Cuatro meses más tarde...
-¿Así que estas en Doncaster de nuevo?- le dije mientras esbozaba una sonrisa.
-Sí, extrañaba éste lugar. Y espero vengas a visitarme-.
-Por supuesto, ya quiero conocer a mi nueva cuñada- le respondí ansiosa.
Francisco había vuelto a Doncaster. Allí dónde nos habían sucedido tantas cosas malas, dónde nos habíamos críado -distanciados- pero al fin y al cabo, en el mismo lugar.
Hacia dos meses había conocido a una chica, la cual lo volvía condenadamente loco, y yo ya quería conocerla.-Y la conocerás. Espero no me hagas pasar vergüenza- advirtió él y yo me reí.
-Soy la típica hermanita menor que te arruinará el noviazgo- bromeé. El soltó una carcajada y luego suspiró.
-Espero que no. Debo irme, Martina. Nos vemos en unos días, ¿bien?- se despidió.
-Adiós Francisquito- me reí.
-Deja de llamarme así- se quejó divertido.
-Adiós hermano-.
-Adiós cariño- dijo él y percibí que estaba sonriendo.
Corté la comunicación y suspiré con una sonrisa.
Sentí sus manos en mi cintura mientras yo preparaba el almuerzo, y una oleada de calor recorrió mi cuerpo.-Te ves tan bien así- murmuró sobre mi oído y su aliento me rozó quemándome.
-¿Así como?- dije en voz bajita y con una sonrisa que él no podía ver.
-Feliz, satisfecha- dijo apremiante y me di media vuelta.
-Tú me haces feliz-.
El sonrió y sus gemas verdes relucieron. Entrelazo nuestros dedos y observó mi muñeca.
Apoye mi mano en su pecho y desabotoné un poco su camisa -bajo su mirada expectante-."Martina".
-¿Te he dicho que amo tu tatuaje?- le pregunté con una sonrisa.
-Un millón de veces- rió él.
Jorge. Jorge se había tatuado mi nombre sobre su pecho del lado izquierdo, simbólicamente, del lado del corazón. En la misma letra que el mío, y del mismo tamaño.
-Pero te amo más a ti- murmuré sobre sus labios atrayéndolo de la camisa. Pegó mi cuerpo contra el suyo, y deslizo su boca hacia la mía.
Nos fundimos en un intenso beso que hacía que se me aflojaran las piernas.-¿Y que hay del almuerzo?- se quejó Gemma, divertida.
Me aparté de Jorge, sonrojada y con la mirada baja, pero con una sonrisa en mis labios.
El rió y se abotonó la camisa.
Derek, el pequeño bebé en brazos de su hermana, estiró sus brazitos hacia él.El lo tomó en brazos y le hizo caras raras esperando a la reacción del bebé, el cual comenzó a reír con entusiasmo.
-Será tan lindo como su tío- nos dijo Jorge besando la pequeña cabeza de Derek.
Ambas reimos.-¿Gemma acaso tienes otro hermano?- dije fingiendo asombro y ella estalló en carcajadas.
Jorge me fulminó con la mirada.-Tu tía es muy mala, ¿verdad?- le preguntó al bebé.
Para asombro de todos, Derek negó con la cabeza.
Y todos volvimos a reír, provocando que la criatura también lo hiciera.-¿Quieres a tu mami?- le pregunté acariciando su rosadita mejilla. El bebé asintió- ¿a tu tía?- volvió a asentir y sonreí- ¿y al feo de tu tío? ¿lo quieres?-.
Derek se quedó quieto mirándonos a ambas con sus preciosos ojos verdes.
-Si, amo a mi guapo tío- dijo Jorge con la voz aguda y escondiendo su boca detrás de la cabeza del niño. Yo reí.
El bebé alzo una manita y me tocó la mejilla. Sonreí. ¿Alguna vez podríamos tener Jorge y yo, un bebé? La simple idea me hizo sentir fresca, nueva y llena de posibilidades.
Gemma desapareció de la sala con una sonrisa pícara, y dejando a Derek en brazos de su tío mientras yo terminaba el almuerzo.
Jorge que parecía haber adivinado mis pensamientos dijo:
-¿Te gustaría tener hijos alguna vez?-.
Yo le lancé una mirada breve y luego sonreí.
-Por supuesto-.
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