CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

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CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

Cumpleaños,

— Hoy es 31 de octubre. — Comentó Rindo desde su sitio mientras escribía en su laptop. — ¿Sabes qué significa?

— Uhm~... ¿Halloween?

— Realmente eres idiota. — El hermano menor dejó el dispositivo a un lado antes de ponerse en pie y caminar a la salida.

— ¿A dónde vas? — Ran le miró con curiosidad, no logrando evitar seguir a su hermano también.

— A buscar un regalo para Ren.

El mayor entonces pareció recordar lo que se celebraba ese día.

— Mierda, es cierto. — Rindo rodó los ojos, saliendo juntos del edificio, subiendo después a su vehículo. — ¿Qué crees que le gusta a Ren?

— Piensa un poco. — El mayor miró a su hermano. — Ni siquiera yo lo sé.

— Podría regalarle un arma.

— Tiene cientos. — Recordó el menor. — Solo conozco sus gustos por la moda, pero más allá de eso desconozco qué podría gustarle.

— ¿Por qué no llamamos al tuerto?

Ran sacó su teléfono, buscando entre sus contactos un nombre antes de presionarlo y llamar.
Tardó unos segundos antes de que contestaran del otro lado.

Estoy realmente ocupado en este momento, por lo que espero que sea importante.

— Es muy importante. — Ran suspiró. — Oye, Bushida... ¿Qué le gusta a Ren?

¿Es en serio? — El pelinegro parecía realmente molesto. — Creí que siendo sus parejas sabrían eso.

— Oye, idiota ¿Debo recordarte que somos pareja de una mujer que habla poco sobre sí misma?

Ren no ha celebrado su cumpleaños desde hace ocho años, es decir, desde que la conocí. — Taiga pareció pensarlo. — Pero siempre suelo llevarle un trozo de pastel.

— Eso no ayuda en nada, tarado. — Ran colgó la llamada de golpe. — ¿Qué se supone que haremos ahora?

— La opción más fácil. — Rindo sacó su teléfono, marcando a un número.

— Espera ¿La preguntarás directamente? ¿No debe ser una sorpresa? — El menor se encogió de hombros.

¿Qué sucede?

— Hola, linda... Ran y yo estamos teniendo unos pequeños conflictos con respecto a algo ¿Crees poder ayudarnos?

¿En qué exactamente? — Ruido se escuchó de fondo. — ¡Cuidado con tus manos, pedazo de mierda! ¡Es mercancía valiosa!

Ambos hermanos rieron.

— Parece que estás algo ocupada. — Comentó Rindo.

No realmente ¿Qué necesitan?

— Mira, linda... Sé que no celebras nada en estas fechas, pero-

Ah-Ah. — Interrumpió Sasaki. — Nada de celebraciones.

— Vamos, nena. — Ran se unió a la conversación tras su hermano colocar la llamada en altavoz. — Déjanos darte algo, cualquier cosa que desees.

No hay nada material que quiera en este momento... ¡Te voy a asesinar, Hanma!

— Creo que ya sé que darte. — Comentó Rindo, Ran le miró, entendiendo de inmediato las intenciones de su hermano. — ¿Estás libre esta noche, linda?

Lo estaré. — Sasaki rio. — No planees nada estúpido, Haitani.

— Lo disfrutarás como nunca, corazón. — Aseguró Ran.

— Nos vemos, linda.

La llamada finalizó.

— Encárgate de que vayan y limpien la casa en las afueras del bosque. — Pidió Rindo, comenzando a conducir.

— Entendido.

Ambos hermanos estaban dispuestos a darle una maravillosa noche a la castaña ¿Qué mejor regalo de cumpleaños que eso? Sasaki lo disfrutaría como nunca.

[...]

Las horas dieron poco a poco paso a la noche. Sasaki elevó la mirada al cielo, observando las estrellas brillantes que decoraban aquel gran mar de oscuridad, bailando alrededor de la luna que servía como faro de luz blanca iluminando todo a su alrededor.

— Ren. — La mujer bajó la mirada, notando a Rindo quien estiró su mano hacia ella, no dudó en tomarla, entrando juntos a aquella casa que frente a ellos se encontraba. — Espera.

Sasaki no pudo evitar reír al observar como una venda cubría sus ojos.

— ¿En serio?

— Es una sorpresa. — Susurró Rindo a su oído, posando su izquierda en la cintura de la mujer, tomando con su derecha la mano de la castaña, ayudándole a entrar al sitio con cuidado. — Hay unos escalones frente a ti, ten cuidado.

— Si me caigo será tu culpa y te patearé el trasero, Rindo.

— No te dejaría caer por nada en el mundo. — El hombre sonrió. — Pero podría hacer esto.

Ren se sorprendió al ser repentinamente alzada, sosteniéndose a cómo pudo del cuello del mayor.

— ¿Qué planeas?

— Te dije que es sorpresa. — El hombre pegó sus labios a su mejilla. — Ran está esperando adentro.

El silencio se apoderó del sitio por unos momentos, solamente logrando escuchar la tranquila respiración del oji-violeta cerca de su oído. Ren sonrió, con una de sus manos buscó el rostro del mayor hasta encontrar sus labios.

— No, esos no son. — Pronunció Rindo.

— ¿Cómo sabes lo que busco?

— Solo lo sé. — Rindo se inclinó, uniendo sus labios con los de la mujer en un suave toque.

— Con que aprovechándote del momento. — Sasaki reconoció la voz de Ran, una sonrisa de estiró en su rostro.

— Al fin apareces, pito-corto.

— Sigues diciendo lo mismo incluso cuando has estado a nada de ahogarte con mi polla. — La mujer fue dejada en el suelo por Rindo.

— ¿Cuándo sucedió eso?

— Ja-Ja-Ja. — Ran tomó su mano, llevando a la menor consigo.

Sasaki pudo sentir como era sentada en una silla, y pronto la venda que cubría sus ojos fue retirada, permitiéndole ver nuevamente.

Sus mejillas de tornaron de un suave tono rosa al observar la mesa frente a ella, cubierta por un mantel rojo y varias velas blancas sobre candelabros dorados, en el centro de la mesa un jarrón que guardaba varias rosas rojas como la sangre.

— ¿Qué es esto? — Ren sintió un par de labios pegarse suavemente a su cuello.

— Una cena por tu cumpleaños. — Respondió Ran en un susurro.

— Ya sé, es cursi. — Agregó Rindo, Ren sonrió.

— Es perfecto.

Ambos hermanos se mostraron sorprendidos. Rindo rio por lo bajo, acercándose a la castaña para unir sus labios nuevamente en un lento beso.

— Deja de besarla tanto, yo también quiero. — Apartó Ran, tomando momentos después la mandíbula de la mujer, uniendo sus labios con los ajenos.

— Sirvan la cena. — Ordenó Rindo, pronto dos hombres se adentraron al sitio, dejando frente a tres asientos un platillo.

Rindo y Ran tomaron asiento, cada uno a un lado diferente de la castaña quien se encontraba en el asiento central, como una reina.
Sasaki sonrió, realmente los hombres se esforzaban en grande por ganar su corazón, aunque ya lo habían logrado.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora