CALLIOPE.
Cuando los Grisha vinieron a llevarse a su hermano hace poco más de dos años, Calliope Waldorf aún no tenía la edad requerida para poder realizarle la prueba. Pero ahora, sabiendo que era una Inferni y que tenía que mudarse hacia el Pequeño Palacio, deseaba con todas sus fuerzas poder quedarse en casa con sus padres, ignorar que era una Grisha y fingir que podía tener una vida normal.
Por eso lloró, peleó y gritó con todas sus fuerzas cuando los Grisha la obligaron a subir al carruaje que partiría rumbo a Os Alta. No sabía con exactitud qué implicaba pasar el resto de tu vida en el Pequeño Palacio entrenando como Grisha, pero sí sabía que sus padres no habían vuelto a ver a su hermano desde que se lo llevaron.
Y le aterraba esa idea.
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Su primer día en el Pequeño Palacio era considerado un éxito para la pequeña Inferni. Había obedecido todas las ordenes que le habían dado, había tenido entrenamientos perfectos y hasta Baghra la había elogiado después de la sesión que tuvo con ella.
Calliope se había propuesto ser la mejor. Obedecer todas las ordenes, entrenar hasta no poder más, mejorar con cada día que pasara, quería que la reconocieran como una de las mejores Inferni que jamás hubiera pisado el Pequeño Palacio. Quería que el General Kirigan la considerara una de sus mejores soldados y esperaba que eso le concediera algunos privilegios, esperaba que le permitieran volver a ver a sus padres algún día.
Lo único que no había podido lograr era relacionarse con los demás niños Grisha. La mayoría la barría con la mirada, pensaban que quería resaltar más que el resto, sentirse superior, y no se equivocaban. Así que, la primer semana de la Inferni fue la más solitaria durante su estancia ahí.
Una tarde, durante el descanso en el que Calliope acostumbraba seguir entrenando, la Inferni no prestó la suficiente atención por donde iba y tropezó con una piedra, cayendo al suelo y lastimándose la pierna. No había nadie cerca de ella, salvo por dos niños pelinegros que, al verla caer, acudieron de inmediato a ayudarla.
Vesna: No trates de ponerte de pie o podrías empeorar tu pierna.
Calliope: No necesito la ayuda de nadie, así que pueden volver por donde vinieron.
La castaña trató de ponerse de pie pero, al momento de tratar de apoyar la pierna herida, perdió el equilibro y cayó de nuevo.
Arek: Que necia eres -bufó-. Deja que te ayude, soy un Sanador, tu herida no es grave así que puedo arreglarla sin problema.
Aceptar la ayuda le pegaba justo en su ego y orgullo, pero no le quedó de otra y asintió. El chico Sanador pasó sus manos por su pierna y, en cuestión de segundos, la sintió como nueva. Ambos Grisha le ofrecieron ayuda para ponerse de pie, ayuda que aceptó. Movió un poco su pierna para asegurarse que estuviera bien y miró a los chicos.
Arek: No tienes que agradecer, de todas formas no pareces del tipo que lo hace.
Vesna: Me llamó Vesna Amery, soy una Vendaval -señaló al chico-. Y él es Arek Sallow, es un placer -sonrío.
Calliope: Calliope Waldorf, supongo que también es un placer.
Arek: ¿Eres hermana del Mortificador? Khaos Waldorf.
Calliope: Media hermana, pero sí.
Vesna: Con razón, ambos son de los mejores, imagino que viene de familia -Calliope hizo una mueca-. Dicen que tu hermano y otro Mortificador, Ivan, son de los favoritos del General Kirigan.
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Phoenix (Kaz Brekker & Calliope Waldorf)
FanfictionKaz Brekker, o Manos Sucias, jefe de los Cuervos y dueño del Club Cuervo, el bastardo del Barril. Calliope Waldorf, una Inferni fugitiva del Segundo Ejército y miembro de los despojos, la conocen como Phoenix. Dos almas tan parecidas y a la vez tan...