ADIÓS, AMOR

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Conduje hasta la casa de Britanie tan rápido como pude. Mi corazón se aceleraba de solo pensar que Bruno también se encontraba allí, esperándome. El muy bastardo quería a Katia, estaba seguro de ello.

Estacioné frente a la casa, justo detrás del Toyota Supra negro. Me extrañó no ver el coche de Jay en la entrada, pero no le di mucha importancia. Respiré hondo, tratando de mantener la calma. No me bajé de inmediato, necesitaba enfriar mi cabeza y mis pensamientos antes de ver a Bruno, porque de otra forma me volvería loco. Ya era demasiado que hubiera amenazado al hijo de mis amigos por algo que no tenía nada que ver con ellos.

Como nadie me abrió la puerta al llamar varias veces, decidí entrar.

No vi a Britanie ni a Jay por ningún lado, ¿qué estaba pasando?

—Hasta que al fin te dignas en aparecer —exclamó Bruno con una sonrisa burlona al verme. Estaba parado en medio de la sala—. Por un momento creí que te quedarías con tu preciosa Katia Green. —Mi furia casi estalla al oír el nombre de mi novia en sus labios. Por más que quería saltarle encima y matarlo, me contuve—. Si no me equivoco fueron a un Starbucks con unos amigos, ¿no?

Cerré los ojos y respiré profundo.

—No veo por qué tendrías interés en ella —espeté, pero los nervios me traicionaron al decir cada palabra—. Katia no es más que la hermana de mi cuñada.

—Lo sé todo de ella, no tienes que explicarme nada. —Cerré las manos en dos puños. El corazón me latía tan fuerte que dolía, y tenía la garganta seca—. Sé a qué universidad va, sé cuáles son sus horarios y quiénes son sus amigos. —No, eso era imposible—. ¿Julien Cunning te dice algo? Son buenos amigos, al parecer.

Aquellas palabras me paralizaron. Lo único que oía en ese momento eran mis latidos y mi respiración.

Bruno lo sabía todo de Katia, ¿desde cuándo?

—Vayamos al grano, ¿qué quieres? —gruñí—. ¿Acaso que corra no es suficiente?

—Quiero a tu... —dijo, paseándose lentamente de un lado al otro de la habitación— Katia en La plataforma.

—Katia no —gruñí—. No puedo pedirle algo como eso, apenas la conozco. —Traté de mantenerme en mi papel, pero me resultaba imposible. El enterarme que Bruno sabía todo de mi novia estaba a punto de destrozarme.

El soltó una carcajada profunda.

—¿Crees que soy idiota, Rex? —No esperó a que abriera la boca—. ¡Quiero a la chica! ¡No me importa cómo!

—Participaré de más carreras si quieres —respondí, desesperado—. Te doy mi apartamento y mi auto si así lo deseas.

Bruno chasqueó la lengua y carcajeó.

— A mí no me engañas. Se nota que harías lo que fuera por ella, Rex. Qué patético.

—¿Dónde están Britanie y Jay? —demandé—. Fuiste tú todo este tiempo, ¿verdad? No era Britanie quien me envió esos mensajes ni quien me llamaba. Por eso el remitente era desconocido. ¿Dónde están?

—Rex, Rex, Rex. No puedes salvar a todos —me advirtió.

Entorné la mirada.

—Ellos no tienen nada que ver con esto, déjalos en paz.

—¿Y qué pasará con tu novia? —preguntó en tono calmado. Odiaba cuando me hablaba así. Al menos cuando se alteraba sabía por qué, pero cuando hablaba pausado sabía que él tenía todo controlado.

—Ya te lo dije, no es mi novia —insistí.

Se quedó en silencio un segundo, como si lo meditara.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora