Capitulo 24

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La oscuridad me acompaña siendo participe de lo único que llevo haciendo desde el alta; me escabullo entre árboles, agazapado de la vista de los androides, recargo el arma atento al mínimo ruido del ambiente

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La oscuridad me acompaña siendo participe de lo único que llevo haciendo desde el alta; me escabullo entre árboles, agazapado de la vista de los androides, recargo el arma atento al mínimo ruido del ambiente. Camino intentando llegar al rio y seguirlo hasta dar con el laboratorio, quiero llegar sin atacar, pero se me hace imposible estando rodeado y las sombras son mi único refugio ante los sensores.

Me equipo con las armas más letales que conseguí, bombas y equipo de salud en caso de ser necesario, voy al ataque, corro siendo detectado lanzo granadas detrás de mí y disparo todo lo que se me cruza. El ruido del agua es más cercano obligándome a correr a medida que se acercan, salen multiplicándose, las granadas se acaban junto a las balas obligándome a usar las reservas que tenía para el laboratorio.

Me atrapan dejándome inconsciente, pequeños flashes pasan delante de mí haciéndome ver los pies arrastrarse por el terreno, crujidos lejanos, una puerta se abre y el piso blanco se hace presente antes que todo se vuelva negro. No puedo creer que tras tanto esfuerzo debía dejarme atrapar, voy a matar a mi hermano por dejarme solo con este juego, me quito los auriculares e intento ponerme de pie necesitando salir de la cama, Charles no es ningún idiota al darme los adelantos que le dieron en la empresa del último juego que diseño. Adictivo, es la única palabra que tengo para esto.

Camino sintiendo como cada paso se convierte en dagas enterradas en mi abdomen, me apoyo en la pared y trato de llegar a las escaleras viendo a mi madre salir de su cuarto con el cesto de ropa sucia. Me observa y sonrió ignorando el hecho que me prohibieron esforzarme y hacer reposo, simplemente no puedo, lo dijeron soy demasiado inquieto para quedarme en un solo lugar.

—Te ordenaron cama —me recuerda a lo que la ignoro sosteniéndome de la baranda y comenzar a bajar las escaleras—, Álvaro me escuchaste.

—No soy sordo y estoy cansado de estar acostado —respondo volteando a verla.

—Vuelve a tu cuarto a penas soportas moverte, no quiero ver como se te abre la herida, el piso esta encerado como para que andes dando vuelta.

Resoplo viendo como deja la ropa en el suelo y extiende la mano que acepto siendo devuelto a mi cautiverio donde la oscuridad ya me está cansando, me siento en la cama revisando la herida, odio no tener un calmante que alivie el dolor. Asumí que sería tranquilo que no dolería mi error cuando el efecto de la anestesia se acabó, tomo el vaso de agua y le doy un trago antes de acostarme, abre las cortinas dejando que la luz del sol me cegué y recoge la basura que dejo Charlie anoche cuando jugamos.

—Mas vale te comportes.

—¿Que hice esta vez? —reclamo.

Toma el termómetro y me lo pone en la boca acomodando el poco desorden que hay, cuatro días en un hospital junto a mi hermano que no se despegaba de encima y que tras el alta aun no logro deshacerme. Revisa la temperatura y complacida me despeina oliendo mi cabeza y haciendo una mueca recordándome que tengo que tomar un baño, pero al igual que Ameli con sus berrinches, estoy en huelga, al final no planeo ver a nadie.

INEVITABLE. Correr, ceder y caer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora