Maratón 3/16

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-Creo que deberías tomar lo que queda de la herencia de la abuela. Es casi la mitad- le dije mientras caminábamos de vuelta a su auto.

-No me corresponde. Ella lo ha dejado para ti, Martina- me recordó.

-Pero tú también eres su nieto-.

-Yo estoy bien, no necesito ese dinero. Tengo casa, trabajo y un auto. Con eso estoy más que satisfecho-.

-Yo no lo necesito, también tengo casa y trabajo-.

-¿No falta algo? Úsalo para comprarte un coche. Y deja de usar a tus amigos como taxistas- bromeó y me sentí avergonzada. ¿En realidad era tan obvio?

-Yo no sé nada de autos. ¿Para qué quiero uno?-.

-¿Sabes conducir?- preguntó con suficiencia. Asentí- Vamos, tienes cien mil dólares en el banco. Compráte cualquier auto decente, y el resto te quedará como seguro-.

-No lo sé... -.

-Yo mismo te acompañaré a la consecionaria si quieres- me animó Francisco.
Suspiré.

-Bien, primero necesito retirar el dinero del banco- le avisé para aflojar un poco el evidente entusiasmo creciente en su interior.

-Está bien. Ésta semana no puedo, pero la siguiente sí. Iremos juntos al banco, y luego te acompañaré a ver autos. ¿Te parece bien? Necesitamos tiempo fraternal- bromeó él.
Yo me limité a sonreír.

-Bien-.

Abrí la puerta del copiloto y me adentré al auto.
Cuando el coche arrancó, la guantera se abrió y dejó caer un sobre.

Lo recogí observando a Francisco.

-¿Qué es?- le pregunté cerrando la guantera e intentando descubrir que contenía el sobre.

-Pues... temía que no me creyeras- dijo él- son análisis de ADN-.
No necesitaba confirmarlo, Francisco tenía unas cuantas similitudes con mi padre. Incluso en su personalidad.
Pero sólamente por curiosidad lo abrí y comprendí efectivamente que sí eramos hermanos.

-Aun no me lo creo- musité después de volver a guardarlo en la guantera.

-Diría lo mismo, pero te conozco desde pequeña, así que... -.

(...)

-¿Así que estarás dos semanas sin Facundo?- preguntó Marco una vez más -entusiasmado-.
Volví a asentir con la cabeza cansinamente.

-¿Sabes qué significa eso?- dijo Franchesca fingiendo una mirada misteriosa.
Marco se rió ante su acto.

-Dime-.

-¡Pijamadas todas las noches!- chilló la rizada abalanzándose sobre nosotros dos.
Los dos nos reíamos mientras intentábamos quitarnos a Fran de encima.

-Ya ya, ¿Marco también irá?- le pregunté directamente a mi amiga y Marco me miró haciéndose el ofendido.

-¿Por qué no iría yo?- cuestionó él.

-Tienes razón- me dijo Fran ignorando a Marco- de seguro ronca-.
Yo me reí y Marco la miró enojado.

-Yo no ronco-.

-Y se tira gases dormido- agregó ella y yo estallé en carcajadas.

-¡Franchesca!- se quejó Marco con una mirada fulminante.

-No deberíamos invitarlo- dijo mi mejor amiga como si Marco no estuviése allí.

El moreno estaba hecho una furia y sólo se limitó a mirarla con odio.
Franchesca lo miró de soslayo intentando contener la risa, pero no pudo más.
Se hecho a reír desaforadamente junto a mí, mientras Marco sólo sacudía la cabeza con desaprobación.

Franchesca se sentó en el regazo del moreno y le besó la mejilla.

-Ya tontito, no te enojes. Si vendrás- le dijo consolándolo- Martina, he comprado unos tapones para los oídos que son excelentes... -bromeó ella y él volvió a mirarla mal. -Amargado- refunfuñó.

-¿En dónde nos quedamos?-.

-En el apartamento de Marco, está en la Universidad, y nos será fácil llegar a los tres- dijo Franchesca.

-¿Y ni me pides permiso?- se quejó Marco, divertido.

-Agradece que te invito- replicó ella.

-¿Qué me invitas a una pijamada en mi apartamento?- dijo él, burlón.

Franchesca asintió cansinamente y los tres nos echamos a reír.
Los abracé a ambos y les dí un beso en la mejilla.

Aquellos eran mis amigos, ¿qué haría sin ellos?

¿Quien Te Crees? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora