CAPITULO 20

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BORRASCA.

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Lunes.

<<No me gustan las tormentas.>>

Doy un respingón cuando el primer relámpago pega a un edificio, pero no sucede nada. Salto cuando escucho otra. Un escalofrío me recorre por completo cuando escucho otro, esta vez fuerte ya que mis compañeras pegan un grito.

A mi lado Mara suspira.

—Tranquila. —Aprieta mi brazo con suavidad. La miro. —¿Trajiste tu buzo? —Niego. —Yo tampoco.

—Me acompañas a la oficina de Luzifer. —Pido al tiempo que meto mis cuadernos en mi bolso.

Mara hace un puchero.

—Tengo que ir a hablar con el profesor Hernández. —Se disculpa.

—¿Y eso? —Cierro mi bolso.

Nos levantamos de la silla y nos acercamos a la salida. La piel se me eriza por completo con el viento que está haciendo. Cruzo los brazos contra mi pecho.

—Sobre el parcial que tuvimos la semana pasada. —Se frota los brazos. — Tiene que corregirme la nota.

—¿Cuánto sacaste? —Cuestiono. Está haciendo mucho frío.

—4.8.

Abro los ojos.

—¡Mara, esa es una nota muy alta!

Las mejillas se le calientan, regalándome una sonrisa tímida. No le gusta mucho que la elogien sobre sus notas. Se porque lo hace, piensa que no lo merece, que todo lo que tiene a su alrededor no lo merece.

—Debí sacarme 5. —Dice con un suspiro.

—Y dices que no eres perfeccionista. —La empujo con mi hombro. Ella ríe.

—No quiero perder la beca. —Se excusa como suelo hacerlo. Con las notas que ella tiene, no creo que ella pierda la beca con un 4.8, pero es Mara. —¿Tu que vas hacer en su oficina? No ha llegado aún.

—Tengo que imprimir algunos contratos. Se supone que debí hacerlo hace rato, pero ya sabes... —Me encojo de hombros.

Rodea mis hombros.

—Siento tanta pena de ti, querida amiga. —Hay burla en su tono. La empujó haciéndola reír.

Entramos al ascensor.

—¿Cómo te está yendo con él? —Pregunta a mi lado.

—Bien.

—¿Solo bien? —Sonrió.

—Si estas preguntando si me gusta todavía. Si. Me gusta todavía. —Espero su respuesta, pero solo sacude la cabeza.

—Pensé que el gusto se quedaría en el pasado. —Comenta al final.

El ascensor se abre.

—Nos vemos más tarde. —Me besa la mejilla. —Y que el gusto se borre. —Me señala.

Asiento como si pudiera hacer algo, pero no hay nada que hacer. Ahora estoy atrapada en este juego que no tengo idea cómo terminará. Ninguno de los dos ha dado señalas que quiere terminar el juego.

Salgo del edificio y saco el paraguas que siempre está conmigo. Me abrazó con más fuerza mientras me acerco al edificio de los profesores. Apresuro mis pasos cuando otro relámpago suena no tan lejos.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora