CAPÍTULO VEINTE

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CAPÍTULO VEINTE

Aterradora trinidad,

Ahane Choji, no era un hombre que comúnmente se vería caminando por el edificio principal, pero todos sabían que siempre estaba al tanto de absolutamente todo lo que sucedía dentro o fuera de la organización por lo que a Sasaki no le sorprendió que ya se encontrara al tanto con toda la situación del ataque de Maniacs o su temporal alianza con Bonten.

Taiga lanzó un encendedor al rubio quien lo atrapó en el aire y encendió su cigarro. Los tres más importantes de Anhell miraban fijamente a un grupo de cuatro personas quienes se encontraban arrodillados frente a ellos ¿Razón? Traición. La sola mirada de Ahane era suficiente para hacer que cualquier traidor se meara sobre sus pantalones, no había palabras, no había expresiones de molestia, únicamente su intensa y penetrante mirada que parecía ver hasta lo más profundo del alma de un ser humano.

— Bien, lo he decidido. — Sasaki miró a Choji, este elevó una ceja con curiosidad. — Matarlos es ser muy buena con ellos... Choji, Taiga, quiero que se encarguen de sus familias uno por uno.

— Entendido. — Respondió Bushida observando los rostros de los cuatro sujetos palidecer al escuchar que ellos no pagarían las consecuencias de sus actos, sino sus familias.

— Cuando acaben con eso, Taiga, deja el resto a Choji. — El pelinegro asintió. — Bien, debo irme ¿En dónde demonios se metió Shuji?

— Está en el estacionamiento, dijo que te esperaría ahí. — Respondió Bushida, Ahane frunció el ceño.

— ¿Shuji? ¿Shuji Hanma? — La castaña asintió mientras tomaba la caja en manos de Bushida y caminaba a la salida. — Ah, mierda. Ese sujeto está un poco mal de la cabeza.

— Puede que sí. — Ren sonrió. — Pero es buen conductor.

Taiga rio por lo bajo mientras tomaba a dos hombres de sus camisas y los arrastraba consigo al sótano del edificio en donde probablemente serían torturados por varios días antes de acabar con sus vidas, Choji imitó su acción tomando a los otros dos de sus cabellos.

Sasaki suspiró cruzándose de brazos, esos dos hombres podían ser a veces más desalmados que ella, quizá por eso eran sus más cercanos peones. Girándose, Ren fue al estacionamiento en donde Hanma se encontraba ya apoyado en su vehículo, fumando un cigarro.

— Súbete. — El más alto obedeció al ver a la mujer aparecer. Sasaki dejó la caja en manos sobre los asientos traseros, subiendo después al asiento copiloto. — Conduce a mi departamento.

— Dime, Sasaki. — Hanma encendió el vehículo, comenzando a desplazarse rápidamente hacia su siguiente destino. — ¿Es cierto que ha vuelto alguien importante de la organización?

— Si fueras tan bueno cumpliendo con tus deberes, así como escuchas los rumores estarías escalando a la cima, idiota. — Ren suspiró acariciando sus sienes. — En efecto, ha vuelto el tercero al mando después de bastante tiempo. No vayas a meterte con él.

— Ya veo. — El castaño sonrió. — ¿Podemos ir a darnos una vuelta por la comisaría? — La mujer miró al más alto con obviedad, este bufó. — Aburrido.

— Haz lo que quieras cuando no estés conmigo. — Permitió Ren. — Solo ten en cuenta que si alguna de tus decisiones perjudica a algún miembro importante o a la organización en sí te volaré los sesos.

— Lo entiendo, lo entiendo. Será divertido hacer correr un poco a la ley.

Sasaki rodó los ojos, definitivamente no entendía la necesidad del hombre por buscar alguna estupidez que hacer en sus tiempos libres. Entendía que su vida fuera demasiado aburrida, pero incluso cuando ella estaba aburrida no iba a buscar molestar a policías.

Bueno, a veces sí.

El vehículo terminó por detenerse en el estacionamiento de su edificio de departamentos, la castaña tomó sus cosas y bajó del automóvil. Sin decir nada simplemente se adentró a la construcción, estaba demasiado agotada como para lidiar con el más alto. Hanma sonrió al sentir su teléfono sonar y ver un reciente mensaje del asistente de la mujer.

'Ven al edificio principal cuando termines, nos encargaremos de unos asuntos'.

— Bueno, por lo menos tu asistente no es un aburrido. — Murmuró el castaño saliendo de ahí.

[...]

El sol comenzaba a ocultarse para esa hora. Había pasado un día y Sasaki no podía evitar sentirse algo ansiosa por lo que pasaría, estaba segura de que una simple invitación no era todo lo que recibiría del hermano mayor de los Haitani.

— Toma, Ren. — Taiga entró a su habitación entregándole sus tacones.

— Gracias, Taiga... ¿En dónde se metió Choji? — Preguntó la mujer mientras se colocaba el calzado y terminaba de arreglar los últimos detalles.

— Creo que salió por un momento. — El pelinegro miró la hora. — No debe tardar en volver, dudo que sea irresponsable con su trabajo.

— Tienes razón. — Ren sonrió tomando su teléfono. — ¿Sabes algo de Ran?

— Escribió hace quince minutos avisando que estaba en camino, llegará pronto. — Bushida miró a su jefa por unos segundos. — Creí que no te gustaba el vestido.

— No me desagrada. — Contestó Sasaki mirándose al espejo. — Solamente es un poco llamativo, prefiero no llamar mucho la atención, en especial ahora que hay una organización buscando mi cabeza.

— Puedes cambiarlo.

— Está bien así. — Ambos caminaron a la salida. Ni bien había terminado de abrir la puerta los ojos de Ren se encontraron con un hombre alto de ojos violetas que vestía un traje de color azul. — Al fin llegas.

— Siento la demora, nena. — El mayor silbó coqueto. — Vaya, te quedó mejor de lo que esperaba.

— Es extraño que algo no se vea bien en mí. — Bromeó la castaña saliendo del sitio junto a su asistente. — Taiga, ve por Choji, nos vamos.

— Entendido. — El ojiazul se retiró.

Sasaki elevó la mirada notando a Ran quien le observaba con una sonrisa. No pasó demasiado tiempo antes de ser acorralada contra la pared, sus labios uniéndose en un desesperado beso.

— Carajo, no puedes verte tan sexy en ese vestido... — Susurró el mayor mientras apretaba su trasero con fuerza. Sasaki sonrió tirando del labio ajeno con sus dientes.

— No te precipites. — La mujer depositó un corto beso en los belfos contrarios. — Si te pones caliente ahora no llegaremos a la fiesta y me hace ilusión saber a qué tipo de fiestas asisten los increíblemente idiotas miembros de Bonten.

— Me invitan a fiestas todo el tiempo, faltar a una no es nada.

— Olvídalo. — Sasaki le empujó, Ran sonrió siguiendo a la mujer hacia el ascensor.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora