-Creo que deberías tomar lo que queda de la herencia de la abuela. Es casi la mitad- le dije mientras caminábamos de vuelta a su auto.
-No me corresponde. Ella lo ha dejado para ti, Martina- me recordó.-Pero tú también eres su nieto-.
-Yo estoy bien, no necesito ese dinero. Tengo casa, trabajo y un auto. Con eso estoy más que satisfecho-.
-Yo no lo necesito, también tengo casa y trabajo-.
-¿No falta algo? Úsalo para comprarte un coche. Y deja de usar a tus amigos como taxistas- bromeó y me sentí avergonzada. ¿En realidad era tan obvio?
-Yo no sé nada de autos. ¿Para qué quiero uno?-.
-¿Sabes conducir?- preguntó con suficiencia. Asentí- Vamos, tienes cien mil dólares en el banco. Compráte cualquier auto decente, y el resto te quedará como seguro-.
-No lo sé... -.
-Yo mismo te acompañaré a la consecionaria si quieres- me animó Francisco.
Suspiré.-Bien, primero necesito retirar el dinero del banco- le avisé para aflojar un poco el evidente entusiasmo creciente en su interior.
-Está bien. Ésta semana no puedo, pero la siguiente sí. Iremos juntos al banco, y luego te acompañaré a ver autos. ¿Te parece bien? Necesitamos tiempo fraternal- bromeó él.
Yo me limité a sonreír.-Bien-.
Abrí la puerta del copiloto y me adentré al auto.
Cuando el coche arrancó, la guantera se abrió y dejó caer un sobre.Lo recogí observando a Francisco.
-¿Qué es?- le pregunté cerrando la guantera e intentando descubrir que contenía el sobre.
-Pues... temía que no me creyeras- dijo él- son análisis de ADN-.
No necesitaba confirmarlo, Francisco tenía unas cuantas similitudes con mi padre. Incluso en su personalidad.
Pero sólamente por curiosidad lo abrí y comprendí efectivamente que sí eramos hermanos.-Aun no me lo creo- musité después de volver a guardarlo en la guantera.
-Diría lo mismo, pero te conozco desde pequeña, así que... -.
(...)
-¿Así que estarás dos semanas sin Facundo?- preguntó Marco una vez más -entusiasmado-.
Volví a asentir con la cabeza cansinamente.-¿Sabes qué significa eso?- dijo Franchesca fingiendo una mirada misteriosa.
Marco se rió ante su acto.-Dime-.
-¡Pijamadas todas las noches!- chilló la rizada abalanzándose sobre nosotros dos.
Los dos nos reíamos mientras intentábamos quitarnos a Fran de encima.-Ya ya, ¿Marco también irá?- le pregunté directamente a mi amiga y Marco me miró haciéndose el ofendido.
-¿Por qué no iría yo?- cuestionó él.
-Tienes razón- me dijo Fran ignorando a Marco- de seguro ronca-.
Yo me reí y Marco la miró enojado.-Yo no ronco-.
-Y se tira gases dormido- agregó ella y yo estallé en carcajadas.
-¡Franchesca!- se quejó Marco con una mirada fulminante.
-No deberíamos invitarlo- dijo mi mejor amiga como si Marco no estuviése allí.
El moreno estaba hecho una furia y sólo se limitó a mirarla con odio.
Franchesca lo miró de soslayo intentando contener la risa, pero no pudo más.
Se hecho a reír desaforadamente junto a mí, mientras Marco sólo sacudía la cabeza con desaprobación.Franchesca se sentó en el regazo del moreno y le besó la mejilla.
-Ya tontito, no te enojes. Si vendrás- le dijo consolándolo- Martina, he comprado unos tapones para los oídos que son excelentes... -bromeó ella y él volvió a mirarla mal. -Amargado- refunfuñó.
-¿En dónde nos quedamos?-.
-En el apartamento de Marco, está en la Universidad, y nos será fácil llegar a los tres- dijo Franchesca.
-¿Y ni me pides permiso?- se quejó Marco, divertido.
-Agradece que te invito- replicó ella.
-¿Qué me invitas a una pijamada en mi apartamento?- dijo él, burlón.
Franchesca asintió cansinamente y los tres nos echamos a reír.
Los abracé a ambos y les dí un beso en la mejilla.Aquellos eran mis amigos, ¿qué haría sin ellos?