CORAZONES ROTOS

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El viaje a la discoteca fue silencioso y aburrido, lo cual se estaba tornando habitual y horrible. Extrañaba tanto esos momentos en los que nos hacíamos bromas, ella me hablaba de historia o debatíamos por nimiedades.

Apreté con fuerza el volante del Lancer. Era mi culpa lo que estaba sucediendo; era yo quien se había alejado de ella, al dejarme llevar por las amenazas de Elizabeth. Y ahora era Katia quien paga el precio de mi cobardía.

¿Dónde había quedado aquel Ryder que nunca fue sensato?

Imagino que me había obligado a hacer a un lado mi insensatez por Katia. Mi prioridad era que ella no sufriera, pero las cosas no estaban saliendo como había esperado.

Cuando llegamos a Fénix, los amigos de Katia ya nos estaban esperando. Y allí estaba él, con su sonrisa impecable y su cara de idiota encantador.

Lo que más me dolió fue que a Katia se le iluminó el rostro al verlo, como si se hubiera topado con su salvador en medio de un problema sin solución.

—A la mesa la tenemos reservada desde hace casi un mes —explicó Melissa, la amiga de Katia.

—¡Será el mejor año nuevo de todos! —exclamó el que parecía ser su novio, y acto seguido le plantó un beso delante de todos.

Katia y yo sonreímos, incómodos.

Mientras tanto yo me decía que haber aceptado la invitación había sido una muy mala idea. Los ruidos fuertes solían empeorar mis síntomas, sobre todo, el dolor de cabeza.

Entramos a la discoteca, y como era de esperarse, la música —antes atenuada por el encierro— se oía ahora como si tuvieras uno de los parlantes junto a tu oreja. Me pregunté quién podía realmente disfrutar de eso. Bueno, la respuesta estaba frente a mí: los amigos de Katia. A mí parecer, la iluminación era exagerada y a pesar de que el lugar era enorme, estaba atestado.

Después de atravesar el gentío, una mesera nos llevó hasta nuestra reserva; un cubículo amplio, como para unas seis u ocho personas.

—¿Qué van a ordenar? —nos preguntó otra mesera.

—Cerveza —respondió el novio de Melissa, Elliot. Ese era el sujeto que Katia decía que se parecía a mí. Debía reconocer que, al menos en su carácter, se asemejaba un poquito.

—Sí, otra para mí —convino Julien y me miró.

—Una soda, por favor. —La chica me miró sin poder creer que iba a tomar solo una soda—. Debo conducir —me excusé, aunque no tenía por qué hacerlo.

Julien me miró con los ojos entornados, intentando descifrar mi actitud, y yo respiré profundo para no matarlo.

—¡Qué aburrido! —exclamó su amiga, ¿Dara era? Una pequeñita que solo sabía soltar comentarios molestos—. Con esa pinta que tienes no esperaba que fueras así

Yo me encogí de hombros y Katia me miró de reojo.

—¿Estás preparada para tu súper primer beso del año? —interrumpió Elliot al dirigirse a su novia.

—Sí de por sí sus besos son bastantes exagerados —dijo Julien, con una mueca de desagrado—, no quiero imaginarme lo que será su súper beso.

Todos se rieron.

—¡Tú envidioso! —replicó Melissa—. No tienes a nadie a quien besar.

—No quiero besar a nadie —repuso él. Yo miré a Katia, porque era obvio que estaba mintiendo. Quería besarla a ella.

—De todas maneras, no hay nada como el primer beso del año —concluyó Melissa. Y en eso tenía razón. El primer beso del año para una pareja era muy especial.

Para siempre en ti [COMPLETA] Versión de RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora