Me quedé helada.
-¿Tiene algo de malo si lo fuera?- pregunté sarcástica.
-Tienes casi diecinueve años, y a la mitad de los muchachos del pueblo detrás de ti, sin descontar que eres ardiente, ¿cómo es que sigues siéndolo?-.
-No lo soy- admití intentando evitar el rubor.
-¿Con quién fue?- preguntó curioso mientras yo lo observaba con los ojos como platos- oh vamos, eres como mi hermana, ¿no vas a contármelo?
-Ni en sueños-.
-¿Fue con alguien del pueblo verdad? ¿del instituto?- cuestionó- ¿con Federico, ese chico sexy que va detras de ti?- me miró y no contesté- entonces dijo, oh... ¡sabía que había sido con él!
-¡No! No fue con él, ni con ningún chico del instituto, Marco- gruñí.
-¿Fue con una chica?- abrió los ojos sorprendido, y noté una leve pizca de excitación-.
Comencé a reírme a carcajadas tras su expresión.-No fue con una chica- comenté entre risas.
De ninguna manera me haría confesarle que mi primera vez había sido con Jorge.El se me quedó observando, no se quedaría sin una respuesta.
-Fue con un chico del instituto al que iba en Doncaster, unos meses antes de cumplir dieciocho- maldita y descarada mentirosa, eran mis nombres.
-¿Y qué tal? ¿te dolió? He de decir que los hombres salimos en gran ventaja de esto ya que...- volví a interrumpirlo.
-¡Callate! ¡No quiero escucharte!- tapé mis oídos, ahogando su risa.
Habían pasado más de diez minutos y el profesor no aparecía, cuando estaba a punto de recordárselo a Marco, un hombre joven, de unos veintiséis años entró por la puerta.
Me quedé impactada.
Era realmente guapo. ¿Sería un estudiante nuevo? Ojos color chocolate, y pelo castaño. Fuertes bíceps debajo de una camisa blanca al cuerpo. Rostro perfecto y aniñado.
Parecía un modelo salido de una revista adolescente.
-Hola clase- anunció parándose frente a todos y casi se me disloca la mandíbula al escuchar lo que dijo- soy su nuevo profesor, Diego Dominguez.
¡Dios me bendiga! ¡¿Ese era nuestro profesor?! A partir de ahora jamás volvería a llegar tarde a la clase.
-Se te caerá la baba- susurró Marco riéndose.
Golpeé su codo disimuladamente y el se quejó.-Seré su nuevo profesor el resto del año, ya que el profesor Slavings, se ha jubilado, como deben haberse enterado- dijo observando a todos en general.
Su voz era fuerte, clara, y masculina. Aunque su ápice era jovial. No parecía ser un tipo exigente, se expresaba con amabilidad y casi con dulzura.
No pude quitar mi mirada de él en toda la clase, y Marco se la pasaba haciéndome bromas.Era la primera vez que no quería que acabasen las dos horas de literatura desde que había entrado a la universidad.
Todo en él era tan perfecto.
Al terminar las horas, y de mala gana, junté mis cosas y me dirigí a su escritorio mientras procuraba que mis pies se movieran luego de estar tan cerca de él.
-El ensayo- anuncié dejando mis dos hojas sobre su escritorio y él levantó su mirada.
El corazón me dio un vuelco.-Mañana sabrás tu nota- sonrió y me sonrojé.