Valeria
Mis ojos tuvieron que acostumbrarse al tenue ambiente que había dentro de dicho lugar. Una vez dentro, miles de turistas se concentraban en un grandioso circulo en medio de una gran sala. Estaban rodeando un gigantesco ataúd de madera oscura, de varios metros de altura, y se podía visualizar desde la primera planta, donde estábamos nosotros, o en la planta inferior.
—Valeria, te presento a uno de los conquistadores más grandes del mundo: Napoleón Bonaparte. Tiene ya sus añitos, pero sigue siendo uno de los mayores personajes históricos del mundo.
—El mayor conquistador del mundo era Alejandro Magno —mascullé, mirándolo con un toque de superioridad.
—Ya, pero me gustan más todos los ideales extremistas que tenía en la cabeza Napoleón.
Me gustaba debatir sobre estos temas con él. Al fin y al cabo, era entretenido tener a alguien con quien charlar sobre estos temas y no aburrirte ni un milésimo de tiempo. Me explicó por encima toda la historia del dirigente soldado francés durante La Revolución francesa, y era increíble los pequeños detalles que Tyler era capaz de contarte.
—En breve será el atardecer aquí en París. Pongámonos en camino hacia la torre Eiffel para que te puedas despedir de esta como debe ser —dijo tocándome el hombro, mientras me disponía a hacer un par de fotos a la tumba de Napoleón.
Me había gustado conocer a Tyler en verdad. ¡Qué jodido son los prejuicios en los seres humanos! Haber coincidido con él, ha sido un revuelto de emociones que nunca creí que volverían a despertar en mí.
No quería que el día se acabase. Le estaba cogiendo un cariño muy grande, y no sabía lo jodido y complicado que serían esos sentimientos de ahora en adelante. Sentirlo tan cerca de mí era como una sensación de paz y protección a la vez para mi cuerpo. Miraba con autoridad a todos los visitantes, ya que, aunque fueran simples empleados o turistas visitando aquel famoso monumento, daba a entender que no se andaba con rodeos con absolutamente nadie. Tan jodidamente oscuro y lleno de estrellas ocultas en el interior de su corazón.
—Nos van a echar de aquí.
—¿Por qué?
—Por mirar de la forma en la que lo estás haciendo a todo el mundo —dije, para acto seguido, relajase sus hombros de tanta firmeza que estaba expresando.
—No me gusta que la gente sepa que puedo llegar a ser a veces un sensible en todos los aspectos posibles —dijo frío.
Me dolió un poco, pues mi manera de ser en la mayoría de las veces era así.
—No tiene nada de malo tener un carácter diferente o menos fuerte frente a las personas, es algo completamente normal. Nadie debería de ocultar eso
Me miró esbozando una sonrisa y acercándome contra él.
AY DIOS.
Me besó en la parte superior de mi cabeza, mientras que las mangas de la sudadera que llevaba Tyler me rodearon el cuello sin fuerza alguna. Sus ojos volvieron a penetrarse con los míos, y me quedaría viéndolos por toda una eternidad.
—Hueles a vainilla.
—Soy un helado —dije riendo.
—Qué frío, mejor un dulce calentito que sepa a vainilla.
—No me sé ninguno.
—Tranquila, que yo tampoco.
Estuvimos dando vueltas en círculo por toda la sala, pues consistía en eso: acercarte todo lo posible a la barandilla que había para asomarte a ver la tumba de Napoleón, que estaba en una planta inferior expuesta; pero que desde arriba, también la podías contemplar. Bajamos abajo y la perspectiva era mejor y no había tanta gente en comparación a la que había arriba. Tyler estuvo examinándola muy bien, sin perderse detalle alguno.
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Aquello que dejamos a medias
RomanceA día de hoy, entendemos perfectamente que las estrellas son pequeños destellos de luces que nacen en un precioso cielo nocturno. ¿Pero qué pasaría si dichas constelaciones fueran personas?, desde un amigo íntimo de la infancia a alguien completamen...