Pavoverso 1. Cap 29. Cuarentena (2)

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Wen Ruohan se consideraba un padre correcto y con mucha autoridad. Aunque él y la madre de sus hijos no se amaran y ambos tuviesen sus amantes con el conocimiento del otro, mantenían una relación estable, eran compañeros buscando criar a esos demonios suyos que, irresponsablemente, habían engendrado.

- Papá... ¿es esto necesario? – preguntó su hija mayor, Wen Xu.

- Sí, se hace lo que yo diga – respondió simplemente, continuando con su desayuno.

- Papá... somos tus hijos, no puedes tratarnos así – reclamó Wen Chao, sentado al otro lado de la mesa.

- Miren, hijos delachingada – Wen Ruohan bajó su celular y miró a sus dos hijos a través del hule que dividía la casa en dos: las habitaciones de sus hijos y medio comedor del resto de la casa – Ustedes fueron los que quisieron viajar con ese virus suelto por ahí. Ahora se quedan en su pinche lado porque, si me contagian par de burros, les voy a castigar y no les pagaré nada más que sus escuelas –

Su esposa se reía, ella veía en su computadora su trabajo pendiente. Sus hijos habían insistido en salir a Europa, si último destino fue Italia y, apenas abordaron su avión, el país fue declarado en cuarentena también.

- Eso les pasa por pendejos – dijo el hombre, negando con la cabeza – Niños inútiles, nomás esparciendo virus por ahí. ¿Para qué tienen sus pinches privilegios si los mandan a la chingada cuando quieren? –

- Papá, una pandemia no fue nuestra culpa - reclamó su hija, comiendo malhumorada su cereal – No hice yo el mugre virus... -

- No me contestes – dijo él, haciendo que su hija hiciera un mohín – Estos niños de ahora ¿ya los ves, querida? – su esposa solo aguantaba la risa – Uno les da todo, les da para su ropa de marca, les pagas el carro, la escuela, los llevas a visitar lugares exóticos y la madre... y te desobedecen así... - se quitó los lentes y miró a sus hijos – Pero yo no tenía ni qué comer, yo desde que era niño trabajaba –

- Y aquí vamos de nuevo... - murmuró Chao.

- Iba a la escuela de lunes a viernes, en las tardes me iba a trabajar al mercado y luego los fines de semana a cargar fruta y verdura – la señora Wen asentía para mantener a su esposo tranquilo – Pero, nomás que les falte algo, los voy a mandar a trabajar, a que se ensucien sus manos y que ganen su dinero –

Gracias a las medidas de Wen Ruohan, padre estricto y consciente, el coronavirus se quedó en sus hijos y no contagiaron a nadie más en la ciudad. Al menos, no ellos.

MDZS: HECHO EN MÉXICO!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora