CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

Corazón destrozado,

Ran pisó el acelerador hasta el fondo esquivando a los varios vehículos atravesados en la carretera, Rindo por su parte continuaba intentando comunicarse con la castaña, de quien no sabían nada desde la mañana.

— ¿Nada?

— No. No contesta. — Rindo suspiró frustrado. — Parece que fue un desastre total.

— Bueno, es una guerra entre los tres grandes. — Ran giró por una esquina, sintiendo su corazón golpeando con desesperación contra su pecho.

Su rostro no lo aparentaba, pero su preocupación por la mujer era enorme.

— Oye, hermano... ¿Qué tan mala tiene que ser mi suerte para enamorarme finalmente de una hermosa mujer por la que daría mi vida y ahora no sé siquiera si está viva? — Rindo le miró con clara molestia.

— Deja de decir estupideces, idiota.

La piel de Rindo palideció al imaginar una situación en la que la mujer no estuviera ya con ellos.

Sí.

Definitivamente tendrían muy mala suerte.

No sería justo, la vida no sería justa con ellos si les arrebatara la única cosa que ambos apreciaban más que nada para ese punto.

— Eres un idiota.

— Y tú un burro.

Ambos rieron por lo bajo.

— ¿Qué te gustó de ella? — Rindo llevó una mano a su pecho, intentando aliviar la presión que en este se instalaba.

— Su carácter, jamás olvidaré cuando amenazó con dispararme en las bolas... Eso me flechó. — Exageró el hombre, Rindo sonrió. — ¿Qué hay de ti?

— Su carácter también, pero creo que en especial me gustó su forma de tratarme como un perro callejero. — Respondió el menor.

— ¿En dónde dejaste tu dignidad?

— En el mismo donde tiraste la tuya, imbécil.

El vehículo comenzó a reducir la velocidad, ambos fruncieron su ceño al ver varios vehículos detenidos frente a ellos, parecían haber sido todos impactados por balas.

— Detente. — Ran frenó. — Mierda, es ella.

Rindo no dudó en bajar del automóvil, Ran imitó su acción, los dos corriendo hacia aquellas dos personas de pie en medio de la carretera, rodeadas de cuerpos sin vida.

O al menos la mayoría.

El corazón de Rindo sintió ser aplastado al ver a un rubio estirar un brazo, apuntando hacia la mujer que era abrazada por cierto pelinegro, sus ojos cerrados disfrutando de la compañía ajena.

— ¡Ren! ¡Abajo! — Exclamó Ran con todas sus fuerzas, sacando un arma y disparando hacia el rubio mientras corrían lo más rápido posible hacia la castaña.

Fue muy tarde.

Los pies de Rindo se detuvieron de golpe al ver la bala impactar en su cabeza, el alma abandonó su cuerpo sabiendo que lo que seguiría a continuación lastimaría su corazón de las peores formas posibles.

Sus ojos fueron testigo de todo.
Bushida Taiga cayó en los brazos de Ren, el agujero en su cabeza liberando grandes cantidades de sangre que mojaron el cuerpo inmóvil de Sasaki. Ran jadeó sintiendo su pecho doler al ver a la castaña caer de rodillas al suelo, sus brazos buscando con desesperación a su compañero, buscando algún signo de vida en él, buscando su salvación.

— Ta... ¿Taiga...? — Ren miró al hombre en sus brazos, su ojo cerrado mientras una pequeña sonrisa aún se mantenía estirada en sus labios, sangre descendiendo por su rostro debido al impacto en su cabeza. — No... No, no, no ¡Taiga, no! ¡Tú no, por favor! ¡Tú no!

Un desgarrador grito llegó a los oídos de los hermanos quienes cerraron sus ojos sintiendo un nudo instalarse en sus gargantas.

Sasaki rodeaba el cuerpo con sus brazos, aferrándose a él con fuerza mientras se negaba a creer que quien se encontraba a su lado era él, su más fiel peón, su compañero de aventuras, su mejor amigo...

Su hermano.

Su pecho dolía y ardía a la vez, volviéndose insoportable, queriendo sacar su corazón y no sufrir más, queriendo retroceder el tiempo y ser quien tomara el lugar del hombre que más había amado en su vida.

— Ren. — Rindo finalmente se acercó dejándose caer de rodillas frente a la mujer, rodeando su cuerpo con sus brazos. — Lo siento.

La castaña no respondió, su mirada se encontraba fija en el rostro del pelinegro en sus brazos. Incluso cuando no era más que un cascarón vacío su rostro seguía trasmitiéndole amor y seguridad.

Ran maldijo al ver al rubio retorciéndose en el suelo, su herida ahora volviéndose grave debido a las cantidades perdidas de sangre.

— ¿Sabes? Eras un hombre admirable. — El más alto apuntó a Choji con su arma. — Pero cometiste un gran error al creer que podrías convertirte en algo más grande que tu propia reina.

— Cállate... Sin él ella no es nada. — Ahane sonrió. — El rey siempre necesitará de un peón para protegerle.

— Bueno, aquí estoy yo.

Ran tiró del gatillo, dando por terminada la vida del rubio. Sus ojos se movieron hacia su mujer, notando a su hermano abrazándole mientras susurraba palabras tranquilizantes al oído de la menor en vano. Ambos hermanos entendían el dolor que debía estar sufriendo la castaña.

Era como si Ran perdiera a Rindo, o viceversa.

— Tenemos que irnos, nena. — Avisó Rindo, escuchando las sirenas de la policía acercándose desde la lejanía. — Deja su cuerpo aquí, Ran y yo nos encargaremos de recuperarlo después.

Sasaki siguió sin responder.

El menor de los hermanos suspiró, colocándose en pie tomó a la mujer en sus brazos, obligándole a soltar el cadáver de Taiga.

— Tu misión fue cumplida con éxito, ahora debes descansar.

— ¿A qué costo? — La voz rota de Sasaki de dejó oír. Rindo le alzó, llevándola en sus brazos hacia el vehículo mientras escuchaba los sollozos de la menor en su oído, sus brazos aferrándose a su cuello mientras observaba el cuerpo de su compañero quedar atrás hasta desaparecer de su campo de visión.

Ran les siguió, subiendo al asiento del conductor al llegar a su automóvil. Rindo decidió ir a los asientos traseros junto a la mujer, consolándola en su llanto y pérdida. Pronto se pusieron en marcha, dirigiéndose nuevamente al edificio principal de Bonten, en donde su líder y ejecutivos les esperaban.

El mayor marcó a un número, del otro lado no tardaron en contestar.

¿Noticias?

— Está hecho. — Informó Ran. — El líder de Maniacs fue ejecutado por Bushida Taiga...

¿Sucedió algo más? — Preguntó Sanzu desde el otro lado, el silencio de Ran fue suficiente respuesta para el peli-rosa. — ¿Ella está bien?

— Sí... Informaré el resto al llegar.

Entendido.

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Lolamento.

¡Feliz miércoles!<3

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora