Valeria
Sin que Tyler dejase de apartarme la vista en aquellos pequeños instantes que no se quedaba dormido, empezamos a hacer la maniobra de aterrizaje y llegar por fin al aeropuerto. Ámsterdam era una de esas ciudades que siempre tuve la intriga de llegar a conocer alguna vez en mi corta vida. Creo que tuve aquella incertidumbre desde que vi aquella película traumática de dos chicos con cáncer que se enamoran uno del otro... Bajo la misma estrella creo que se llamaba el título de la película. Fui todo lágrimas en el final. Muy traumático todo.
Las chicas y yo nos colocamos en nuestros respectivos sitios cuando Eduardo, copiloto del avión, nos lo indicó a través de la madre de Héctor. Mientras íbamos descendiendo, las nubes pasaban a toda velocidad a través de la ventana, y fue algo que me dio un poco de miedo, y aumentó cuando vi que todo empezaba a botar de una manera un pelín brusca. Anna, sin indicación alguna, se desabrochó el cinturón y se levantó para coger un pequeño teléfono que tenemos para comunicarnos con los pasajeros.
—Señores pasajeros, estamos sobrepasando unas pequeñas turbulencias debido al fuerte viento que hay por aquí en Holanda. Por favor, permanezcan sentados con la espalda recta en sus asientos y con la mesilla de enfrente vuestra colocada y guardada correctamente. Muchas gracias —dijo Ana sin apartarle la vista a Olga mientras ejecutaba la oración dicha anteriormente.
Volvió a su asiento. Ángela la miró con una cara de muy pocos amigos al ver lo que había hecho, y sinceramente, no entendía el por qué. Bueno, ahora que lo pienso: ¿¡Estamos en una puta turbulencia!?
—Esa es una manera muy poco profesional por tu parte de dar indicaciones, Ana —dijo Ángela con cautela y serenidad—. No debes de preocupar a los pasajeros de esta manera.
Ana se quedó observándola atónita, sin entender por qué le decía eso.
—Puedo llegar a comprender a la perfección que lleves muchísimos años más que yo volando de aquí para allá y pisando más países que un Alíen con una nave espacial, pero le puedo asegurar de antemano, que jamás bromearía con alguna situación de "peligro". Estoy muy bien formada. —Dijo Ana, cruzándose de piernas y girando su rostro hacia la ventana que había al lado en la salida de emergencia.
El ambiente se quedó tenso. Mucho diría yo. Los rostros de las personas comenzaron a expresar agobio e incertidumbre en cada fila de asientos. No estaba entendiendo nada. La luz verde de tener los cinturones incorporados estaba encendida, y tenía un presentimiento que me decía que había algo que no andaba bien. Ángela me pidió que fuese a pasearme por los alrededores para ver qué sucedía. Y así lo hice. La mirada de Tyler no se me quitaba de encima como era de esperar. Una madre dormía a su hijo en brazos mientras me miraba sonrientemente. Me quedo parada de brazos cruzados para asegurarme de que no haya nada raro y desvío la vista hacia el lugar donde están mis compañeras de trabajo. Ana y Olga levantándose rápidamente del sitio. Ángela proporcionándole golpes sin parar a la puerta de la cabina del piloto. Se armó el escándalo y el miedo. Sentía que estaba volando, pues el avión empezó a rebajar altura de una manera muy precipitada y sin sentido. Bruscos giros de izquierda a derecha y... otra vez perdíamos altura.
San Juan Bautista de La Salle, ruega por nosotros.
Una madre desesperada gritando el nombre de su hijo sin cesar desde el otro umbral de la puerta. Mis dos amigas golpeando junto a ella en el lugar. La gente gritando sin parar mientras vi cómo las mascarillas de oxígeno bajaron de golpe desde su compartimento. El pánico me consumía tan ferozmente... que todo pasó demasiado deprisa.

ESTÁS LEYENDO
Aquello que dejamos a medias
RomanceA día de hoy, entendemos perfectamente que las estrellas son pequeños destellos de luces que nacen en un precioso cielo nocturno. ¿Pero qué pasaría si dichas constelaciones fueran personas?, desde un amigo íntimo de la infancia a alguien completamen...