Mañana

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Marco guardó silencio unos minutos mientras conducía con el ceño fruncido.

-¿En qué momento haz decidido que lo amas?- preguntó con elocuencia.

Suspiré.

-No lo he decidido, simplemente,... lo he asumido-.

-¿Se lo haz dicho?-.

Lo miré asustada.

-Eso es lo que me preocupa.

-¿Qué cosa?- preguntó confundido.

-Eso- repetí nerviosa.

-¡¿Qué cosa?!-.

-¡No le he dicho que lo amo!-.

-¿Y cuál es el maldito problema?- gruñó abrumado.

-Lo siento, lo siento. No te enojes... se que te estoy estresando...-.

-Martina- me interrumpió con calma- ya dime.

Suspiré de nuevo, y le conté lo sucedido en el auto de Jorge antes de entrar a clases.


-No seas tan dramática, Martina- dijo divertido- ¿tanto escándalo por eso?-.

De alguna forma, la tranquilidad de Marco me alivió.

-Pues no lo sé, ¿tu que piensas? ¿se habrá dado cuenta que lo amo?- balbuceé nerviosa.

-No lo sé, quizás. Y si fuera así... ¿cuál es el problema?-.

-No quiero que lo sepa. Acepté vivir con el apenas ayer, cuando finalmente... cedí a lo quiero. A lo que mi estúpido, asqueroso y patético corazón quiere.

El rió animadamente mientras estacionaba su auto en el aparcamiento de la cafetería.

-¿Te das cuenta que tampoco me has contado que te mudaste con él?- me dijo en tono de reproche.

Lo miré y hizo un puchero.

-Me has olvidado- dramatizó con expresión triste.

Un "awww" se escapó de mi garganta.

Lo abracé pasando mis brazos sobre sus hombros y el besó mi frente.

-Eso es manipulación- susurró riéndose- las cosas no se arreglan con abrazos-.

Lo abracé más fuerte y besé su mejilla.

-Mentira. Ya estas perdonada.

Ambos reímos.

-No sé que hacer, Marco- me puse seria- he decidido callar un poco a mi parte racional para estar con él, pero estoy demasiado enamorada- miré fijamente a la vista exterior- saldré lastimada, pero ahora estoy demasiado feliz como para que eso me importe.

-Martina, tu lo haz dicho. Saldrás lastimada si el no corresponde a tus sentimientos-.

-No corresponderá, es muy mujeriego... -dije triste- y aun así lo amo.

-No cambias más- rió- pero siempre tendrás a tu sexy mejor amigo para cuidarte- besó mi mejilla-.

-A ti también te amo- reí.

-Entonces bésame pícarona- dijo con voz femenina y estallé en carcajadas.

-No te amo de esa manera- le reproché mientras me bajaba del auto.

-Ni modo. Me amas y punto- dijo victorioso pasando su brazo por mis hombros mientras caminábamos a la cafetería.


Y así pasaron las semanas. Supe que no debía preocuparme, porque ciertamente no quería hacerlo.


-Mañana es tu cumpleaños- dijo efusiva mi mejor amiga mientras caminábamos por el parque.

-Lo sé- suspiré resignada.

-¿Cuál es el problema?- preguntó frunciendo el ceño.

-Tendré diecinueve años- Franchesca me miró interrogante- luego veinte, veintiuno, veintidós, y finalmente tendré treinta- dije dramática.

Ella rió y me codeó.

-Vamos, Martina, disfruta, vive el momento- dijo haciendo comillas con los dedos.

-Supongo.

-¿Qué crees que te regalará Jorge?- preguntó ansiosa.

-Nada, bueno... no sé.

Ella me miró riendo y supe que algo se traía entre manos.

Había visto ese pequeño destello que hay en los ojos de un niño cuando sabe que ha hecho una travesura.

Sentí un revoltijo en mi estómago.

-¿Qué sabes?- inquirí directa.

-¿Qué?- preguntó haciéndose la indiferente y despistada-.

-Sabes algo acerca de mañana ¿verdad?-.

-¿Yo? No, no. Claro que no- respondió atropelladamente.

-No mientas-.

La miré fijamente a los ojos.

-No miento- desvío la mirada, y seguimos caminando.

Mi celular sonó.

Llamada entrante de Jorge "suculento" Blanco, como él mismo se había agendado en mi teléfono.

-¿Sí?-.

-Hola cielo- dijo el "suculento"- ¿dónde estas?-.

-Con Franchesca, ¿por qué?-.

Ella me miró cómplice.

-Pues quería avisarte que saldré a la ciudad y volveré mañana. No quiero que te quedes en casa sola, ¿puedes quedarte con ella?-.

Me quedé atónita. Fruncí el ceño y debatí mentalmente si tenía que preguntarle porque rayos se iría a la ciudad. Y aun más, sin mi.

Pero como ya habíamos dejado claro hace unas semanas atrás, nuestra relación consistía en estar juntos por la maldita "química" que existía, con exclusividad, y punto. Nada más.

El no había mencionado "enamorarse perdidamente del otro", como estaba sucediendo en mi caso.

Pero yo lo había aceptado así, y ahora tendría que soportarlo.

-¿Y bien? ¿puedes quedarte con ella?- preguntó él del otro lado de la línea.

-Sí- me aguanté las ganas de abrir la boca y soltar las diez millones de dudas que tenía al respecto- entonces nos vemos mañana-.

-Te extrañaré ésta noche, linda-.

"Ésta noche", soy sólo sexo para él- me lamenté interiormente.

-Sí, ya lo creo-.

-¿Sucede algo?- preguntó preocupado.

-No, nada. Lo siento, estoy algo distraída-.

-Prometo llegar lo antes posible, quiero pasar el día contigo-.

-No será muy diferente a otro día- dije mientras caminaba.

-Será tu cumpleaños, quiero que sea especial-.

Sonreí tontamente.

-¿Nos vemos mañana?- pregunté dándole fin a la conversación.

-Claro, hasta luego, te a...-tosió nervioso- te quiero Martina.

¿Quien Te Crees? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora