CAPITULO 49

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REALIDAD DOLOROSA

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CANCIÓN: I miss you-Soyuo


Barbara Rodríguez.


El olor de algo entra por mis fosas nasales despertando mis sentidos en segundos, pero soy incapaz de abrir los ojos. El dolor es lo segundo que se abre paso y hago un sonido, medio gemido y gimoteo. Intento moverme, pero soy demasiada lenta o pesada.

—Se está despertando.

Muevo mi mano hacia la zona que duele y me palpita. Palpo la humedad y el brazo se me cae sintiéndome demasiado pesada para averiguar lo que me ha pasado.

—Barbara.

<<Mara.>>

Los ojos se me abren de golpe y mi mano se dirige a la primera persona que está cerca, lanzándome contra él. Escucho gritos y manos que intentan sacarme de encima de la persona que tengo en el piso, ahorcándola con fuerza.

Mi mente se aclara y los ojos se me abren, horrorizada que estoy estrangulando a Antonio. Lo liberó rápidamente e intento ponerme de pie, pero mis piernas ceden y terminó en el suelo.

—Barbara.

Muevo mi atención hacia mi madre quien alza las manos, moviéndose con lentitud a mi lado. Parpadeo y palpo otra vez mi cabeza.

—Sé que duele. Deja que lo vea ¿sí? —Pide en un tono bajo, buscándome con la mirada.

—Mara... ¿Dónde está? —El tono ronco solo me hace gemir por el dolor. —¿Dónde está?

—Tranquila. —Pide mamá otra vez.

—¿Dónde está? —Repito la pregunta.

Intento mantener mis ojos abiertos, pero el dolor está haciendo estragos en mi ser. Sacudo la cabeza intentando apartar el dolor, pero es todo lo contrario.

—Mara.

Llega a mi lado y toma mi rostro.

—Primero te revisaré tu cabeza, luego...

Sacudo la cabeza, pero solo gimoteo. Me levanto del suelo, observando a mi alrededor. Todo es borroso.

—Barbara, debo revisarte.

—No... Mara... necesito... —Arrastro mis pies, pero no sé a dónde voy. Todo me confunde y el dolor no me ayuda.

—Hija.

—Barbara acuéstate. —Se me despierta del todo los sentidos al escucharlo.

Parpadeo, deteniéndome y siento algo húmedo bajar por mi mejilla. Lo toco y palpo la sangre.

—Mara.... —Susurro con el tono ronco.

Miro a mi alrededor buscándola entre ellos, pero no la encuentro. El pánico se abre paso en mi torrente sanguíneo y las piernas me fallan, pero me mantengo firme, buscándola todavía.

—¿Dónde está? —Nadie contesta.

Busco a Eric con la esperanza de que me confirme que está con nosotros, que nadie la aparto de mi lado, pero sacude la cabeza. El pecho se me pesa al escucharlo y los ojos me pican, pero no tolero este sentimiento en este momento.

—¿¡Dónde está!? —Grito, desesperada que me digan lo contrario, pero sé que no dirán nada.

—Barbara. —Mamá se acerca.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora