CAPITULO 23

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GUATAPE.

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—¿Ya están listos? —Pregunto a nadie. Todos asienten. —Entonces.... —No termino mi oración cuando miro a Antonio. —Podrías cambiarte Antonio. —Pido.

Está con su uniforme de guardaespaldas y no pienso salir así con ellos.

—Lo siento, pero estoy trabajando. —Responde con un tono serio.

Me vuelvo hacia Becher.

—Ordénale que se cambie. Hice este paseo porque deseo que tus hermanos lo disfruten. —Digo mirando de reojo a Antonio.

—Cámbiate Antonio. —Ordena sin más, antes de entrelazar sus dedos con los míos. Sonrió.

—Vamos afuera, mientras él se cambia. —Digo con una sonrisa.

Salimos de la casa y miro los autos que están aparcados.

—Manejare yo. —Digo.

—No.

Arrugo las cejas, mirándolo.

—Lo haré. Soy de aquí, conozco muy bien Medellín y sé que rutas tomar para llegar más rápido. —Es mentira, no conozco todo Medellín, pero si conozco al lugar a donde iremos, sé que calles coger para no retrasarnos con los trancones que habrá. —Tus guardaespaldas pueden ir detrás de nosotros, pero yo manejaré.

Curva una sonrisa pequeña, deslizando la mano por mi cadera. La respiración se me acelera y humecto mi boca. Toma mi mejilla y quiero que me bese.

—Mi morena ordenándome ¿Quién lo diría? —Susurra con la voz baja.

Odio sus ojos. Unos ojos no pueden menear tanto poder, un hombre no puede sudar poder, pero Luzifer lo hace. La altura, el rostro y ese peligro que intenta disfrazar me pone muy mal.

—¿Así que es un sí? —Cuestiono en voz baja.

—Escoge el auto. —Despliego una sonrisa pequeña al escucharlo.

Me pongo de puntillas y beso su mejilla, apoyando mis palmas en su pecho. Intento alejarme, pero mi boca se desplaza hacia la suya. Los ojos se me cierran recibiendo el beso que logra un quejido de mi parte. Me aprieta contra él, devorándome.

Debí quedarme más en su cama.

Se aleja y quiero quejarme. Necesito más, pero su hermana está cerca. Abro los ojos encontrándome con los suyos. Acaricia mi labio inferior y se que tiene hambre. Lo conozco para saber que lo único que quiere ahora es enterrarse en mi interior.

Le doy un pequeño beso, antes de alejarme.

Rompo nuestra burbuja y noto la mirada de su hermana sobre nosotros al igual que su esposo. Leandro está asombrado y Millaray tiene una sonrisa pequeña. Me extraña eso. Algo sucede aquí y la pregunta que me hizo de antes es más importante de lo que creo, pero no indagare.

No somos una pareja, no esa clase de pareja donde intentas averiguar el pasado de tu pareja, donde quiere saber todo de él, si fue una niño bueno cuando era pequeño, si se drogó alguna vez. Nuestra relación solo se basa en esto, en disfrutar estos momentos, no indicar más lo que queremos que el otro quiera reconocer.

Unos minutos después ya estamos en la camioneta negra y ahora solo estamos esperando a Antonio. Se está acercando, pero está hablando con uno de los guardaespaldas. Hay muchos hombres que debería ponerme nerviosa.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora