UNA PARTE DE MI ALMA

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El lunes me desperté con un dolor de cabeza insoportable. No quise tomar ningún analgésico, porque, de alguna manera, sentía que no lo merecía. Era un razonamiento estúpido, lo sé, porque el hecho de que no lo tomara, no haría sentir mejor a Katia ni arreglaría lo que le había hecho.

Me di un baño rápido y volví a acostarme. No tenía hambre ni ganas de hacer nada, solo quería estar acostado.

Ya era el mediodía cuando Elizabeth llamó a mi puerta y me preguntó si comería algo.

—No —respondí desganado—. No tengo hambre, gracias.

—Qué te sucede ahora —dijo cruzándose los brazos sobre el pecho.

—Nada.

—Está bien, si necesitas algo le diré a Ben.

—¿Qué haces aquí? —pregunté con pésimo humor.

—Max tiene médico.

Asentí.

—Ah, bueno, como te dije, no necesito nada. Solo quiero dormir.

No dijo nada más y se fue.

A los cinco minutos volvió a llamar. ¿Acaso no entendía que no tenía hambre? Volvió a golpear, y con mucho esfuerzo me puse de pie y le abrí.

—Elizabeth, ¿necesitas al...? —Dejé de hablar en cuanto la vi. Era increíble lo mucho que la extrañaba a pesar de haber pasado tan poco tiempo desde la última vez que habíamos estado juntos—. Katia.

Mi corazón comenzó a saltar. Estaba tan contento de verla, hasta que me habló en tono serio.

—Vengo a preguntarte algo, y espero que me contestes con la verdad.

Asentí.

—Creí que nunca vendrías a hablar —admití.

Me hice a un lado, invitándola a pasar a mi habitación. Me sentí extraño cuando no me dejó cerrar la puerta. ¿Tanto me odiaba que no podía estar conmigo en una habitación cerrada?

—No iba a hacerlo, pero esto es importante, o por lo menos para mí. —Se giró. Traté de buscar amor en sus ojos, pero al parecer había sido reemplazado por odio.

—Si vienes en plan de pelea, ahí tienes la puerta —repuse.

—El sábado ibas a encontrarte con ella, ¿verdad?

«Sí, pero no era ella realmente»

—¿De qué hablas?

Ella dio un paso hacia mí y me miró fijo. Por un segundo estuve tentado de decirle toda la verdad, no obstante, eso no era bueno para nada. Bruno era mí problema y yo lo solucionaría.

—El sábado tenías que ir a algún lado, y luego..., ya sabes lo que pasó. —Bajó la mirada, avergonzada—. ¿Ibas a encontrarte con aquella z... mujer?

Me dolió darme cuenta de que Katia creía que ella no significaba nada para mí, y que aquella mañana pude haber estado con otra mujer como había estado con ella.

Por supuesto que no. Katia era sagrada.

—Por favor, contesta.

No dije nada y suspiré. Por el bien de todos, y especialmente de ella, debía callar.

—¿Eso haría la diferencia en todo lo que está sucediendo?

«Terminaré por destrozarle el corazón, y las cosas jamás volverán a ser igual, por más que lo desee con todas mis fuerzas»

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora