-Pero primero me casaría- le dije mientras tomaba al bebé en brazos y le daba una bandeja de comida a él.
El me observó impactado como si eso lo asustará. Oh oh, ¿el tendría pensado casarse alguna vez? No es que fuera una necesidad casarme, pero me gustaría hacerlo alguna vez y mucho más tratándose de alguien a quien ame tanto.
-Voy a dejar esto en la mesa- me avisó el distraídamente y con la mirada perdida.
¿Metí la pata? Hasta el momento me encontraba segura de que a el le gustaría casarse conmigo alguna vez, pero... ¿realmente era así?
Deje los nervios de lado y me dije que sólo estaba exagerando. Eso esperaba...
El almuerzo transcurrió entre risas de parte de todos. Nos encontrábamos en casa de Anne, rodeados de familiares que venían a conocer el bebé de Gemma.
Jorge ya no vivía allí, puesto que se había mudado conmigo a una casa cerca de la Universidad y también de su empresa. Sí, otra casa. Me había mudado tantas veces que había perdido la cuenta.
No volvimos a tocar el tema del matrimonio luego de eso. No porque yo no quisiera, sino porque el ni me dió el tiempo a hablar.
Una vez que entramos a la espaciosa habitación, se lanzó sobre mi haciéndome caer sobre la cama.
-¿Jorge?- le dije confundida pero con una sonrisa en el rostro.
-He estado deseando esto toda la tarde- dijo contra mis labios y luego me besó.
Una corriente eléctrica de deseo me recorrió toda la columna vertebral y luego viajo hasta mi bajo vientre.Su lengua entró en guerra con la mía, y saboreé toda su boca. Deslizó sus manos por detrás de mi espalda hasta mi trasero y me dió un apretujón. Al cual solté una especie de risa- gemido.
Con su rodilla, me separó las piernas y las puso a ambos lados de su cadera mientras besuqueaba mi cuello y me hacía perder la noción del tiempo.-Quiero hacerte mía, ahora- gruñó en voz baja sobre mi oído. -Me encantas-.
Mordí mi labio y le quité la camisa con rapidez.En hábil giro, quedé encima de él, devorándo sus labios mientras movía la cadera buscando fricción. El jadeó y su expresión de placer encendió lo que quedaba de mi.
Me quitó el vestido y lo arrojó lejos de la cama mientras me observaba.
De repente se puso serio y se sentó conmigo aun en sus piernas.-Quizá haya estado con muchas mujeres - empezó y me puse tensa- pero me alegra saber que eres tú a la única que amo y siempre amaré- continuó su recorrido de besos desde mi mejilla, demorándose en mi cuello, y luego hasta la curvatura de mis pechos.
Sonreí y luego lo recosté de nuevo. Le quité -con su ayuda- los pantalones, quedando ambos en ropa interior.
-Nadie te amará tanto como yo te amo- susurré en su oído- eres definitivamente, lo mejor,... lo mejor que me ha pasado en mi vida- el me apretó contra su cuerpo y me besó con dulzura.
Volvió a girar quedando encima de mi.
Tomó mis manos y entrelazó nuestros dedos.-Eres todo, Martina- murmuró y volvió a enloquecerme con sus ardientes besos.