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CALLIOPE.

Los cuatro caminaban hacia la mansión de Dreesen, acompañados por Milana, una Mortificadora propiedad de La Orquídea a la que habían técnicamente secuestrado para el trabajo que Dreesen requería.

Después de sobornar al guardia en la entrada de la mansión, entraron hasta la oficina de Dreesen, quien evidentemente no los esperaba.

Dreesen: Con sólo verlos me doy cuenta -los señaló-. Criminales.

Calliope: No todos, de hecho -susurró.

Dreesen: No me reuniré con nadie hasta medianoche.

Kaz: Necesitas una Mortificadora -Milana saludó y Dreesen se puso de pie.

Dreesen: Bien, ella se queda y ustedes se largan.

Kaz detuvo a Milana con su bastón, iba a hablar pero Calliope se le adelantó.

Calliope: Las cosas no serán así. Ella se queda y nos das el trabajo a nosotros, todos salimos ganando -dijo, sosteniendo la mirada de Dreesen.

Dreesen: No sabía que Phoenix hablaba por usted -dijo, mirando a Brekker.

Kaz: No lo hace, pero tiene razón.

Dreesen: Señor Brekker, ningún buen hombre de negocios contrata a su primer candidato.

Kaz: De acuerdo, pero tendré que denunciarlo ante el gremio por albergar y secuestrar a un prisionero sin cadena de titularidad.

Dreesen: No lo haría.

Kaz: Ningún hombre de negocios discute por lo que puede tener.

Calliope sonrío para sus adentros. Si algo le reconocía a Kaz Brekker era la excelente habilidad que tenía para lograr que las cosas se hicieran a su manera.

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Calliope seguía sin poder creer de lo que se trataba aquel trabajo. Después de salir de la mansión de Dreesen se separó de los Cuervos para volver a su tienda, acordando que los vería en el Club en cuanto terminara sus pendientes.

Cuando llegó a los Almacenes sólo se encontró con Arek y Vesna, quienes la miraron esperando a que dijera algo.

Calliope: Es real, desearía que fuera una mala broma, pero no lo es -ambos la miraron, confundidos-. La Invocadora del Sol es real.

Y entonces entendieron la preocupación de su amiga.

Vesna: ¿Estás segura? Creí que era sólo un tonto mito.

Calliope: Si aquel hombre hubiera mentido, la Mortificadora se habría dado cuenta. Dreesen quiere que le traigamos a la Invocadora, ahora con más razón debo participar en esto.

Arek: ¿Y si ese hombre sólo dijo lo que creyó ver? Puede que estuviera confundido, tal vez estaba en shock.

Calliope: Sea una farsa o sea real no puedo sólo quedarme de brazos cruzados. Sabemos lo que es capaz de hacer Kirigan con ese poder en su posesión. Ayudaré a traerla hasta aquí y, cuando nos paguen, veré la forma de quitársela a Dreesen de las manos sin que relacione a los Cuervos.

Arek: El trabajo es más difícil de lo que ya pensaba que lo era. ¿Cuándo se van?

Calliope: Dreesen nos dio hasta el amanecer para exponerle un plan, lo cual es casi imposible. Me veré con ellos en el Club en cuanto termine aquí.

Vesna: No tienes que quedarte, ya nos encargamos nosotros de todo aquí -sonrío-. Ah, lo olvidaba -tomó una nota del mostrador-. Tante Heleen envío esto, quiere que hagas la entrega personalmente.

Calliope tomó la nota y la leyó. Era sólo una lista de productos de la tienda, acompañada de la  cantidad correcta de kruge para cubrir la compra.

Arek: Vesna y yo ya preparamos las cosas, aunque no entendemos porque quiere que seas tú quien lo lleve.

Calliope: Porque ya debe saber que estoy trabajando en algo con Kaz y sólo quiere quitarme el tiempo -bufó y tomó el encargo-. Iré a dejarle esto y luego pasaré al Club, no me esperen despiertos.

Ambos asintieron y la castaña salió de la tienda, se extrañó al no ver a los hombres de Brekker que por lo general estaban en la entrada como parte de la protección que le brindaba pero, sin darle demasiada importancia, se encaminó hacia La Casa de Fieras.

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Justo como Calliope imaginaba, Tante Heleen sólo le había quitado el tiempo con estúpidas preguntas sobre el nuevo trabajo de los Cuervos, preguntas que Calliope se negó a contestar.

Las calles estaban más solas de lo normal esa noche. A mitad de camino hacia el Club Cuervo, sintió como alguien le tapaba la boca para cargarla por la cintura y llevarla hacia un callejón cercano. Por más que pataleó y luchó todo fue en vano, el hombre era mucho más grande y fuerte que ella. Cuando estuvieron en lo más profundo del callejón, el hombre la bajó y se quedó detrás de ella. Otros tres hombres la rodeaban, no reconocía a ninguno, pero sí que reconoció la voz que le habló.

Pekka: Lamento haber tenido que recurrir a esto para vernos, Waldorf.

Calliope: Rollins, ¿qué carajos quieres? Creí haber sido muy clara la última vez que nos vimos.

Pekka: Verás, yo estaba muy dispuesto a dejarte tranquila pero -salió de donde fuera que se escondía y Calliope lo miró-, resulta que alguien envío golpear a mis más leales hombre y dejó sólo una nota donde se me amenazaba para que no volviera a acercarme a ti.

Y Calliope de inmediato supo que eso había sido obra de Brekker. "Protejo mis inversiones", le había dicho alguna vez.

Pekka: Sabrás que no me gusta que me amenacen y tampoco me gustan los soplones -le hizo una seña a uno de los hombres, quien rápidamente golpeó a la castaña en el estómago un par de veces.

La Inferni cayó de rodillas, sosteniendo su vientre entre sus manos y tratando de evitar llorar por el dolor. Otro de los hombre la pateó y siguieron golpeándola un par de segundos más, hasta que Rollins los detuvo.

Pekka: Es suficiente, la pequeña Phoenix soplona deberá aprender su lección de otra forma -se agachó para estar a la altura de la chica y tomarla bruscamente del rostro-. Y más te vale Waldorf, que nadie sepa de este pequeño encuentro o, la próxima vez, quien pagué de la misma forma que lo estás haciendo será tu linda amiga pelinegra -sonrío con ironía y la soltó.

Hizo un ademán con sus manos a sus hombres y se fue. Los cuatro hombres tomaron a la chica Waldorf y la llevaron hasta un almacén abandonado cerca. Trató de gritar y zafarse, pero cualquier esfuerzo era nulo pues recibía golpes en respuesta. La dejaron sobre una vieja mesa en el centro del almacén y la chica por fin dejó de pelear para ponerse a llorar, sabía lo que se venía y prefirió soportarlo antes que recibir más daño y humillación.

Phoenix (Kaz Brekker & Calliope Waldorf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora