CAPITULO 40

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NERVIOS

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Barbara Rodriguez. 



Estoy nerviosa.

Intento acomodarme en el sillón mientras Luzifer está ocupado en una videollamada con su amigo. Aleksander Rusic. Antonio está leyendo un periódico, tratando porque siento que me está vigilando.

Tomo un sorbo del jugo que me había pedido y trato de leer el libro que tengo, pero sigo en la misma línea sin poder comprender absolutamente nada. Desearía dormir, pero no tengo sueño.

Intento concentrarme en mi lectura, pero a los segundos me molesto y dejo el libro en la mesa, reprimiendo mis ganas de tirarlo. Me levanto y voy a la cocina encontrando a la chica de antes.

—¿Desea algo?

—Whisky. Doble con hielo. —Asiente y empieza a moverse.

Voy a la nevera sacando un postre de chocolate. No me muevo y la chica se mueve nerviosa, aunque trata de sonreírme, gesto que no le devuelvo porque estoy demasiada nerviosa de lo que me espera en Alemania.

—¿Algo más?

—Déjanos. —La orden de Luzifer la hace desaparecer rápidamente.

Trago saliva y me giro encontrándome con sus ojos.

—¿Qué sucede? —Pregunta observando el vaso que tengo en mi mano.

Le doy dos tragas antes de responderle.

—Nervios.

Inclina la cabeza.

—No es lo que deseo escuchar, Barbara. —Me quita el vaso cuando intento dar otro sorbo o más. —No volveré a repetir la pregunta. ¿Qué sucede?

Trago saliva.

—Tengo 21. —Empiezo.

Su comisura se alza.

—¿Y?

—Tienes 31.

No deja de sonreír.

—¿El problema?

Le frunzo la boca.

—¿No tendrás problemas por eso, por...?

—¿Por follarme a una chiquilla? —Arquea una ceja, divertido todavía.

Las mejillas se me encienden, pero asiento.

—Tengo 31. —Suelta como si eso respondiera mi pregunta.

—Pero yo no. —Me cruzo los brazos. —Tu eres el adulto de esta relación y a mi me pueden criticar.

La diversión está en sus ojos y no le importa que estoy un poco molesta, cuando me acerca. Toma mi mentón y se inclina dándome un beso en la nariz.

—No dejarás que te critiquen, Barbara. Y tampoco lo permitiré.

—Becher...

—Nadie lo hará, porque soy el adulto aquí y mis decisiones no las tomo a la ligera, Lilith.

—¿Significa? —Insisto.

—Significa que cuando te presente nadie te criticara y que no eres un simple pasatiempo que me calienta la cama. —Trago saliva al escucharlo. —Eres mi mujer.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora