VETE, RYDER

139 27 2
                                    

Elizabeth pasó por mi lado diciéndome que podía quedarme con Katia hasta que ella despertara, pero que me disculpara y le dijera la verdad.

Eso era lo que pensaba hacer.

Cuando entré a la habitación, Katia aún permanecía inconsciente. Con un gesto suave, le acaricié la mejilla y luego le quité un mechón de pelo de la frente.

—Me hubiera encantado que las cosas fueran diferentes, Kat —susurré y le di un beso en la mano—. Me pregunto qué hubiera pasado de conocernos antes, no lo sé, tal vez un par de años atrás. ¿Me habría enamorado con locura de ti como ahora? —La miré y sonreí—. Eres lo mejor que me ha pasado, Katia Green.

Y me quedé allí, aferrado a su mano con la esperanza de que cuando despertara, las cosas podrían solucionarse.

Como Katia no despertó, a pesar de que el doctor dijo que podía ser normal, me desesperé. Necesitaba saber que estaría bien.

Al día siguiente mi hermano quiso obligarme a ir a casa, pero no lo logró. No estaba dispuesto a dejarla sola.

El segundo día tardó en llegar. Me sentía agotado y la espalda me estaba matando, pero no desistiría.

Por la noche, Julien volvió, junto con una caja de pizza caliente y una bolsa negra.

—Tu hermano está preocupado porque no comes —dijo con el ceño fruncido—. No pueden seguir así, y deberías darte un baño, apestas. Dudo que a Katia le encante verte así.

—No apesto —respondí, molesto.

—Pues sí. —Se echó a reír—. Pero si quieres ir a mi apartamento vivo a diez calles de aquí. Ah... —Me entregó la bolsa—. Te mandaron ropa, por si aceptas. Prometo que la cuidaré.

Respiré profundo y acepté. Solo me tomó unos minutos zamparme tres porciones de pizzas, tanto que Julien me miró sorprendido. Después de agradecerle por la comida y por quedarse con Katia, corrí —literalmente— hasta su apartamento, me di una ducha, me cambié y volví al hospital.

Por la tarde, mientras la observaba, me pareció ver un pestañeo, pero imaginé que había sido un movimiento involuntario.

Danny llamó a la puerta al cabo de media hora. Me dijo que había dejado el Lancer en el estacionamiento del hospital por si acaso, y me entregó la llave. Lo miré y le agradecí. Danny era el tipo de amigo que te apoyaba en todo, fuera lo que fuese, sin cuestionarte. A él no le importaba si habían pasado dos, tres o diez años desde la última vez que te había visto. Te ayudaba sin importar qué.

—¿Cómo está? —quiso saber.

—Por suerte se encuentra fuera de peligro —respondí, preocupado—. Pero aún no ha despertado, y ya han pasado más de tres días.

—Tuvo mucha suerte, Tony está muerto y ella ha salido con vida de milagro.

—Lo sé, pero también es cierto que el Impreza impactó de lleno del lado de Tony. Si hubiera sido al revés...

—No, ni lo digas, hermano —dijo, sacudiendo la cabeza.

—No sé qué va a suceder cuando despierte —musité con temor—. Le he visto la cara antes de que Tony la arrastrara al coche. Estaba enfadada conmigo, lo sé. Forcé demasiado su amor.

Danny miró a Katia de reojo. Sabía que estaba reviviendo el accidente de su novia.

—Esta chica te ama. Todo lo que ha hecho...

—No tendría que haber hecho nada, pero no puedo juzgarla, porque yo también daría mi vida y todo lo que soy por ella.

Se mantuvo unos segundos en silencio.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora