¡Papá!
Sentí que mis pulmones se vaciaban, como si alguien los hubiera hecho colapsar de golpe.
Me froté los ojos con el dorso de la mano y miré la hora. 03:05 a.m. En mi sueño revivía la muerte de mi padre una y otra vez. Lo más sorprendente era que dolía tanto como había dolido aquel día. El tipo de dolor que anida en ti y jamás se va.
Volví a mirar la hora.
Habían pasado nueve días desde que Katia había llegado a nuestra casa, y podía afirmar que comenzábamos a llevarnos de maravilla. Debo aclarar que me estaba portando muy bien y ella parecía estar contenta. Y hasta estaba convencido de que estábamos a punto de convertirnos en buenos amigos. Sonreí de solo pensarlo. Debía admitir que también me parecía hermosa, no solo físicamente sino también por su forma de ser. Parecía una chica dura, y aunque a veces lo era, tenía un gran corazón; eso me encantaba.
Aquella tarde decidí invitarla al Drive in film club; un autocine ubicado en el estacionamiento del Alexandra Palace. El espacio estaba reservado para el entretenimiento y la cultura. Y allí, en su estacionamiento, algunos días disponían de la enorme pantalla para el autocine. Me fascinaba, era como retroceder en el tiempo.
Katia quedó embelesada con la idea —y eso que había estado muy nervioso, porque no sabía si le iba a apetecer ir—. En cuanto se lo propuse, su rostro se iluminó con una gran sonrisa y comenzó a saltar de puntillas como una niña, lo que me hacía muy feliz. Aunque, claro, no me veía muy atractivo saltando de puntillas y agitando los brazos.
Creo que jamás voy a olvidar la ropa que vestía aquel día: llevaba un vestido amarillo pastel, con pequeñas flores rojas bordadas, que le dejaba los hombros al descubierto y parecía flotar a su alrededor. El cabello recogido en una cola de caballo hacía que se viera todavía más alta.
«Es muy hermosa, ¿por qué?», me quejé.
Imaginaba que muchos hombres se voltearían a mirarla esa noche, lo que para ser honesto, me incomodaba un poco. Sin embargo, Katia me había dejado en claro en varias oportunidades que ella no había venido en busca de una relación. Eso me dejaba más tranquilo. Y si la miraban, ¿qué más daba? Era muy bonita.
—Jamás había ido a un autocine —comentó.
—¿De verdad?
—Sí. —Esa sonrisa otra vez—. Gracias por invitarme.
—Eras la primera en mi lista —bromeé, y ella se echó a reír sacudiendo la cabeza.
Creo que los colores se me subieron al rostro. Me sentía como si fuera un adolescente; lo cual era raro y un tanto perturbador.
A principios de semana habíamos planeado hacer algo juntos, por esa razón lo del autocine me había parecido una gran idea para así conocernos más. Por supuesto, había más de Katia de lo que ella mostraba, y yo estaba dispuesto a interiorizarme. Okay, eso sonó raro.
—Gracias, Ryder —dijo, y mi nombre en sus labios me hizo temblar de emoción.
«Por favor, dilo otra vez», quise decirle.
Respiré hondo al tiempo que la miraba. Ay, no podía dejar de hacerlo y temía ponerla nerviosa. Pero no podía apartar mis ojos de ella.
—¿Estás bien? —El tono de preocupación en su voz no ayudaba.
Le sonreí. Era obvio que estaba poniendo cara de bobo.
—No te das una idea.
A la luz de la enorme pantalla divisé que ella también sonreía. Y por alguna razón, me hizo feliz. Muy feliz.
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Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de Ryder
RomanceEl día en que Katia apareció en mi puerta, fue la primera vez que sentí miedo de verdad. Porque supe, al instante en que la vi, que me enamoraría de ella. Y así fue. Estaba loco por Kat. Y quise ser positivo respecto a ello. Quise creer que ella me...