PROMISE.
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El roce de las sábanas contra mi piel, me hace gemir, apretando la almohada contra mí. Dejo salir un suspiro placentero antes de abrir los ojos. La luz choca contra mí, haciéndome parpadear. Arrugo mi boca, molesta con el moreno.
¿Por qué rayos abrió las ventanas...?
—Buenos días, Señorita.
Me incorporo rápidamente de la cama. No tenemos personas trabajando en la casa. Me siento en la cama arrastrando las sábanas conmigo mientras me encuentro con la mirada de la señora que me abrió ayer las puertas. Trago saliva antes los recuerdos que me golpean.
Lo jodi todo. Estoy bien jodida.
La respiración se me altera al tiempo que las imágenes de anoche me roban la respiración. El... trago saliva. Aprieto las piernas de solo recordarlo. Se que me dijo muchas cosas, cosas que realmente ahora no recuerdo y otras que, aunque querría saber que significa, no lo sabría, porque hablaba en alemán.
Aprieto las sábanas contra mí.
Levanto la mirada al escuchar a la señora salir del baño, con la sábana que usamos ayer. Me sonríe con timidez y yo me quiero morir. Abandona la habitación dejándome sola con mis pensamientos suicidas.
Echo una mirada a mi alrededor. Es igual que él, tranquilo y masculino. Tiene un televisor que está en la pared, un pequeño armario que está lleno de películas, libros y fotos. Una sala pequeña que está cerca de los ventanales. Dos mesitas de noche, un cuadro de blanco y negro de una cuidad. Nada más.
Mi atención cae en el reloj que tiene en la mesita de noche y salto de la cama, enredándome entre las sábanas y terminó en el piso. Me levanto haciendo memoria donde deje mi bolso. En la sala o en la cocina, debe estar en uno de esos lugares.
Abandono la habitación sin detenerme a pensar que estoy prácticamente desnuda. <<Me matara.>> Debe estar volviéndose loco. Bajo los escalones con pasos apresurados y voy a la sala, donde está mi bolso. Me acerco y rebusco el celular en los bolsillo hasta que lo encuentro.
Lo enciendo.
—Padre santo...
Tengo 30 llamadas perdidas de Eric y más los mensajes que me ha enviado en toda la mañana. Mara me ha llamado 2 veces y solo me ha dejado unos cuantos mensajes. Reviso los mensajes y no son para nada amables.
Alguien carraspea haciéndome gritar y tirar mi celular al sofá. Me giro sobre mí misma, con la respiración acelerada. La piel se me eriza por completo cuando encuentro a dos hombres que me están observando. Aprieto los labios dando un paso hacia atrás, cruzando mis brazos contra mí. Estoy sin sujetador.
—Buenos días. —Hablo con un pequeño asentimiento.
Es normal que la estudiante de un profesor amanezca con su camiseta y sin sujetador ¿no?
—Barbie. —Saluda Antonio.
Su mirada es curiosa, nada más, no veo sorpresa, ni incredulidad, al parecer sabía a lo que vendría. Eso es más vergonzoso.
—Antonio. —Respondo un poco tímida.
No me avergüenzo de mi cuerpo, lo que sí me avergüenza es lo que dice la camisa, lo que da entender. No quiero que piense que me estoy metiendo en la cama de su hermano, por notas o algo parecido.
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LUZIFER ©
RomanceTRILOGIA INFERNO: LIBRO 1 Un juego diferente está por comenzar. Las fichas ya están puestas y los espectadores esperan los jugadores. Ella una belleza andante, que vive a su ritmo, a su tiempo y a las mentiras. Él un caballero que está dispuesto a...