JEMINA

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-me oculté en la oscuridad del pasillo que daba a la habitación de mis padres. Durante la cena, ambos habían estado tensos. Era habitual charlar sobre cómo nos había ido en nuestro día, sobre las noticias o, en particular con papá, sobre autos. Mamá siempre estaba alegre y, junto con Joseph, se encargaban de preparar la comida. Amaban cocinar juntos. Amaban hacer todo juntos. Sin embargo, aquella noche fue diferente: ninguno de los dos estaba de buen humor para con el otro.

—Dije que no y se acabó la conversación —sentenció mamá, elevando el tono de su voz.

—Ya no es un niño, Bianca —se excusó papá—. Sabe muy bien lo que hace.

—Es peligroso —repuso ella. Esta vez, el tono de su voz indicaba que pronto rompería a llorar.

No quería que mamá llorara.

—Bianca, solo te pido que lo pienses. Creo que es lo que está destinado a hacer.

Silencio.

—Si algo le pasa a mi niño...

—Nada va a pasarle, cariño. —Papá la atrajo hacia él y la abrazó con fuerza—. Estaré a su lado siempre.

Mamá hundió la cabeza en su pechó.

—¿Lo prometes?

Él le besó la coronilla y le frotó la espalda.

—Lo prometo, amor.

Un rato después, cuando bajé al living, me encontré a papá en el sofá. Lucía pensativo. Me senté a su lado y le puse una mano sobre el hombro. Me gustaba cuando Joseph y yo pasábamos tiempo en el sofá hablando de fútbol, de las clases, y de las últimas noticias en el mundo de las carreras: era un tiempo que teníamos reservado para ambos. Él me miró, sonriente; pero en sus ojos se podía ver la preocupación.

—No tienes que hacer nada por mí, papá —dije, con la intención de sacarle ese peso de encima.

Quería el Mitsubishi, pero ¿era capaz de arriesgar el matrimonio de mis padres por un simple coche? Por supuesto que no. A mamá, la idea de que yo condujera el Lancer la había trastocado. Todo el tiempo me recordaba que era peligroso ir por la vida con un vehículo como ese, y mucho más peligroso competir, tal como yo quería. Temía que no perdonara a mi padre por haber ignorado su pedido.

—Ey, quiero hacer esto por ti —confesó él.

—Como si no hubieras hecho suficiente por mí, papá —le recordé. Siempre me apoyaba en todo y me ayudaba con cualquier cosa que necesitara —. Lo mejor que puedes hacer ahora es pensar en mi mamá.

—Siempre pienso en ella.

—Lo sé.

—Pero también en tu hermano y tú. Ustedes son mi orgullo junto con su madre.

—Entonces no la hagas enfadas. —Me reí.

Él se removió en su lugar.

—Hijo, creí que era tu sueño.

—Y lo es —admití. Era mi más grande sueño, más que la carrera de antropología que esperaba comenzar el año siguiente, más que cualquier cosa en el mundo—. Solo que arriesgar el bienestar de nuestra familia no está en mis planes. Y además no quiero que mamá se enfade contigo.

Papá meneó la cabeza.

—Se enfadará un poco al principio. —Sonrió—Pero luego se le pasará, cuando vea tu felicidad. —Se inclinó sobre la pequeña mesa para tomar un vaso de cerveza y suspiró.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora