Capitulo 1.

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Secretos.




4 días antes de cumplir mis 19.

Hace 10 años mis padres desaparecieron sin dejar rastros y los policías no le dieron tanta importancia. Para ellos solo fue un simple abandono y cerraron el caso. Nadie de nuestra familia por parte de Papá quiso cuidarnos, daban muchas excusas y al final dijeron que no. Mi abuela Martha por parte de mamá se quedó con nuestra custodia y desde entonces vivimos con ella.

No es tan malo como lo imaginaba.

Justo ahora estoy acostada en el mueble preguntándome si ya estará lista la comida. Mi abuela se tarda demasiado en hacerla, pero al final le queda riquísima. Digamos que la espera vale la pena.

Tengo que levantarme para hacer la maleta pero el mueble está tan cómodo que no quiero levantarme.

Después de tanto tiempo iremos a nuestra casa...

Estoy un poco cansada, esta casa es muy grande y me agota limpiar cada esquina. Ya debería estar acostumbrada pero alguien un poco insoportable se encarga de ensuciarla.

Un movimiento me saca de mis pensamientos y cuando volteo me encuentro a mi hermano mayor con un cojín en sus manos, una sonrisa traviesa adorna su rostro divertido.

En menos de lo esperado ya me ha lanzado el cojín en la cara.

¡Oh no,el no hizo eso!

—¿¡Nick que te sucede!?.—Grité enojada.

—No me prestabas atención.

Cuando estaba por devolverle el cojín, ví a mi abuela en el umbral de la puerta mirándonos con una sonrisa divertida.

—Vengan chicos, la comida está lista.

Ambos nos miramos con caras divertidas y salimos corriendo para sentarnos al lado de mi abuela.

Y otra vez ganó el imbécil de mi hermano.

—Un poco lenta, ¿no crees?.

—Idiota.

—¿Terminaron ya pequeños demonios?.—Preguntó mi abuela de brazos cruzados.

—Ella empezó.—Dijo Nick.

—Tú empezaste.—Me defendí y el negó.

—Nick. Sabes que tienes que cuidar a Anastasia, nada de hablar con extraños y tienen que limpiar su casa. Mi amiga ya se fue.—Recordó mi abuela.

—Tranquila, ya nos imaginábamos que llegaríamos limpiando.—Murmuró Nick.

Dimos las gracias y empezamos a cenar en silencio, no era incómodo. Estábamos acostumbrados a comer en silencio y después hablar de cómo fue nuestro día.

Pensé en el mío.

«Tanto ordenar papeles me estresa.

No sé quién me mandó a mi, ser secretaria del mismo diablo. Sin embargo, algo es algo, ¿no?. Cuando el reloj marcó las 12:20 del medio día pudimos todos salir a almorzar.

Polos opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora