CAPÍTULO DIECIOCHO

1.4K 251 35
                                    

CAPÍTULO DIECIOCHO

Destruida,

Dolor.

Eso era lo único que podía sentir Sasaki en ese momento, dolor en absolutamente cada zona de su cuerpo.

Sus ojos se encontraban abiertos con gran sorpresa observando las marcas en sus piernas, caderas, cintura y muñecas, marcas moradas de los dedos ajenos pintadas en su piel clara apenas cubierta por una camisa de probablemente alguno de los hermanos, sus labios adoloridos por los muchos besos que había dado ayer, sus caderas destrozadas, y estaba segura de que no era necesario verse en el espejo para saber los muchos chupetones que debía tener en su piel.
Un suspiro pesado escapó de sus labios.

La hicieron mierda.

El ruido de pasos acercándose llamó su atención, pronto un hombre alto de ojos violetas apareció frente a ella sosteniendo una bandeja con comida, un vaso de jugo y una pastilla la cual fue dejaba sobre su regazo.

— Buenos días, preciosa. — Ran depositó un beso en su mejilla.

— No intentes tratarme bonito después de lo que tú y tu hermano hicieron anoche. — El mayor sonrió con inocencia. — ¿En dónde está él?

— Salió a contestar una llamada, nada de qué preocuparse. — Respondió Ran. — Come y tómate la pastilla, iremos a dejarte a tu departamento.

— Bien.

El hombre tomó asiento a su lado, apoyando su cabeza sobre el hombro de la castaña quien le miró por unos segundos antes de decidir simplemente ignorarlo y comer su desayuno.

— Anoche realmente te luciste. — Susurró el mayor contra su oído. — La forma en que gemías por más... Como temblabas cuando estabas a punto de correrte... Y ese increíble final inesperado.

— Te cortaré la lengua si no te callas. — El mayor rio depositando un corto beso en el cuello ajeno.

— Acompáñame mañana a una fiesta.

— No me interesa. — Ran tomó el mentón de la mujer con delicadeza haciendo que le mirase.

— Vamos, acepta. — El oji-violeta se inclinó hacia ella, depositando cortos besos en su mandíbula y mejillas. Sasaki suspiró sin poder evitar sonreír. — Acompáñame.

— Tú te encargarás de todo entonces.

— Lo haré. — Ren brindó un fuerte manotazo a una mano escurridiza que planeaba dirigirse a uno de sus pechos.

— Ni se te ocurra, Haitani.

Acabando con su comida, Sasaki tomó rápidamente la pastilla con ayuda del jugo antes de ponerse en pie sintiendo sus piernas temblar tal cual gelatina. Ran rio colocándose en pie, alzando en sus brazos a la menor.

— ¿Necesitas ayuda para ducharte? No me importaría echarte una mano. — La mujer entrecerró los ojos. — Prometo que no será más que un inocente baño.

— Te patearé las pelotas si intentas algo. — Ran asintió adentrándose al baño.

Rindo volvió a la habitación, con la mirada buscó a su hermano y a la castaña sin encontrarlos de inmediato.
El ruido de la ducha y risas provenientes del baño llamaron su atención, así que se dirigió hacia allá abriendo la puerta para encontrarse con la escena de su hermano y mujer juntos en la tina mientras reían y el mayor ayudaba a la menor a lavar su cuerpo.

Rindo se apoyó en el marco de la puerta, cruzándose de brazos les observó con una pequeña sonrisa. Sasaki podía ser una mujer aterradora en algunas ocasiones al punto de incluso ellos temerle, pero otras veces parecía ser totalmente diferente.

Era como si por debajo de esa personalidad fuerte y violenta habitara una mujer atenta y cariñosa que pocas veces se dejaba ver.

Esa era una de esas ocasiones.

Ren acariciaba una de las mejillas del hombre a su lado mientras depositaba cortos besos en sus labios y disfrutaba de los masajes que el mayor daba a sus hombros, espalda y brazos. Rindo rio por lo bajo llamando la atención de ambos.

— Ya te dignaste a aparecer ¿Eh? — Ran sonrió mientras abrazaba a la castaña por la cintura apegándole a su pecho.

— Era una llamada de Kokonoi, tiene unos pendientes que quiere hablar con nosotros. Deberíamos volver.

— Bien.

Rindo se acercó a ambos ayudando a la castaña a salir, pasándole después una toalla.

— ¿En dónde dejaron mi ropa? Me vestiré para irnos pronto.

Sasaki se quejó fuertemente al sentir una dura palmada contra su trasero. Su ceño se frunció y girándose caminó hasta Ran quien retrocedió hasta chocar contra la pared, una sonrisa nerviosa en su rostro. Rindo hizo una mueca de dolor al notar a la castaña soltar un fuerte golpe al abdomen contrario logrando que su hermano se retorciera hacia delante por el dolor.

— Nada de esto será permitido fuera de la cama, grábalo en tu cabeza.

— Créeme... Lo he entendido bien. — Ren sonrió. Rindo se sintió confundido al notar a ambos unirse en un beso momentos después.

Ambos podían ser como polos iguales a veces, repeliendo al contrario, otras ocasiones parecían ser polos opuestos que se atraían fuertemente el uno al otro.

No le sorprendería tratándose de su excéntrico hermano mayor y la impredecible castaña.

Los dos restantes acabaron pronto de arreglarse con sus anteriores prendas de vestir y juntos los tres salieron de aquel edificio subiendo al vehículo de ambos hermanos.

Sasaki subió esta vez al asiento copiloto, Rindo decidió quedarse atrás y Ran sería en encargado de conducir.
El teléfono de Ren comenzó a sonar y no dudó en contestar al ver el nombre de quien le buscaba.

— ¿Qué quieres?

Buenos días para ti también. — Rio el contrario. — Oye, Sasaki, ayer me abandonaste dejándome a mi suerte, no tienes idea de cuanto debí huir de esos sujetos de Maniacs o como se llamen.

— Debo suponer que lo disfrutaste ¿No es así, Hanma?

Bingo. — El hombre bufó. — Pero ahora estoy tan aburrido y tu asistente no me deja salir de tu oficina hasta que regreses.

— Perfecto, te quedas ahí otras tres horas. — Ren colgó la llamada, Rindo rio desde su sitio al ser testigo de la conversación entre esos dos. — Ran, detente ahí.

— ¿Qué harás? — La castaña no respondió.

— Si tienen prisa, váyanse. — Habló la mujer, ambos hermanos le observaron descender del vehículo y adentrarse a un edificio.

Ran y Rindo miraron el letrero de aquella construcción con curiosidad, el nombre se les hacía realmente familiar.

Sus corazones dieron un vuelco al recordar quien era el dueño de tal edificación.

— Estúpida suicida. — Maldijo Rindo bajando rápidamente del automóvil, Ran le siguió, ambos entrando corriendo al sitio.

______________________________

🌹Un voto y un comentario se agradece.

𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora