PUEDO SERLO

183 27 21
                                    

No volví a abrir la boca hasta llegar a la casa. Tenía demasiadas cosas en las que pensar. Conocía lo suficiente a Bruno como para saber de lo que era capaz, ya que, por su culpa, el esposo de Britanie había salido mal herido de un "accidente". Por esa razón, cuando pensaba en lo que podía ocurrirle a Katia, me desesperaba.

—Te dio duro —comentó ella, mientras me ponía hielo en el ojo. Ahora sí el dolor resultaba insoportable.

Dejé escapar el aire.

—No tengo talento para una pelea mano a mano —confesé—. No es lo mío. Bueno, por lo menos no lo tengo mientras trato de mantenerme tranquilo.

—Ya lo veo, te dejó un hematoma enorme.

—Mañana me veré rudo —bromeé y me reí.

Ella se echó a reír. Cada vez que lo hacía pensaba que era el sonido más hermoso del mundo. Era injusto que no pudiera decírselo.

¿O sí podía?

—Qué lindo te ríes —solté y ella enrojeció. Apuesto que jamás les contó esta parte de la conversación. Creo que se sintió avergonzada.

—Deja de decir pavadas —dijo sin mirarme.

—No son pavadas, te ríes muy lindo. —Le sonreí, aunque ella no podía verme.

«Todo en ti es lindo»

—Bueno, detente.

«Sí, detente»

Le hice caso porque creí que la estaba poniendo incómoda, y era lo último que quería. Me quedé un rato más con el hielo hasta que la hinchazón bajó.

—¿Quiénes venir a mi habitación a charlar un rato? —le pregunté al tiempo que dejaba el hielo en el refrigerador.

No esperaba que dijera que sí.

Entramos a la habitación, y con la mente hecha un caos, fui directo a mi cama. En medio de todo eso solo podía pensar en que hiciera lo que hiciese, debía poner a Katia primero. Podría sucederle algo malo si me negaba a correr, y eso jamás me lo iba a perdonar. «¿En qué lío me metí?», pensé. Jamás había sentido tanta frustración. Me agarré la cabeza con las manos, como si eso me ayudara pensar mejor. Suspiré, molesto conmigo mismo.

Katia me preguntó qué había sucedido. Hubiera querido contarle la verdad, pero eso implicaba hablarle sobre mi enfermedad, y todavía no estaba preparado para tocar ese tema. Eso no significaba que no confiara en ella, sino que temía que las cosas cambiaran entre nosotros cuando se lo confesara. Tenía la certeza de que me vería con ojos de compasión, y no lo iba a poder soportar.

Le conté que dos años atrás había tomado la decisión de dejar Calle Inter —no especifiqué que fue debido al accidente que a posteriori revelaría mi tumor—, porque de alguna manera sentía que estaba desperdiciando mi vida. Hablamos sobre cómo Bruno había reaccionado a la noticia —puesto que yo era su mejor piloto—, y le terminé contando un poco de mi vida; desde que papá me había regalado el Lancer, hasta su muerte.

—Lo siento tanto. —El tono amable y dulce de su voz me destrozó.

—Murió de un ataque al corazón —le conté. Casi por instinto, mi mirada se dirigió hacia las fotografías que tenía enmarcadas. Si mi padre no hubiera muerto, las cosas habrían sido muy diferentes—. Fue algo inesperado para todos, y me rompió el corazón saber que sin él no tenía rumbo, estaba perdido. Joseph era mi gran apoyo y mi mejor amigo a la vez.

—Debió haber sido duro para ti. —Me tomó las manos con fuerza y pensé que jamás me había sentido tan consolado.

—Él era mi principal motivación, Katia. Fue así que cada vez me iba peor, hasta que un día terminé descalificado. —Tomé una bocanada de aire, no podía derrumbarme—. Volví a Inglaterra y comencé a frecuentar bares. Bebía hasta que mi cuerpo no lo resistía más, solo para olvidar todo lo que había perdido. Mi carrera estaba acabada y mi vida era un asco.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora