QUIERO AMARTE

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No puedo decir que besé a Jemina, sino todo lo contrario, que ella me besó a mí. No podría haberlo hecho, puesto que en el momento en que nuestros labios se tocaron, quedé paralizado.

No me lo esperaba, no me lo esperaba en absoluto.

¿Qué podía hacer? ¿Echarme hacia atrás? No, ella sentiría que la estaba rechazando. Creo que de alguna manera obligué a mis labios a corresponderle, incluso aunque no entendiera muy bien qué estábamos haciendo. Éramos mejores amigos, y yo la amaba por eso. Pero, ¿amor romántico? No.

«Perdóname, Jemi, no puedo darte eso»

Sus labios eran suaves y estaban fríos. En medio de mi respiración, noté su olor: Jemina siempre olía a aromas frutales, pero esta vez lo pude sentir con más intensidad debido a la cercanía. Era un aroma fresco y dulzón.

Cuando se separó, me miró con sus pequeños y alargados ojos y me sonrió con una expresión de tristeza. No estaba seguro de abrir la boca. Temía soltar alguna estupidez, tal como habituaba. Por lo tanto, esperé a que ella dijera algo.

Pero no dijo nada, solo se limitó a observarme.

«Por favor, Jemi, di algo»

—Eso fue... —comenzó a decir como si hubiera oído mi ruego—. Creo que no te lo esperabas, ¿verdad?

«¿Qué le digo? ¡Di algo, Ryder!»

Tragué saliva sin dejar de mirarla.

—Hmmm...

De acuerdo, esa no era la respuesta que Jemina esperaba.

—¿Hmmm? Qué quieres decir con «hmmm»

Abrí la boca para decir algo.

—Estoy... —Tragué saliva y comencé a decir—. Jemi...

¡Ay, por favor! Era mi mejor amiga y no sabía qué decirle.

Su teléfono móvil sonó, sacándonos de aquella especie de intimidad. Jemina lo sacó de su bolso y revisó los mensajes con detenimiento, respiró profundo, se pasó una mano por la frente y resopló.

—Jemi, ¿está todo bien?

Ella sacudió la cabeza.

—No. —Por su voz quebrada, me dio la sensación de que iba a romper a llorar—. Mamá quiere que vaya a casa mi tía. Estoy segura de que volvieron a discutir. —Suspiró con fuerza—. Me tienen cansada.

Y se echó a llorar.

En ese instante la atraje hacia mí y la abracé fuerte. Me rompía el corazón oírla llorar. Sabía lo importante que era para Jemina que sus padres se llevaran bien y que todo estuviera en orden en su casa. Sin aflojar el abrazo, sollozó en mi hombro y balbuceó algo que no logré comprender del todo. Al cabo de unos minutos comenzó a relajarse.

—Tranquila —le susurré—. Todo va a estar bien.

—No lo sé... —hipó.

—Verás que sí —dije acariciándole la espalda—. Y esto será solo un mal recuerdo.

Se sorbió la nariz.

—Puede ser.

—No tenemos que ir a la fiesta si no quieres.

Ella se separó, se recostó sobre el respaldo y sacó un paquete de pañuelos descartables de su bolso. Se secó el rostro y se limpió la nariz. En unos pocos segundos estaba impecable otra vez. Así era ella.

—Vaya, quién diría que hace cinco minutos estabas llorando. Te ves estupenda.

—No me gusta estar desarreglada, lo sabes.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora