𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]

CAPÍTULO ONCE

CAPÍTULO ONCE

Esforzarse más,

El cigarro entre los labios de Ran cayó al suelo al entender finalmente lo que sus ojos estaban presenciando. En la pequeña cocina de aquella habitación de su hermano se encontraba una hermosa mujer de castaños cabellos cocinando mientras lo único que cubría su cuerpo era una bata mal atada dejando ver sus largas piernas en su mayoría.

El ruido de zapatos hizo que la mujer se girara y pronto Rindo apareció al lado de su hermano dando un par de palmadas en su espalda como si nada estuviera pasando. Acercándose a la menor, Rindo le tomó por la cintura depositando un corto beso en su cuello, susurrando algo a su oído para después ver a la mujer sonreír y asentir.

— Alto. — Ambos menores miraron a Ran, este fruncía su ceño. — ¿Qué mierda está pasando aquí?

— Creí que eras más inteligente, Ran. — La mujer terminó de servir la comida en dos platos. — ¿Tienes hambre?

— No quiero comida, quiero explicaciones.

— No tengo por qué darte explicaciones de con quién me acuesto. — Rindo tomó uno de los platos caminando después hacia la pequeña isla al lado de la cocina. — Además, fue decisión de Ren.

El más alto observó a la mujer, esta parecía estar demasiado bien, y aunque le repugnara admitirlo, sabía que su hermano era un animal en la cama, se había dado cuenta de ello con la mayor parte de mujeres que salía de la habitación de su hermano con una evidente molestia en las caderas.

— ¿Hicieron el amor o algo así? — Sasaki se giró hacia Ran mirándole con obviedad.

— No seas tarado, Ran. — La menor tomó asiento al frente de Rindo, comenzando a comer. — Estoy medicada.

Una carcajada por parte del hermano mayor resonó por toda la habitación, ambos menores suspiraron con cansancio.

— Nena, no deberías acostarte con una bestia como Rindo, es un desconsiderado.

— ¿Eso crees? — Sasaki miró a Rindo, este evitaba su mirada. — Fue muy lindo esta mañana cuando me llevó una pastilla y me ayudó a lavarme.

— ¿Tú hiciste eso? — Rindo sonrió sin diversión alguna. — Ren ¿Qué hiciste con mi hermanito?

— Lo que ninguna mujer ha hecho contigo, imbécil.

Sasaki estiró su brazo intentando tomar su taza de café, pero una mano en su muñeca lo impidió. Sus ojos subieron hasta Ran quien ahora se encontraba sorprendentemente cerca de su rostro, inclinándose cada vez más hacia ella.

— ¿Qué haces?... Oye, déjame terminar de comer.

Otra mano tomó de su mandíbula con fuerza, obligándole a ver los ojos contrarios, Ran sonrió con superioridad.

— Ren, no creo que tú puedas hacer lo que muchas mujeres han hecho conmigo.

—Ran, cállate. — Pronunció Rindo notando el ceño de la castaña fruncirse dejando de verse su típica expresión burlona.

— ¿Hablas de dejarlas a medio orgasmo sin pensar más que en tu propio placer? Seguro que tu polla mide tan poco que debes tener un micropene.

— ¿Por qué no lo averiguas y dejas de hablar mierda?

— Ni siquiera agachándome frente a ti podría ver esa mierda pequeña. — Sasaki empujó al mayor, notando a este retroceder y reír por lo bajo.

Rindo rodó los ojos y se giró en su sitio al ver cómo su hermano comenzaba a desabrocharse los pantalones. Antes de poder terminar su acción, Sasaki se puso de pie caminando hacia la cama.

— Parece que golpeé tan fuerte tu ego que te ves en la obligación de mostrarme tu polla ¿No? — Ren sonrió.

— Debo admitirlo, lo has hecho.

Sasaki gritó con sorpresa al sentir como era tumbada en el sofá, el rostro de Ran cerca del suyo, a nada de sus labios rozarse.

— Pero estoy casi seguro, preciosa, que cambiarás de opinión una vez que estés atragantándote con mi puta polla rogando por más.

Una de las manos ajenas se deslizó por su cuerpo hasta llegar a una de sus piernas, levantándola a la altura de la cadera del mayor quien se inclinó tirando con fuerza del labio de la castaña. Sasaki cerró sus ojos al sentir besos húmedos ser repartidos en su clavícula.

— Tendrás que esforzarte más. — Susurró la menor, Ran maldijo al ser empujado, cayendo directamente al suelo.

Ren se puso nuevamente en pie caminando a buscar sus cosas.

— Rindo, tomaré una ducha antes de irme.

— No hay problema. — La castaña se adentró al baño, desapareciendo de la vista de ambos mayores.

Los ojos de Ran fueron hasta su hermano, mirándole de manera acusatoria.

— No me mires así, no es mi culpa que seas un idiota. — Habló Rindo colocándose en pie y tomando ambos platos para llevarlos a la cocina.

— ¿Cómo lo logras?

— Creo que aún no has entendido a Ren. — Contestó el menor, salió de la cocina y se dejó caer en uno de los sofás frente a su hermano. — Es una mujer dominante, olvida que siempre tendrás tú el control.

— ¿Eso quiere decir que anoche ella te cogió a ti?

— Por eso no logras nada, imbécil. — Ran se mostró ofendido. — Baja un poco el nivel de tus estúpidas bromitas, tu mayor error está en querer burlarte de ella y dejarle en ridículo. — Rindo sonrió. — Definitivamente perderás contra ella.

— Ouch. — El mayor soltó un largo suspiro. — Creí entender a las mujeres hasta que conocí a Sasaki... ¿Por qué es tan difícil?

— Quizá porque le gusta verte como un estúpido rogando por ella. — Ran elevó una ceja. — Solo te diré una cosa. — El sonido de la puerta del baño abriéndose llamó la atención de ambos. — Ve directo al grano y no andes con rodeos, te volverás aburrido.

— Qué hermano menor tan inteligente tengo. — Ran sonrió.

— Me voy. — Sasaki apareció nuevamente en el campo de visión de ambos hombres, sus ojos fueron hasta Rindo quien se puso en pie.

— Iré a dejarte a tu edificio.

— No es necesario. — Respondió la menor. — Llamé a Taiga para que venga.

— ¿El tuerto? — El ceño de la mujer se frunció, Rindo suspiró rendido. — Lo siento.

— No te disculpes, da miedo. — Ren caminó a la puerta. — Por cierto, Rindo.

— ¿Sucede algo? — La castaña sonrió con malicia.

— Para la próxima sé un poco más delicado, el efecto de la pastilla comienza a pasar. — Pronunció la mujer antes de desaparecer una vez más.

— ¿Para la próxima? — Ran frunció su ceño, Rindo le miró con una sonrisa victoriosa.

— Gané.

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