SAGRADA

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No sentía celos de Julien. Al menos no el tipo de celos basando en inseguridad, sino que más bien mis celos radicaban en que sabía que Katia podía esperar un mejor futuro a su lado; una familia y estabilidad. Pero a mi lado no. Y eso me deprimía un poco. Trataba de no pensar mucho en eso, porque era consciente de lo mal que me hacía. Aun así, tenía la esperanza de que cuando me marchara, Katia encontrara un hombre que la amara más que a nada en el mundo y la valorara por lo que era.

Miré a Katia, sentada en la cocina tomando un café. ¿Qué haría si lo supiera? Se quedaría a mi lado hasta el final. Si tenía la certeza de que lo haría, ¿por qué me lo preguntaba todo el tiempo?

—Ry, ¿vendrás con nosotros? —preguntó, tecleando una respuesta en su teléfono.

—¿Tú quieres que vaya?

—¿Es una broma? —Sonrió mordiéndose el labio inferior—. Te llevaría a todas partes, solo mírate. Todas van a envidiarme —bromeó. Aunque quizás no tanto. Era consciente de mi atractivo. Sobre todo de mis ojos, había algo en su color que siempre había llamado la atención de la gente, cuando para mí era de lo más normal.

—Oh, no creí que solo que amaras por mi cuerpo. Así que resultaste de lo más superficial, Katia.

Me eché a reír.

—No finjas que no te gusta eso, vanidoso.

Levanté una taza de té y le mostré mi mejor sonrisa de suficiencia.

—Bueno, un poquito. Pero solo cuando lo dices tú.

—Tonto.

—¿Entonces vamos?

Ella asintió.

—Sí, a las tres en el Starbucks de la calle Strand.

—¿Y cuál es el itinerario del día, señorita organizadora? —Cuando ella se inclinó y me acarició el rostro, me imaginé volviéndola a amar con en la mañana.

—No fui yo quien organizó la salida, fue Melissa, mi compañera de clase. Tal vez vayamos al cine y luego a comer algo por ahí.

—Ajá. —Mordisqueé un pedazo de pan brioche—. ¿Y quiénes irán específicamente?

—A ver..., bueno: Melissa, Julien, Elliot y Helena. Ten cuidado con Helena, tiene aires de zorra.

Me reí.

«¿Y Julien no?»

—No tienes que estar celoso —dijo cuando le expresé mi preocupación por Julien—. Te amo a ti, y solo a ti, tonto —susurró y me besó. Ya con eso me conformaba—. Rayos, a veces es como si no me escucharas.

Soltó una risita y me abrazó.

—Creo que nunca voy a tener suficiente de ti —confesé, volviendo a besarla.

—¿Lo prometes? —ronroneó contra mis labios y eso me encendió.

Le sonreí.

—Mientras me quieras, estaré ahí. —Respiré profundo. No podía romperme frente a ella—. Pero sé que algún día estarás lista para dejarme ir, y te juro que también seré feliz solo con saber que tú lo eres.

—Nunca seré capaz de dejarte ir, Ryder —musitó y eso me rompió el corazón. No quería que Katia se quedara toda la vida pensando en mí.

Aun así la besé, porque en ese momento era mía, y yo era suyo.

Alguien se aclaró la garganta.

Mi cuñada, con el rostro rojo de furia. Y detrás, mi hermano.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora