- OFIUCO. PART.8 -

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El espejo brillaba y la máquina de escribir sonaba en cada teclado que se presionaba.

Te encontrabas en un escenario diferente esta vez, no estabas en altamar, no ibas en un barco o sentías la marea ni la brisa salada del océano.

Estabas ahora viendo como caminaba con cuidado un hombre fornido de apariencia ruda y envuelto en un aura diferente, mientras sostenía una antorcha caminaba en paso lento por ese rio cubierto de plantas y lo que parecía ser unas escamas gigantes.

El hombre no decía nada, el escenario tenía un aura llena de silencio, pero no silencio cómodo sino uno que te advertía de todos los peligros que había a su alrededor.

Hasta que viste que detrás de él se movió con cuidado algo entre el agua.

Heracles: sal de donde quieras que estés... monstruo

Como si esas palabras fueran un conjuro, de la nada alrededor del hombre se levantaron cuerpos de lo que parecían ser una serpiente gigantes, no eran cuellos súper alargados y cada uno era una serpiente diferente.

Todos salieron del agua revelando a una criatura gigante, cabezas de serpiente, cada una diferente unida a un cuerpo igual de reptil como su dueño.

Heracles: Hidra....

Cada cabeza se abalanzo al héroe usando su espada y la llama de su antorcha para defenderse, pero cada mordida era mortal, cada roce con sus colmillos soltaban un veneno que derretía hasta el metal más fuerte y acaba con la vida de una sola gota.

Hasta que una extraña ayuda vino con el héroe

Heracles: ¡VETE DE AQUÍ, YOLAO¡

Yolao: ¡a mí también me dieron esta tarea, puedo ser un héroe sin necesidad de un don¡

Un chico de apariencia sencilla había llegado, con su ayuda viste como el héroe retomo fuerzas cortando las cabezas de la bestia, cada una soltando un profundo alarido lleno de dolor y sufrimiento, pudiste contemplar como algunas lloraban o solo respondían agresivamente a esos dos.

Cada cabeza cortada caía sobre el agua, veías como lentamente ese lago tomaba un color verde oscuros a causa del veneno que desprendían de sus cuellos.

Hasta que de sus cuellos salieron más cabezas y con eso se complicó la misión. Cada cabeza tenía una mirada penetrante y asesina deseando acabar con los hombres frente a ellos, pero de repente la imagen cambio.

Ahora tú estabas en su lugar y las miradas iban dirigidas a tu persona. Sisearon amenazantes hasta que todas abrieron la mandíbula lanzándose contra ti.

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Abriste los ojos encontrándote en tu habitación, aun podías sentir la mirada de cada una de esas serpientes sobre ti.

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– Otra vez esos sueños –

– ¿Qué criatura era esa?

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Miraste el reloj en tu habitación, faltaba una hora para empezar las clases. Te levantaste de la cama y notaste que la caja de Salem se encontraba completamente vacía y acomodada.

Al parecer no durmió en su caja lo cual era extraño, el suele dormir en su caja o sino era contigo en la cama.

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