Debo Irme

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No podía pensar, tenía la mente nublada por una neblina de deseo, excitación y aturdimiento.

Jorge miró fijo a mis labios. Adiviné su intención y aparté la cara antes de que volviera a besarme. Me tomó del mentón y cuando creí que estaba a punto de estampar sus labios contra los míos, él solo suspiró contra mi mejilla. Y deposito un dulce beso en ella. Se lo encontraba tranquilo, pero sus ojos expresaban sufrimiento.

Mi respiración era entrecortada. Quise fruncir el ceño pero mi expresión estaba tan suavizada por su tacto que no pude.

Un estrecho margen de aire había entre nosotros, y en cualquier segundo lo suprimiría. Pero no quería volver a caer en ello. Por más que me doliera en el alma, ya estaba demasiado herida como para seguir clavando la daga aun más profundo en mi corazón.

Acaricié su cabello y él cerró los ojos. No aguantaba esa tristeza en ellos. Parecía honesto, sincero... puro, pero dolido. Al igual que yo.

El claxon tronó fuera de la casa y salí de mi ensoñación.

-Debo irme- susurré.

El abrió los ojos y volvió a suspirar.

-Esto no puede quedar así- murmuró.

-Bien, más tarde hablaremos. Pero ya he quedado con Marco- una pequeña chispa de ira cruzó por sus ojos e intentó ocultarla.

Besé su mejilla, ignorando el ardor que tenía en todo el cuerpo y el latido frenético de mi corazón. Acomodé un poco mi vestido y mi pelo, luego abrí la puerta y me dirigí al coche de Marco.

-Perdón por la tardanza- me disculpé mientras él me abría la puerta del copiloto.

- Si tardaste para verte así de hermosa, créeme que estas más que perdonada-.

Sonreí.

Puso el auto en marcha, y miré disimuladamente como Jorge entraba en su casa.

-¿Qué sucede?- preguntó Marco mirando en la dirección a la que yo lo estaba haciendo- ¿has estado con él?- cuestionó sorprendido.

-No, sólo... no sé-.

Estaba confundida, aturdida, y molesta. Quería obligarme a pensar que Jorge sólo estaba jugando, que al día siguiente volvería a ser el mismo patán que había sido esos tres meses atrás. Pero estaría mintiendo si diría que no había sentido nada con ese beso. ¿Estaría el jugando en realidad? ¿por qué de un día para otro el cambiaba tanto de actitud? ¿por qué demonios había declarado una guerra mi primer día de instituto?

-No hablaremos de eso si no quieres-.

Sonreí de nuevo. Esa era una de las razones por las que Marco se había convertido en mi mejor amigo. Era bastante optimista y distraído. No se hacía problema por nada, siempre estaba de buen humor, y se comportaba comprensivo.

-Gracias- suspiré- ¿falta mucho?-.

-No, casi llegamos. La fiesta terminará tarde, así que mamá dijo que puedes quedarte a dormir, si así lo deseas- dijo rápidamente Marco.

-No creo que sea adecuado- me incomodé.

-Oh vamos... no te sonrojes- dijo riéndose y me alivié un poco- si es que te quedas, dormirás en la habitación de huespedes, Martina- volvió a soltar una carcajada y lo acompañé- ¿creíste que dormirías conmigo?-.

-No,... yo... sólo- el me miró burlón- si, eso pensé- admití.

-No creo que te agrade dormir conmigo, Martina- arqueó las cejas- ronco mucho y suelo ser muy inquieto. Incluso hablo dormido- agregó.
Comencé a reírme.

-¿Qué tipo de cosas dices?- pregunté intentando contener las carcajadas que amenazaban con salir de mi boca.

¿Quien Te Crees? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora