-Te amo- musitó sobre mi boca y luego mordió mi labio inferior.
Sonreí sobre sus labios cuando me besó. Al principio sólo era un beso dulce, pero su lengua no tardó en intesificarlo.
Beso, lamió y mordisqueó cada parte de mi cuello encendiendo todas las terminaciones nerviosas que había en mi cuerpo.Mordisqueé su labio superior con deseo y adentré mi lengua en su cálida boca.
Gemí ahogada cuando deslizó una mano por debajo de mi blusa.-Diez minutos no alcanzan- se quejó sin dejar de besarme. -¿Y si mejor son veinte?-.
Reí y negué con la cabeza- ¿quince?-.-Tampoco. Me tomo mi trabajo muy enserio-.
El soltó una carcajada y enarqué una ceja.-Oh si, yo también me tomó el mío demasiado enserio- dijo volviendo a besarme. Desabrochó el primer botón de mi camisa blanca con timidez. Como si estuviera esperando a que lo detuviera. Pero no lo hice, y sólo me deleité con su mirada hambrienta.
Desabrochó otro botón más y lo miré divertida.-¿Por qué no me detienes?- preguntó atónito.
-Quiero ver hasta dónde llegas-.
-No te gustaría adivinarlo estando a tres minutos de tu próxima clase- dijo con voz ronca sobre mi oído.
Se me erizo la piel de la nuca.-Te amo- le dí un corto beso en los labios. Y luego cerré los ojos haciendo uno de esos típicos besitos de esquimal.
El sonrió con ternura y me acarició el cabello.-¿Cómo es que de un momento a otro estoy a punto de hacerte mía como un salvaje y ahora lo único que quiero es abrazarte y no soltarte jamás?-.
-Las ventajas de tener a Martina en tu vida- bromeé de mi misma.
El sonrió y entrelazó nuestros dedos.-Abróchate esos botones o tendré que cegar a todos tus alumnos, incluso a las chicas- advirtió riendo.
-Tu los desabrochaste, tu los abotonas- lo reté con una sonrisa pícara.
El se mordió el labio y luego deslizo sus manos desde mi cintura hasta mi pecho dónde -con absoluta lentitud- comenzó a abotonarme la camisa dejando ardientes pero breves caricias sobre mis pechos.-Esto no termina aquí- me avisó depositándome en el suelo.
-¿Hoy en tu casa?- aventuré.
-¿Qué sucede con Facundo?- inquirió con una sonrisa asomando en sus labios.
En los días que habíamos pasado juntos, él había estado ansioso -al igual que yo- por pasar una noche en la misma cama. O el resto de las noches de nuestras existencias...
Sin embargo, pese a los fogosos besos y miles de 'te amo' que nos decíamos, yo no le sería infiel a Facu de aquella manera.
Sabía que debería sentirme sucia por estar jugando así con él, pero no quería terminar las cosas a través de un celular.
Lo encararía y me enfrentaría a cualquiera que fuera su reacción.
Me discuparía e incluso pagaría sus pasajes de nuevo a Estados Unidos en caso de que el quisiera regresar,... considerando que el había venido a Londres por mi.-Hoy terminaré con él- dije suspirando.
El contuvo otra sonrisa.-¿Quieres que te acompañe a casa?- preguntó Jorge.
-Creo que será mejor que vaya sola. No creo que ayude que tú estes ahí, cariño-.
-Como tú digas, ángel. Si tienes problema, me avisas- me dió otro beso y se marchó.
Me quedaban tres clases más y podría irme a casa.
Los nervios me devoraban.