-¿Qué diablos viene a hacer aquí?- farfullé en voz baja.
-¿Qué?- preguntó Jorge.
-Nada, saca a bailar a tu madre, hombre. Vamos- le dije empujándolo hacia la mesa de Anne, él rió.
-¿No quieres bailar conmigo?- dijo mirándome fijamente.
-Más tarde, ve por la mujer que te dio la vida-.
Jorge rió, dejó un casto beso en mis labios y se marchó hacia la mesa en la que se encontraban su madre, padrastro y padrinos.
Me dirigí inmediatamente hacia el Castaño.
-¿Quién demonios te invito?- gruñí mientras él me daba la espalda.
Percibí su sonrisa aun sin verlo de frente.
-Facu, el tipo es muy agradable... -comenzó el como quién no quiere la cosa, bufé.
-No creo que seas verdaderamente un amigo de Jorge como para estar aquí- dije tajante- ¿cuántas veces se han visto? ¿dos, tres?- intenté sonar lo más ácida posible.
-¿Cuántas veces has estado en su cama? ¿dos, tres?- me citó y tragué en seco.
La asquerosa sabandija había cruzado los límites.
-Dime una cosa,... -comencé peligrosamente tranquila- ¿quién diablos crees que eres para venir a decirme estas cosas?- le cuestioné aun manteniendo la frialdad y acidez al límite.
El me miró fijamente y luego sonrió.
Arqueé una ceja esperando su respuesta.
-No es un buen momento para decirlo, pero si me lo pones de éste modo...-.
-¿Qué sucede?- interrumpió Jorge acercándose a mi.
Mi expresión colérica debía ser demasiado obvia.
-Vete al demonio- largué antes de salir de allí casi a trompicones.
Lo sabía, desde aquel desafortunado día en que lo conocí, él no era, no es, ni será, digno de confianza.
{Narra Jorge}
-¡Martina!- grité a sus espaldas pero ella no se detuvo. -¿Qué sucedió?- le pregunté a Francisco totalmente confundido.
El suspiró autosuficiente.
-Aléjate de ella-.
Casi se me sale la mandíbula de lugar.
-¿Qué?-.
-Aléjate de ella- repitió él mientras bebía una copa de vino tinto.
-¿Qué demonios...?-.
-La lastimarás- advirtió, interrumpiéndome- ya lo haz hecho antes, ¿quién dice que no lo volverás a hacer?-.
-¿Quién mierda te ha dado carta en el asunto, Francisco?- pregunté con la ira a flor de piel intentando no lanzarme encima de él y hacerlo añicos.
-Dí lo que quieras- dijo él- la lastimas, y yo te arranco la cabeza, ¿haz entendido?-.
-¡Maldito bastardo!- gruñí avanzando hacia él y pegándole un derechazo improvisado. Su labio comenzó a sangrar, y se levantó del suelo algo aturdido.
Su expresión se agudizó y se acercó a mi.
-¿Te crees lo suficientemente fuerte?- preguntó antes de golpear mi estómago.
{Narra Diego}
Al salir del baño, caminé con la intención de volver a nuestra mesa, pero una reyerta en el jardín llamó mi atención.
-¿Qué sucede aquí?- grité cuando vi a Francisco y Jorge golpeándose a morir.
Como lo supuse, ambos me ignoraron y continuar a los golpes.
-Hey, hey, hey- intenté separar al castaño de Francisco pero no había caso- ¡alguien ayúdeme!- gruñí lo más alto que pude.
Escuché pasos a mis espaldas mientras seguía intentándolo separarlos.
-¡Suéltame Diego!- advirtió Jorge.
Un hombre moreno y grandulón se acercó tomando a Francisco de los brazos, justo a tiempo antes de que incrustara su puño en el rostro de Jorge.
-Sácalo de aquí- le dije al guardia quién se llevó a Francisco hasta la recepción.
{Narra Martina}
Escuché unos gritos en el jardín cercano al parque y agudicé el oído.
¿Jorge?
-Anne... ¿escuchas eso?- le pregunté y ella me miró entrecerrando los ojos.
-¿Jorge?- dijo y la miré con los ojos como platos.
No cabían dudas.
Corrí sin esperarla hacia el jardín de dónde provenían los gritos.
Al llegar, encontré a Jorge intentando ser controlado por Diego.
Su labio inferior sangraba y tenía un leve corte debajo de la ceja izquierda. El corazón me dio un vuelco y me acerqué a él.
-¿Qué sucedió?- pregunté casi sin aliento mientras lo abrazaba.
Él se quedó inmóvil intentando controlar su respiración.
-Francisco- me confirmó lo que ya suponía, Diego.
...genial.
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