Capitulo 27.

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                 La bienvenida.

Enzo creía que podía soportar todo. Con solo ver sus manos podía ver la sangre de su "novia". El quería fama, poder y riqueza, la rubia no le importaba en ese momento. Lo que Enzo no entendía era como llego hacia Alessandra, no se acordaba de haberla llamado. Todo se volvió negro y sentía que caminaba pero no tenía control de su cuerpo. Comenzo a inquietarse al sentir que asesinaba a alguien.

Al terminar pudo tener un poco de control de sus ojos y con solo ver el pequeño tatuaje en la oreja, todo su mundo se desmoronó.

Todo deseo de poder, fama y riqueza, se esfumó. Ya era muy tarde, su chica no aguantaría.

Gritó muchas veces pidiendo el control de su cuerpo, pero, dicha petición jamás llegó. Había roto su promesa de no llorar, al presenciar la muerte de su madre. Fue la primera y la última vez que el lloró.

Nunca llegó a ver el rostro de la persona que mató a su madre. Enzo no lograba entender que hacía en casa de Anastasia, tampoco entendía por qué recordó a su madre en ese momento.

El había tratado de suprimir ese recuerdo.

El timbre de nuestra casa a sonado tres veces. Mi madre quedó congelada al escuchar los tres toques seguidos, como si supiera quién es.

—Mamá.—La llamé pero no volteó a verme.—Mamá, abriré la puerta por ti.

Volteó a verme asustada y negó varias veces, no entendía por qué estaba tan asustada.

—Enzo..., pequeño. Entra al clóset y no salgas hasta que te diga.

Esa tarde su madre le había preñado su comida favorita y quería esperar.

—¿Y la comida?, se pondrá fría.

Sonrió  y de sus ojos salió una lágrima.

—No te preocupes, no se pondrá fría.—Besó mi frente y me miró a los ojos.—Enzo, entra al closet y no salgas hasta que escuches la sirena.—Advierte.—Prométeme que no saldrás, hasta que lo hagas.

Asentí y fui al closet. Al esconderse en el closet escucho la puerta abrirse.

—Ya elegiste.—Escuchó una voz varonil.

—Sí, lo elijo a el.

—No puedo dejar cabos sueltos y lo sabes.

—Prefiero ser yo.

—El te hizo débil.

Haría cualquier cosa por ese niño.

Al segundo se escuchó un disparo y después otro.

Y por último, otro disparo.

Temblaba del miedo escondido en  closet.

—Recuerdalo Naiya, el vendrá a mí.—Esa misma voz varonil.

Ya no escuchaba a mi madre.

—Sonó la alarma, debemos irnos.—Habló otra persona.

Enzo nunca supo a qué se refería aquella persona y siempre se pregunto porqué su madre. La policía llegó y Enzo salió de su escondite y al ver la alfombra blanca manchada de rojo, lloró.

Polos opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora