Epílogo

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4 años más tarde


Dejaba de nuevo atrás mi piso en Barcelona. La subida del cargo me había vuelto loca desde que lo acepté. Si antes no paraba para nada de aquí para allá, ahora directamente había días que se me olvidaba hasta de comer. Mi cabeza era un completo desorden constante con demasiadas responsabilidades en lo alto de mi ser. Miré una vez más las dichosas pantallas para encontrar mi puerta de embarque. Pasará el tiempo y los años y seguía liándome con estas cada vez que quería coger un dichoso vuelo. Para Olga era prácticamente lo mismo, ahora con todo el lío que llevo encima apenas me daba tiempo para poder verla. Si me llegan a decir que ella y Ana iban a acabar juntas, con un perro y un piso en Roma, no me lo hubiera creído jamás. El amor, una vez más, sonriéndole a mi mejor amiga.

—Ahí estás... —dije en voz baja cuando por fin encontré el destino del viaje.

Anduve unos pocos pasos para sentarme en una sala de espera antes de entrar. Comencé a mirar las redes sociales de la empresa y vi cómo estas cada día tenían más seguidores y más visitas en nuestra página web.

—¿Has encontrado ya el nombre?

—Sí, mira —le dije señalando la pantalla—. Ahí arriba, ¿lo ves?

—Sí —esfuerza la vista—. Ay, Alemania... A ver qué nos encontramos.

Lo miré y sonreí. Me dio la mano y justo delante de la puerta de embarque me dio un beso delante de toda la terminal. Sin miedos. Sin pensamientos. Sin remordimientos. Sin temor... Únicamente Tyler y yo. Porque no se trataba de dos personas en la vida equivocada, sino de dos almas que llegaron a sentir tanto, que necesitaron seguir encontrándose más adelante para poder llegar a saber más el uno del otro.

A veces sólo necesitábamos del tiempo para poder comprender que no todo siempre sale bien a la primera vez. El amor no tiene ningún tipo de límites que nosotros mismos podamos ser conscientes de establecer, un sentimiento con tantos adjetivo calificativos posibles, que si por mi fuera, me faltarían hojas y cientos de palabras en esta historia para poder llegar a completarlo. Debemos de saber y aprender a caminar con él de la mejor manera posible para que nada se desestabilice.

Todo aquello que hemos dejado a medias, no viene a decir ese intento de Tyler y mío de poder alcanzar una relación y poder llegar a ser felices el uno del otro, como si de un cuento de princesas fuese. No. Nada que ver. Se viene referir a aquellos sentimientos y malas experiencias del pasado que, gracias al uno y al otro, hemos logrado dejar a medias en el camino, pero nunca desaparecerán, ya que las heridas siempre estarán acompañándonos con nosotros, hasta que llegue un momento en el que la cicatriz haya cerrado, pero se siga presenciando la marca en tu piel. Eso mismo habíamos logrado él y yo: a saber cuándo, cómo y dónde era el lugar idóneo para hacerle recordar que nuestros latidos bailan bajo el compás de la música más bella existente en el mundo.

Aquello que dejamos a medias..., sí.

Siempre es bueno recordar que tras haber arriesgado, todo ha merecido la pena.


FIN

Aquello que dejamos a mediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora