Prólogo

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Jimin se encontraba dándose una ducha,  por suerte el agua había salido caliente,  el edificio donde vivía con su padre era viejo y por tanto las cañerías igual,  era como una ruleta rusa,  si tenía suerte el agua salía caliente y si no le tocaba bañarse rápido con el agua fría,  igual el pensaba que el edificio tenía su encanto,  nunca un día era igual al otro.

Se lavó su pelo con el champú de frutilla que siempre usaba,  se enjabono su cuerpo con su jabón de frutilla que adoraba,  luego se enjuago y salió silvando feliz,  si el agua había salido caliente,  el día iría a las mil maravillas,  y hoy necesitaba tener mucha suerte,  saldría a una entrevista de trabajo.

Se puso sus mejores ropas,  en realidad no tenía mucho donde escoger,  así que se puso sus jeans deslavados,  sus zapatillas de lona amarillas,  una polera rosada y su única chaqueta de color amarillo,  un poco colorido,  pero el amaba irradiar alegría y los colores ayudaban a lograrlo,  o por lo menos eso creía,  se miró al espejo,  se lanzó un beso a su imagen y salió de su habitación.

-¡Pollito,  ven a desayunar!- le llamó su padre.

- Buenos días papito- le dijo Jimin sonriendo y acercándose a darle un beso y un abrazo.

- Come pollito, necesitas energía para empezar tu día- le dijo el señor Park sonriéndole con cariño a su hijo.

-Tú también papito,  desayuna conmigo- le dijo Jimin.

El señor Park asintió y se sirvió un vaso de leche de frutilla,  porque era la que a su pollito le gustaba, acompañado de un sándwich de queso y jamón.

-¡ Esta riquísimo papito!- dijo Jimin con su boca llena.

El señor Park se largó a reír por las ocurrencias de su pollito, todos los días comían el mismo sándwich y todos los días Jimin hacía el mismo comentario,  era tan fácil hacer feliz a su pollito.

- Ve a lavar tus dientes pollito- le dijo el señor Park cuando Jimin terminó de comer.

- Voy papito- y salió corriendo hacia el baño.

- Papito ya me voy, deseame suerte- le dijo Jimin sonriendo con sus ojitos y su boca   porque los ojos de Jimin también sonreían.

- Suerte pollito- le dijo su padre besando su frente y Jimin salió feliz,  seguro que hoy sería un día radiante.

Jimin realmente quería conseguir éste empleo, era un empleo básico,  no tenía estudios superiores porque no podía costearlos,  así que era un trabajo para hacer aseo en una empresa,  la paga no era mucha,  pero el no tenía muchos gastos y con la jubilación de su padre era más que suficiente,  su padre era igual de sencillo que él.

- ¡Fighting Jimin!- se dijo a si mismo saliendo del edificio y comenzando a caminar,  mientras inspiraba el olor de la calle y los árboles floridos.

Cuando llegó al edificio se acercó a la recepcionista dándole su mejor sonrisa.

-¿ Qué deseas?- preguntó mirándolo de arriba a abajo.

- Buenos días,  soy Park Jimin y vengo a una entrevista de trabajo- dijo volviendo a sonreír.

- ¿ A que trabajo te refieres?- preguntó la mujer con cara y voz nada de amable.

- Para el puesto de aseo a las oficinas- dijo amablemente Jimin.

La mujer volvió a mirarlo.

- Espera allá,  voy a hacer una llamada- le señaló un sillón al fondo de la recepción.

- Gracias- dijo Jimin y se dirigió hacia el sillón y se dispuso a esperar.

Una chica muy bonita entró y tomó asiento a su lado.

- Hola- saludo a Jimin sonriendo.

- Hola- respondió Jimin sin dejar de mirarla- ¿también viene por trabajo?.

La chica lo miró y  sonrió.

- Soy cantante,  tengo una audición,  mi sueño es pertenecer a esta corporación,  ¿ se nota que estoy nerviosa?- preguntó la chica.

- ¡Naah!, eres muy linda y seguro tu voz  también,  serían tontos si no te dejan- le dijo Jimin sonriéndole.

-¿ En serio crees eso?- preguntó la chica asombrada.

- En serio- le dijo Jimin.

La chica se relajó y sonrió feliz.

- Me llamo Rose ¿ Tú también eres cantante?- preguntó Rose mirándolo curiosa.

Jimin se puso a reír.

- ¡ Ya quisiera yo!, no,  vengo por el puesto de aseo,  mi nombre es Park Jimin,  un gusto,  tal vez cuando seas famosa me des un autógrafo- le dijo Jimin divertido.

- Tenlo por seguro,  me ayudaste mucho a calmar mis nervios,  gracias- le dijo Rose dándole la mano.

- De nada,  sólo dije la verdad.

La recepcionista se acercó igual de amargada que antes.

- ¿Rose, señorita Rose?- preguntó sin ningún atisbo de emoción.

La chica asintió levantándose del sillón.

- Te esperan en el piso seis, toma el elevador- luego de dicho esto se fue de nuevo a su puesto.

- Llegó la hora- dijo Rose despidiéndose de Jimin.

-¡ Fighting Rose!- le gritó Jimin y la chica sonrió perdiéndose en el interior del ascensor.

Mientras tanto el tiempo pasaba y pasaba y nadie se acordaba de él,  fue tanto el rato que sin quierer se quedó profundamente dormido.

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