MDT: Mi querido entrometido

Capitulo 44: Solo, pero contigo.

Elias

Levante la mirada lentamente, ella se acercó a mi arrodillándose. La levante rápidamente sentándome en el piso con ella encima de manera nupcial.

— Te puedes lastimar. El suelo está lleno de cristales. —Trataba de sonar lo más calmado posible— ¿Como me encontraste?

— ¿cómo te encontré? —puso su mano en mi mejilla y la acarició suavemente.— he leído muchos libros y visto muchas películas románticas como para saber que el protagonista vendría aquí.

Sonrei un poco de manera cansada, puse mi mano sobre la suya.

— Te ves hermosa. —solte su mano ya que la mía tenía algo de sangre.

— Toda llena de vino y despeinada —sonrió y tomó mi mano— No me importa que esté llena de sangre Elias. ¿Que fue lo qué pasó?

No lo pospuse mucho y le conté.

— Hablaban de mi madre, pero no podían hablar de ella, solo la familia sabe la causa de su muerte, la verdadera causa, pero Pietro lo sabe, pietro sabe la verdad, la verdad de todo, de lo qué pasó con Eldrick, de lo qué pasó con Destiny — mi mirada estaba perdida en algún punto del cuarto.— cosas que sólo muy cercanos a la familia sabían. El bastarado de Cupido dijo algo que me confundió aún más, la sangre no se niega Eva, mi abuelo no era un buen hombre... Eva... —Mis ojos chocaron con los suyos.— hablaron de ti y ese fue mi detonante... La mínima blasfemia sobre ti me hace enloquecer. No puedo permitir que nadie hable mal de ti, porque sé que eres buena.

No dije nada más, enterré mi cabeza en su pecho y la abrace a mi fuertemente, escuchando los latidos de su corazón acelerarse, latir al compás del mío, aquí no somos santos los dos, aquí ambos somos demonios a nuestra forma y distinción.

Ella me hace sentir en casa.

Ella me hace recordar que existe lo bueno, pero también me recuerda que todo lo bueno tiene un precio.

Aunque su mirada se oscurezca como la noche más sombría de la vida, ella me demuestra el brillo en esa noche, por eso Eva es mi lucero, porque los luceros siempre sobresalen entre la
Oscuridad y entre las otras estrellas que desearían tener su brillo.

Porque ella me hace sentir en el cielo sin necesidad de estar dentro de él.

— Elias... —murmuró.

Levante la cabeza levemente para darle un vistazo.

— Aférrate a mi, como si fueras a morir. Porque yo estoy dispuesta a levantarte mil y unas veces, aunque no lo parezca, aunque no lo creas. Voy a estar cuando caigas y si no puedo detener tu caída, me arrastrare por el suelo para levantarte. —culminó con una pequeña sonrisa.

Mi corazón, mi corazón sin poder evitarlo, la abrace aún más a mi mientras cedía ante sus palabras.

— Siempre he estado solo, pero ahora estoy contigo. —sonreí levemente.— Por favor, por favor si esto es un sueño no quiero despertar.

La atraje a mi con delicadeza dejando un casto beso sobre sus labios, acariciando su espalda deliberadamente, siendo feliz después de tanta confusión, de tanta ira descontrolada, de tantos problemas.