícil de atrapar por la policía.

Su sonrisa desapareció al notar a una mujer inclinada frente a uno de aquellos carteles, en su mano había un marcador negro y con él parecía estar dibujando o escribiendo algo sobre el papel.
Silenciosamente se acercó hasta la castaña, mirando con sorpresa los ridículos dibujos que en el cartel con su rostro había junto a palabras como: "Tonto", "Pito corto" o incluso "Cerdito".

— ¿Qué diablos crees que haces?

— ¡Mierda! — La castaña se giró ante la repentina voz a su lado, al mirar bien, sus ojos se abrieron con sorpresa notando al mismísimo Rindo Haitani frente a ella, el mismo hombre al cual le había escrito pito-corto momentos atrás. — Así que, Haitani Rindo.

— ¿Te parece divertido lo que haces? — Metiendo las manos en sus bolsillos el hombre suspiró. — Eres tan infantil.

— Soy infantil, pero entonces tú eres un idiota, adoptado e indeseado por la sociedad. — La castaña comenzó a alejarse lentamente mientras una burlona sonrisa aparecía en su rostro. — Oh, ¿Es cierto que tu verga mide cinco?

— Te voy a volar los sesos, perra. — La mujer comenzó a correr, Rindo sacó su arma. Antes de poder disparar sintió algo chocar contra su zapato, sorprendiéndose al notar una granada. — ¡Hija de puta!

Por supuesto no dudó dos veces en correr y cubrirse en algún sitio, escuchando la explosión increíblemente cerca de donde se encontraba.
Un suspiro aliviado escapó de sus labios, había estado cerca de perder la mitad de su cuerpo.

Al levantarse, no había rastros de la mujer como era de suponer, pero sí que había algo en el suelo.

Agachándose, Rindo tomó una pequeña tarjeta que había sobrevivido a tan terrible explosión, notando en esta el nombre de 'Sasaki Ren' y junto a este un número.

— No escaparás de mí, mujer. — El hombre sonrió. — Te atraparé pronto.

[...]

Rindo suspiró al perder de vista al vehículo, girándose, volvió a entrar al edificio en donde sus compañeros y hermano esperaban listos para irse.

— ¿En dónde te habías metido? — Sanzu tiró su cigarrillo al suelo y lo apagó pisándolo con su zapato. — Nos vamos.

— No creí que Sasaki vendría. — Su hermano sonrió pasando un brazo sobre los hombros de Rindo. — Después de todo suele mantenerse entre las sombras.

— Fue una visita inesperada, es cierto. — Respondió Sanzu. — Inesperadamente desagradable.

— ¿Desagradable dices? — Kokonoi rio. — ¿Qué ha hecho ahora para molestarte?

— Qué no ha hecho querrás decir. — El peli-rosa caminó hacia su vehículo. — Es el peor dolor de trasero que tiene Bonten, gracias a ella tenemos que mantenernos trabajando duro todas las semanas buscando que nuestras fábricas no quiebren.

— Solamente es inteligente y tiene buenos contactos. — Agregó Rindo. — Quizá si te enfocaras en trabajar y no en ella las cosas serían diferentes.

— ¿Qué intentas decir, Haitani? — Ambos hombres se observaron por unos segundos con molestia.

— Vamos, muchachos, no se pongan tensos ahora. — Ran palmeó las espaldas de ambos. — Seguimos estando arriba de Anhell, no hay de qué preocuparnos.

— En realidad... — Los tres hombres miraron a Kokonoi quien tecleaba algo en su móvil. — Hay rumores que dicen que pronto Anhell nos pateará el trasero, se dice que han conseguido tres fábricas nuevas.

— Esa perra.

— Oye. — Los tres hombres restantes miraron mal a Sanzu, este frunció su ceño.

— ¿Por qué mierda parecen los perros de esa mujer? ¿Acaso les lavó el cerebro? Apúrense y suban a los malditos vehículos, imbéciles.

Los hermanos y Kokonoi se observaron entre sí, los tres sabían lo que el otro sentía hacia la castaña.

— Por cierto, Kokonoi... ¿Desde cuándo te interesa Ren? — El mayor de los hermanos le miró con curiosidad. — ¿La conoces?

— Lo hago, pero es algo de lo que no puedo hablar. — Hajime iba a subir al vehículo, pero terminó siendo detenido por los hermanos quienes mostraron un par de fajos de dinero en sus manos. — Ah, malditos hijos de puta inteligentes, es una lástima que ella compre mi silencio por más dinero.

— ¿Ella qué? — Kokonoi sonrió con diversión subiendo a uno de los dos vehículos, este se puso en marcha rápidamente.

— Ese idiota sabe cosas. — Rindo caminó hacia el vehículo restante. — Creo que entre él y Ren hay algo.

— También lo creo. — Juntos subieron al automóvil. — Parece que Kokonoi siente algo por ella, pero dudo que sea mutuo.

— Claro que siente algo por ella, seguramente el dinero de Ren lo vuelve loco.

— Maldito maniático del dinero.

Por otro lado, Sasaki frenaba en el estacionamiento de su edificio, bajando finalmente del vehículo para caminar así hacia el elevador. Bushida le siguió desde atrás.

— Ren, deberías tener más cuidado. — El pelinegro presionó el botón del ascensor para que este descendiera hasta ellos. — Creo que confías demasiado en esos sujetos, recuerda que son de la organización rival, deberías preocuparte, en especial por Sanzu.

— Taiga. — Ren le miró por unos segundos. — Hablas mucho.

— Lo siento.

— No te disculpes, está bien, entiendo tu punto. — Sasaki se adentró al elevador cuando las puertas del mismo se abrieron. — Pero recuerda que no tienes a ninguna estúpida inútil en frente.

— Lo sé, sé cuántas veces has escapado de las garras enemigas.

— Entonces no desconfíes de tu jefa, ve a descansar, nos vemos mañana. — Bushida se inclinó en una reverencia hasta que las puertas se cerraron, separándolos.

Sasaki soltó un largo suspiro mirando su reflejo en el espejo del ascensor, a veces podía ser cansado lidiar con tantas personas e intentar pasar desapercibida, y por supuesto que no estuvo cómoda toda aquella noche con la intensa mirada de Sanzu en su nuca y los ojos de los hermanos sobre ella mirándole como tigre a venado. Sin contar, por supuesto, a Kokonoi. Tras haber dejado las cosas en claro, Ren deseaba no volver a tener que tocar el tema.

Lo que vivió con Kokonoi fue un desastre, pero tuvo sus pros de cierta manera. No fue un hombre increíblemente malo, pero las cosas entre ellos simplemente no funcionarían nunca, en especial teniendo ambos personalidades dominantes al mismo nivel.

Lo que Sasaki necesitaba era un hombre más dominante que ella o uno dócil al cual manejar a su placer, como Bushida, por ejemplo.

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¿Ustedes, lectores, no se cansan de hacerme feliz?

Solo cuatro días desde el primer capítulo y ya 1K. Muchas gracias por darle una oportunidad al libro. <3

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🌹Un voto y un comentario se agradece.

𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora