LUZIFER ©

CAPITULO 45

GRIETA

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Barbara Rodríguez.

Mis latidos son feroces y siento que en cualquier momento mis piernas fallaran. La sangre gotea de mis dedos e intento respirar con lo más normalidad. No es bueno que vea mi terror, solo se aprovechara de eso.

—He dicho que te muevas ¿acaso quieres que lo haga yo mismo? —Su aliento golpea mi piel y reprimo mis ganas de arrancarle la lengua o de coser su boca.

—¿Quién es? —Pregunto.

Ahogo mi grito cuando me empuja contra el auto y mi frente se conecta contra el metal con fuerza. El dolor punzante se dispara y aprieto mis dientes con fuerza cuando tira de cabello con fuerza hacia abajo. Presiona la boca del arma contra mi cuello presionándolo con fuerza.

—Lo conocerás. —Lleva su boca a mi oído. —Ahora quiero que te mueves, si no quieres que te meta una bala.

Se aparta de mí.

No me muevo donde estoy. Tengo la esperanza de que alguien pueda salvarme. Lo escucho resoplar detrás de mí y tira de mí con fuerza hacia el auto. Ahogo mi gemido cuando aprieta sus dedos con fuerza en mi brazo. Miro a mi alrededor buscando un rostro familiar, pero no hay nadie.

Todavía a fuego cruzado y los ojos se me humedecen. Fue una trampa. Los hombres que están en la línea de fuego tienen un objetivo: mantener ocupado a Luzifer.

—Camina. —Ordena con los dientes apretados.

Tira de mí con más fuerza cuando disminuyo mis pasos. La boca se me seca al ver los hombres que nos están esperando.

Cuando llegamos me empuja hacia ellos y no se toman ni cinco segundos cuando me meten al auto a las malas. La respiración se me dispara cuando llevan mis brazos hacia arriba e intento moverme, patear a cualquiera y cuando siento una mano deslizarse debajo de mi vestido me lleva al límite.

Levanto la cabeza con fuerza y le doy un cabezazo con fuerza. Me libera e intento moverme rápido, pero el puñetazo que me envían en la cabeza me deja en el suelo y una patada en mis costillas me hace jadear por aire.

Alguien me toma del cabello con fuerza antes de sentir otro puñetazo. La sangre se acumula en mi boca mientras intento mantenerme despierta.

Me muevo otra vez cuando me gira y alguien toma mis brazos hacia arriba.

—Quédate quieta puta. —Ordena furioso, pero no lo hago.

—No la toquen. —Escucho nuevamente al mismo hombre.

Tiro con fuerza mi pierna hacia arriba y conecto con un mentón. Grita con fuerza y un gemido se me escapa al sentir una aguja enterarse en mi cuello.

—Como si le importara. —Suelta otro hombre antes de sentir como sube mi vestido.

Los ojos me pican. <<Me van a violar>>.

—No sé porque debimos traerla. ¿Qué ganara con eso? —Suelta otro hombre. —Deja de tocarla.

—¿Por qué? Es una puta. —Siento como sus manos en mis pezones y como juega con mis pezones.

No se que me han inyectado, pero no puedo moverme. Lágrimas se deslizan por la comisura de mis ojos.

—Deja de tocarla. No querrás que el jefe te corte los dedos.

Las manos se van.

Me están atando las muñecas y los pies con cinta. Parpadeó sintiendo mis parpados pesados. <<No, no. Por favor>>. No puedo dormir, no sé qué me harán si estoy dormida y...