CAPÍTULO VEINTINUEVE

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CAPÍTULO VEINTINUEVE

Alguien más,

— Está bien, nena. Cálmate. — Pidió Ran mientras tomaba una de las muñecas de la mujer y le giraba, depositando un corto beso en sus labios. — Entiendo que te sientas muy molesta ahora, pero nosotros dos tenemos una cita y estos idiotas no la arruinarán.

Los planes de distracción del mayor de los Haitani parecían estar funcionando, Bushida aprovechó la situación. Estaba seguro de que la mujer podría enojarse mucho con él, pero cualquier cosa que hiciera estando en ese estado de desesperación e ira seguramente tendría sus consecuencias después y su consciencia no le dejaría en paz.

Taiga se giró al sentir una mano posarse sobre su hombro derecho, al elevar la mirada se encontró con Choji quien miraba con seriedad la situación, a su lado también se encontraba el nuevo, Shuji, quien sonreía mirando al hombre en el suelo aun sosteniendo su pierna.

— Ren. — La castaña miró a Ahane. — Nos vamos a encargar de esto, comienza a usar el cerebro y no piernas el control.

Sasaki no respondió, el rubio tomó al padre por la camisa, arrastrándolo consigo, Hanma hizo lo mismo con el joven herido, arrastrándolo consigo sin importar su pierna herida. Bushida por su parte solo tomó un brazo de la madre, llevándola consigo, siguiendo a Choji.

Ran acarició la cintura de la castaña quien finalmente bajó el arma.

— Nena, eres demasiado para basura como ellos, no pierdas tu tiempo.

Sasaki entonces cayó en cuenta de lo que acababa de hacer.

¿En serio había amenazado de esa manera a Bushida? Su molestia era tanta que ni siquiera prestó atención a su reacción, pero estaba segura de que el pelinegro debió sorprenderse y asustarse.

Nunca antes le había tratado de esa manera, ni siquiera cuando comenzó a trabajar para ella, desde un comienzo Ren había tratado a Taiga como si fuera un pequeño al cual cuidar.

— Debí romperle el corazón. — Susurró la menor sintiéndose terrible. — Debo pedirle disculpas por eso.

— Él no está molesto. — Sasaki miró a Ran. — Te lo puedo asegurar, solo se sorprendió, pero creo que a ese tipo no le importaría morir por tu mano.

— No digas estupideces.

— Solo digo la verdad. — Ran tomó su arma de las manos de la mujer. — Ahora vámonos, quiero tenerte para mí toda la noche.

— Idiota.

Ran unió sus labios en un beso más lento, sus manos descendiendo hasta los glúteos de la mujer para apretarlos, logrando escuchar un pequeño quejido escapar de la menor.

— Nena, me vuelves loco... — El hombre rio. — Quiero cancelar el resto de planes y llevarte a mi departamento para hacerte mía de tantas maneras diferentes.

— No seas hormonal.

Ambos se observaron por unos segundos, Ran no pudo evitar sonreír al notar a la mujer acercarse y depositar un par de cortos besos en sus labios. Los primeros cortos besos que para Ran no tenían otras intenciones.

Cualquiera que los viese seguramente pensaría que eran una amorosa pareja, nada más que lo contrario, al menos hasta ahora.
Aun así, Sasaki no podía evitar sentir una sensación de calidez en su pecho al encontrarse abrazada de esa manera al mayor.

Ran carraspeó. — Vámonos de una vez.

— Bien. — Ambos subieron entonces al vehículo del más alto, olvidando totalmente la situación momentos antes vivida.

La castaña subió con la ayuda del mayor al asiento del copiloto, después Ran subió al del conductor comenzando a desplazarse juntos hacia su destino.
Sasaki sonrió al sentir su mano izquierda ser tomada por el contrario, entrelazando sus dedos suavemente.

Mentalmente se dio una bofetada, no podía estar pasando eso en serio.

Qué estúpida.

El viaje no les tomó demasiado tiempo tal como había indicado Sasaki a su asistente, y pronto se encontraron bajando del vehículo en un mirador a los pies de una colina.

— Quería venir aquí antes del atardecer. — Comentó Ran. — Pronto se ocultará el sol.

— Qué cursi. — Rio Sasaki apoyándose del barandal, Ran se acercó por detrás colocando sus manos a cada lado de las de la castaña, pegando su pecho a la espalda de la menor. — Es una bonita vista.

— Lo es. — El mayor se inclinó depositando cortos besos en el hombro de Sasaki.

Los ojos de Ren se cerraron, una sonrisa se estiró en su rostro disfrutando del momento y de las caricias que compartían. Una de las manos del oji-violeta se posó en su vientre, atrayéndole más a su cuerpo, sus besos volviéndose más húmedos que los iniciales.

— Detente. — Ordenó la mujer, Ran obedeció alejándose de su cuello, depositando un último beso antes de hacerlo. — No me agradaría hacerlo en un sitio tan público.

— Podríamos ir a los baños del restaurante que está al lado. — La castaña rodó los ojos. — Ren... Hay algo que quiero decirte.

— Espero que no vayas a declararte. — El mayor hizo una mueca. — No vas a declararte ¿Cierto?

— La verdad es que y-

— ¿Ran?

Ambos giraron sus rostros, Sasaki elevó una ceja al ver a una pelirroja a unos metros de ellos vistiendo un largo vestido que se ajustaba perfectamente a su cuerpo.

— Gina... — El más alto maldijo por lo bajo, Ren entendió que había algo que no iba bien. — ¿Qué haces aquí?

— Cariño, habíamos quedado en que nos veríamos en este sitio hoy a esta hora para ir a comer mientras veíamos el atardecer. — Recordó la pelirroja.

Ran se giró hacia la castaña notando su mirada molesta en él.

— Nena, espera un momento, no es lo que crees-

— ¿Por qué le mientes? — El hombre se giró nuevamente mirando a la pelirroja, rogando con la mirada por que se callara. — ¿No le has dicho a tu amiga que planeamos casarnos?

— Nosotros no planeábam-

Una vez más fue interrumpido.

— Entiendo. — Ran miró aterrado a Sasaki cuando esta se soltó de su agarre. — No tienes que decir nada más, Haitani.

— No, preciosa, espera.

— No te me acerques. — Ordenó la menor, Ran le siguió.

— Por dios, Ren, déjame explic-

Ran tosió al sentir la rodilla de la castaña impactar contra su abdomen, logrando hacerle retorcerse hacia delante debido al dolor.

— Se acabó, tus juegos acaban aquí. — Sasaki le miró por unos segundos antes de apretar sus labios sintiendo un nudo instalarse en su garganta. — Eres un hijo de puta muy inteligente ¿Sabes?

Ran sintió su corazón romperse en miles de trozos al notar los ojos cristalinos de la menor antes de que se marchara rápidamente del sitio.
Sus rodillas finalmente impactaron con el suelo, sus manos tomando con fuerza de la tela de su pantalón.

Estuvo a punto de tomar la decisión correcta al elegir a Sasaki.

Pero fue muy tarde.

La había cagado y en grande.

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En mi defensa, me enfermé [cry].

Quería actualizar antes, pero después de publicar el especial de navidad en mi otro libro la vida decidió ser injusta conmigo y me mandó a estar en cama todo el santo día. 

Pero he vuelto, hierba mala nunca muere.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora