LA CAMPEONA

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Como era de esperarse, Katia ganó en las apuestas. La verdad no sé qué había estado esperando, era obvio que iba a salir victoriosa, pues Bruno lo había preparado todo con minuciosidad. Cada pieza de su rompecabezas por fin encajaba. Desde nuestro encuentro en Calle Inter hasta la amenaza a Britanie para que convenciera a Katia.

Maldito.

A pesar de que la ira estaba consumiéndome por dentro, me obligue a calmarme. Yo era Ryder Alexander Montgomery, campeón de la primera temporada de la Fórmula D en Estados Unidos. Y era Rex, campeón de innumerables carreras en Calle Inter. Era el mejor, y todos allí lo sabían. No iba a dejar que un don nadie como Bruno Prime me tomara el pelo ni dejaría que humillaran a Katia. No se lo permitiría. Yo era su campeón, y ella, mi campeona.

Miré mi reloj, eran casi la una y veinte de la madrugada y la primera carrera comenzaba a las dos.

—Rex —dijo el piloto de la carrera pasada en un momento—. Te admiro, pero están diciendo que no eres suficiente para tu chica y que por eso está buscando otro.

Cerré los ojos.

—¿Quién dijo eso? —le clavé una mirada furiosa.

—Tony.

Ladeé la cabeza y respiré profundo.

—¿Estás bien? —preguntó.

Asentí, pero no lo estaba. La sangre me corría con furia y temía estar a punto de explotar.

Mi estado de alteración era tan fuerte que por más que miraba hacia La plataforma, no me di cuenta de que Katia había bajado hasta que estuvo a mi lado y tomó mi mano, y aun así, no me moví. Después de lo que Bruno había hecho, en lo único que podía pensar era en que quería matarlo. Sentía tanta rabia por él como nunca había sentido por nadie.

—Debes calmarte, Rex —dijo Danny—. Tienes que correr con la cabeza fría.

¿Cómo podía correr con la cabeza fría después de lo que había pasado?

De manera inconsciente, Danny me pasó un cigarrillo. No solía fumar, no me gustaba para nada, pero él o Jay me instaban a hacerlo cuando estaba de mal humor o nervioso. Y en ese momento no solo estaba de mal humor, sino también furioso. «Una calada sola y listo», los regañaba Britanie. Cuando el humo pasó por mi garganta sentí una picazón y decidí que sería el último cigarrillo.

El sonido de unos vehículos haciendo drift llamó mi atención un segundo, pero no me volteé a mirar. Ya tenía demasiada distracción con la música a todo volumen que me estaba rompiendo la cabeza.

—Danny, tú has visto lo que hizo —rabié—. Juro por Dios que lo mataría sin sentir remordimiento alguno.

Con mis propias manos.

—Hazlo simple. Gana y no le entregues el dinero —sugirió él.

Miré a Katia, ahora vestida con un abrigo largo y con la mirada perdida en la pista central.

—No me importa el dinero —aseguré. Y de verdad no me importaba, solo corría porque Bruno me había amenazado.

—¿Y entonces por qué mierda corres? —preguntó.

—Porque no tengo otra jodida opción —solté y lo miré como diciendo: tú sabes.

Con el entrecejo fruncido, miró a Katia. Exacto.

—¿Y tú?

—Bruno amenazó con hacerle daño a Ry —explicó, encogiéndose de hombros, y de solo recordarlo, mi sangre entró en ebullición—. No iba a arriesgar su vida por una sola noche.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora