Capítulo 10

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- Tyler - 


Es una chorrada eso del amor a primera vista, nunca me lo he terminado de tragar. Suficiente inocente he sido con una relación de la cual pensaba que era totalmente en serio, así es, Tyler el torpe el más torpe e inigualable existe. Pero, dejemos un momento al lado el pequeño trauma con Emma y centrémonos en la chica tan preciosa que había pasado por mi lado en apenas unos diez segundos. ¿Irá también a París?, ¿Cuánto tiempo permanecerá en la ciudad?.

Necesitaba urgentemente saberlo, tenía algo que me atraía demasiado, algo mágico. Siempre he sido muy reservado con las chicas, pero al parecer es la primera vez que me estaba sucediendo esto, iba a ser yo quien tendría que dar el primer paso y presentarse. No estoy preparado, nunca he hecho esto.

Tyler, tienes 24 años, seriedad.

Volvía con otra compañera del avión, al parecer, trabajaba con Lambda, una de las compañías aéreas más conocidas aquí en Europa. Tenía el pelo muy corto y de color castaño, al contrario que ella... su pelo liso rubio era precioso, como un campo de girasoles. Se dirigían otra vez en dirección hacia mí; ella sin apartarme la mirada, y su amiga hablando en un tono un poco extraño... hasta que pude ver que en su uniforme llevaba una placa con su nombre, Anna, y una bandera de Italia en la parte superior derecha de su abrigo. Todo ya me cuadraba.

Tyler, no te eches hacia atrás, te vas a arrepentir todos los días de tu vida si no lo haces. Venga.

-P- perdona - dije tartamudeando.

- ¿En qué puedo ayudarle, señor?.

Dios salve a la reina de Inglaterra, tenía una voz preciosa. Muy suave y delicada, como si aún tuviera 17 años.

- ¿El Louvre dónde se encuentra?

- ¿El museo del Louvre?

-Sí.

-Pues verá... es la primera vez que visito Francia - dijo mirando a su amiga y devolviéndome la mirada-. No me conozco París todavía.

-Y ella... Anna, supongo que te llamas así.

-Claro que sí, Piccolo - dijo mostrando una sonrisa  .

- ¿Piccolo? - dije levantando una ceja.

-Es como niño, en italiano.

-Ah - dije sorprendido y percatándome que la preciosa azafata que tenía ante mis ojos, Valeria, seguía mirándome-. Bueno, usted, Anna, sabe donde está el museo del Louvre.

- ¡Ah! - dijo agarrándole del brazo a Valeria-. La Mona lisa, bellísima obra.

- ¿Dónde se encuentra? 

- Pues ni idea.

Reí, asimilando la situación.

Nos quedamos un par de segundos en silencio, Valeria y yo no nos dejábamos de mirar. Y Anna no dejaba de mirar a Valeria, su expresión facial daba a entender que intentaba leerle la mente de lo graciosa que era.

- Te doy mi número - dije sacando mi teléfono móvil.

- Disculpe, pero, ¿a qué se debe?

Aquello que dejamos a mediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora