Capítulo 44 - Quebrado (corrigiendo)

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El secreto de Jack - Capítulo 44 ''Quebrado''

—Despierta nene. —una voz que no era ubicada por Daniel entraba de manera estridente por sus tímpanos—. ¡Despierta illo!

Daniel levantó la cabeza abriendo los ojos, a su lado, un chico moreno de piel le miraba con la ceja arqueada.

—¿A qué esperas? Son más de las siete, levanta y acompáñame, es hora de desayunar.

Daniel se levantó con cierta dificultad de la cama, parecía que le faltaban fuerzas, miró como Jesús se ponía un uniforme escolar y las zapatillas.

—¿No te cambias? —preguntó Jesús a Daniel, que le miró sin entender nada.

Daniel iba a contestar, pero no pudo, su voz, desapareció.

Jesús miró al escritorio de Daniel, se acercó hasta él y cogió el neceser, miró dentro y suspiró.

—¿No te dieron nada más que esto? ¿Y tu uniforme?

Daniel seguía sin responder, arqueó los hombros sin entender nada.

—Vale, ven conmigo. —Jesús le hizo un gesto y Daniel le siguió detrás.

Ambos chicos caminaron por el pasillo, que empezaba a ser iluminado por las ventanas que daban al exterior lateral del colegio.

Daniel podía comenzar a distinguir diferentes voces de chicos, ese barullo cada vez estaba más cerca hasta que al doblar la esquina del pasillo, Jesús y él se detuvieron ante varios chicos, que sorprendidos, callaron enseguida, se quedaron viendo a Daniel.

Dos de ellos le miraron y murmuraron algo con los demás, entonces Daniel vio entre ellos al chico que se encontró ayer al llegar, Leonardo, sus ojos se cruzaron y Daniel, intimidado, bajó la mirada.

—Buenos días. —dijo Jesús, a lo que los demás chicos, que en total eran cinco, respondieron con el típico ''buenos días''.

Jesús suspiró y continuó su camino junto a Daniel, éste último escuchó como los chicos murmuraban y le observaban, lo notaba, esa sensación incómoda volvía a él.

Ambos llegaron a una gran sala donde dos mujeres de mediana edad hablaban.

—Maestra, traigo al nuevo, creo que no tiene uniforme ni nada, lo trajeron muy tarde.

Ambas mujeres se giraron, la más mayor, rubia con coleta, fumaba un cigarro que apagó enseguida y se acercó a ambos chicos.

—Gracias Jesús, baja a desayunar, ya nos encargamos nosotras. —dijo la mujer, que parecía bastante autoritaria.

—Suerte, chico. —dijo Jesús con un tono amable y dando un toque en la espalda de Daniel, para después desaparecer por la puerta.

La otra mujer, de cabello oscuro y suelto, se acercó a un mueble de acero y sacó un uniforme escolar como el que llevaba Jesús.

—Creo que esta talla le valdrá. —dijo la mujer de cabello oscuro.

—¿Qué talla usas Daniel? —preguntó la mujer rubia, pero Daniel no contestó—. ¿No dices nada?

La mujer miró a su compañera y ambas tuvieron un gesto de complicidad, prefirieron no insistir.

—Mira, vas a pasar una temporada aquí, así que será mejor que cooperes, mira, yo me llamo Lucía, y mi compañera se llama Belén. —dijo la profesora rubia, desde ahora, Lucía.

Belén, la mujer de cabello oscuro se acercó a Daniel y le dio un uniforme que estaba metido en una bolsa transparente.

—Escucha, las normas son sencillas, —Lucía se acercó a la mesa y sacó un papel—. A las siente y media es el desayuno, a las ocho y cuarto empiezan las clases hasta las dos, a las dos y media será cuando almuerces, de tres a seis puedes visitar el patio, el aula de recreo, la biblioteca, o la sala de juegos, a las seis y media será la merienda y a las nueve y media la cena, a partir de las diez nadie puede salir de su cuarto.

El secreto de JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora