Capitulo 11

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Reviso el guardarropa buscando que usar, se supone que pase por Maia en dos horas y recién termino con mi cuarto tras ayudar toda la tarde a Charles en el arcade, más bien probar maquinas con Lucas, volteo a la puerta viendo a mi padre apoyado asu...

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Reviso el guardarropa buscando que usar, se supone que pase por Maia en dos horas y recién termino con mi cuarto tras ayudar toda la tarde a Charles en el arcade, más bien probar maquinas con Lucas, volteo a la puerta viendo a mi padre apoyado asumiendo que termino de bañarse. Entra al cuarto sorprendido del orden y de la cama tendida, se acuesta mientras busco unas zapatillas blancas y ropa interior dejándolo sobre la cama, antes de sentarme a su lado.

—Estas nervioso —afirma a lo que volteo a verlo.

—Nunca traje realmente a nadie que no sea del equipo —respondo lo obvio—, sé que la conocen, pero para ella resulta ser nuevo.

Tomo mi celular y reviso los mensajes del equipo que se burlan de como eche a Lucas al dejarlo en su casa, lo que me impresiona es ver un mensaje de Maia exigiéndome ir antes o me olvide de pasar. Se que no quiere dar explicaciones saliendo tarde y la acorralen exigiendo llevarla, no entiendo porque me esconde, rara vez le oculte algo a mis padres y teniendo a Charles de hermano se hace difícil conociéndome tan bien.

—Sabes si tiene alguna preferencia —niego dejando a su disposición la cena, salvo el postre que exclusivamente tiene que ser algo con chocolate—, jamás creí verte tan enganchado con alguien.

—No te parezcas a tu otro hijo —ataco poniéndome de pie—, demasiado tengo con él como para tener que aguantarte.

—Termina de arreglarte o no será Charles quien haga que tu hermana se comporte mal —oigo a mi padre reír ante la amenaza de mi madre que carga a la princesa de la casa—, estamos listas.

Veo a mi hermana con un vestido rosa y un lazo blanco en la cintura, haciendo honor a su apodo luce una corona, Ameli es la clara imagen de un ángel con sus rizos rubios y ojos avellana, es una pequeña impredecible y sus momentos de tranquilidad son para tener miedo. Aunque espero hoy sea la excepción y sea la imagen de un ángel que no hace nada más que jugar con unicornios y bailar, le respondo a Maia y vuelvo la atención a mi padre que se levanta de la cama besando a mi madre antes de salir.

—Paso por Maia antes –aviso antes de perderlos de vista.

—Llama a Charles y dile que termine, voy a pasar por el restaurante –me informa desde el corredor.

Agarro lo primero que encuentro en el armario y me encierro en el baño dejando que el vapor impregne la habitación, relajarme bajo el agua caliente como de costumbre no está permitido cuando básicamente tengo que correr a buscarla. Por lo que en tiempo récord me estoy cambiando enviándole un mensaje a Alex de que saque al adoptado del arcade, me siento ansioso de como vaya a resultar todo, en especial ante la duda que tenía ayer sin saber realmente como salir sin que sus padres sospechen.

No se realmente que necesidad tiene de ocultar lo que hace, pareciera que teme vivir bajo sus propios límites, no soy quién para juzgar, pero la idea de que uso a su amiga nuevamente como escudo a escaparse conmigo me agrada, obligándome a tener la mejor idea que se me pueda cruzar por la cabeza. El camino a casa de Maia es rápido no quiero llegar tarde, le envió un mensaje de que salga, esperándola en la esquina la veo salir con una mochila y algo que me asombra es ver que lleva su computadora, mejor no puede salir, no puedo evitar evaluarla reiteradas veces notando que tiene las pestañas arqueadas y un ligero labial rosado del mismo tono que su remera con un pantalón ajustado entallado a sus piernas.

INEVITABLE. Correr, ceder y caer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora