Luego de una tranquila tarde junto a mi hermano, y Sharon -su novia-, era hora de regresar a casa.
Aguardé en la banca negra que había en la familiar estación de tren -consciente de su mirada posada fijamente en mi-.
El tren blanco, el mismo que había tomado cuatro años atrás, paró frente a mi.
Igual de bonito, y atestado de gente.Caminé con una sonrisa discreta y me adentré a la masa de personas que se encontraban allí dentro.
Ningún asiento disponible, ¿porqué no me sorprendía?Caminé entre la gente y me acomodé en un rincón observando por la ventana el exterior, mientras esperaba que el tren arrancáse.
Luego de un par de minutos en los que subió y bajó gente, el tren arrancó.
Se sentía tan extraño estar allí luego de tanto tiempo.
Sin embargo, los años habían pasado, y las personas seguían con su vida.
Cuando a uno le suceden cosas demasiado buenas o terriblemente malas, siente que el tiempo se detiene, y que el mundo está a su merced.
Pero cada persona es una historia diferente, con pasados trágicos o alegres.
Yo fui, soy y seré por siempre una de ellas.Tomé mi viejo y gastado mp4, el cuál seguía acompañándome pese a los años, y puse una de mis canciones favoritas "Stereo hearts". Reí interiormente.
El tren se detuvo, y ésta vez no necesité la mirada de ninguna señora para darme cuenta de lo que sucedía.Sentía un bulto contra mi trasero. Arqueé una ceja y me di media vuelta.
-No cambias más, ¿eh?- reí y su sonrisa se acentuó.
-Tú eres la pervertida que se apoya contra mi, aunque la última vez te lo tomaste peor- dijo en voz baja y divertido.
-Oh vamos, ¿nunca vas a aceptar que eres un depravado verdad?- me quejé.
-Claro que no, al menos hasta que aceptes que tú también lo eres- pasó su brazo por mi cintura.
-Eres mi pervertido y yo soy la tuya- le dije riendo.
-Me parece bien- esbozó una sonrisa pícara- te he acompañado sólo por una razón, y no es precisamente porque me agrade tu hermano- me avisó riendo.
-¿Ah si?- dije fingiendo sorpresa- ¿cuál?-.
La gente nos observaba curiosa ya que no manteníamos nuestra conversación privada, sino que pese a todas las personas que nos rodeaban, nos sentíamos como si estuvieramos sólo el y yo.
Jorge sonrió y me besó la mejilla.
-Aquí empezó todo- me dijo él y yo asentí sonriendo-. Pues quiero que empiece otro capítulo más aquí también-.
Lo miré confundida y mi corazón se detuvo cuando se arrodillo frente a mi.
-Me enamoré de ti desde la primera vez que te vi, justo en este lugar, hace cuatro años atrás. Me has vuelto loco, y aun lo haces. Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti, venga lo que venga, sin importar si es bueno o malo, pero juntos. Martina Stoessel,... ¿te casarías conmigo?-.
Tomó mi mano y esperó mi respuesta. No pasaron menos de tres segundos...
-Claro que sí- respondí con lágrimas en los ojos y todo el mundo estalló en aplausos.
El sonrió y deslizó un anillo de diamantes en mi dedo corazón. Se paró y me tomó en brazos hundiendo su rostro en mi cuello.-Te amo, Martina. Gracias por haber decidido tomar este tren aquel día- me susurró él.
-Te amo más. Y gracias por haber cambiado mi vida desde áquel momento-.
Cada uno tenía su versión personalizada de un final feliz. Y ésta probablemente sería la mía.
Otro fin que daría origen a un nuevo capítulo, a muchas cosas nuevas, buenas o malas. Pero con aquel arrogante chico de rizos y ojos verdes, no importaba nada. Nos teníamos el uno al otro, y eso bastaba.¿Fin?