Capítulo 9

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- Valeria - 


Nunca había pisado en mi corta vida un aeropuerto, y era una sensación extraña. La gente pasando rápidamente por mis laterales en busca de sus puertas de embarque, cientos y cientos de establecimientos, que graciosamente tenían su utilidad; una señora de mediana edad proveniente seguramente del norte de Europa, estaba comprando unos souvenirs muy españoles en una pequeña tienda a escasos metros de mi posición

- Seguro que les lleva un imán de una paella valenciana a su familia guiri - dijo Olga, mirándose en su peculiar espejo que llevaba siempre en su bolso

Reí como una loca

- Eres única, Olga

- Somos - me corrigió - . Siempre nosotras, Valeria

Ambas estuvimos mirando en los alrededores del aeropuerto de Prat, no vimos a ninguna chica como nosotras andar igual de perdidas como estábamos en ese preciso instante. Estaba un poco hambrienta, después de esa carrera que he dado al huir de los brazos de mi padre, mi estómago se manifestaba con unos ruidos muy fuertes, parecía un Gremlin

- Voy entrar en el Starbucks de ahí

- No tengo hambre

- Pero yo sí

- Vamos a perder el avión, Valeria. O mejor dicho, nuestro trabajo

- No tardo, te lo prometo -  puse los ojos en blanco -. ¿Qué puerta de embarque es?

- J50

- ¿Está lejos?

- ¿Me ves con cara de ser el niño de Solo en Casa?

He de reconocer que el sentido del humor de Olga era muy bueno, aunque estuviera enfadada

- Perdona, señorita McCallister

Para ser un Starbucks en un aeropuerto, estaba muy bien conseguido, no era tan grande pero a la vez no era pequeño. Siempre me hacía ilusión comprarme el café aquí, los dependientes escribían mi nombre con una carita feliz en mi vaso. Ese gesto tan ridículo hacía que estuviera contenta en todo lo que quedaba de día

- Bienvenida a Starbucks, mi nombre es Rubén. ¿Qué desea tomar?

- Un café con leche, semidesnatada si puede ser, por favor

- ¿Tamaño grande, mediano, o pequeño?

Valeria, no tienes mucho presupuesto, mi amor

- El pequeño

- ¿Algo más?

- Un brownie - señalé en el cristal del mostrador con los ojos como platos, adoraba los brownies

- Sería todo 5,20

- Tenga - le ofrecí la cantidad exacta 

- Espere por este lado del mostrador para recoger el pedido, muchas gracias y felices fiestas

- Igualmente.... Rubén

Pero qué le pasa, si quedan como tres semanas, en fin

Cuando me dirigí al lugar señalado por el camarero, estaba observando en mi teléfono móvil el pasaporte y todo lo correcto para poder embarcar y empezar mi gran aventura, era mejor tenerlo todo electrónico, ya que así es más cómodo. En ese momento, tropecé con alguien, pero sinceramente me importaba más mi móvil en ese preciso instante

Aquello que dejamos a mediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora